Cuando hablamos de normas de etiqueta en la mesa, hablamos de los estilos, usos y costumbres que debemos seguir a la hora de disfrutar de una comida o una cena junto a otras personas. Desde la vestimenta que llevaremos a la forma en que emplearemos los cubiertos. Desde la utilización de las copas al modo de relacionarnos con otros de los comensales. Al margen de protocolos superfluos o parafernalias caducas, existen determinadas conductas y formas de proceder que sí deberíamos tener en cuenta.
Sin entrar en las más obvias, como tener una correcta higiene, ser educado, comer con la boca cerrada, no llevarse a la boca pedazos de alimento que no vamos a comer con la necesaria facilidad o no jugar con la comida, debemos considerar otras normas:
- El pan y la servilleta van a la izquierda: Debería ser sabido, pero a veces se olvida, sobre todo en banquetes. Estos dos elementos siempre quedan en el lado izquierdo del comensal, así que cuidado con despistarse y manosear las posesiones del vecino, no sería de buen gusto.
- La servilleta sobre las piernas: Aunque pueda resultar divertido ver a alguien emplear la tela como un babero, cual bebé se tratase, la posición natural de la servilleta debe ser el regazo, donde prevendrá manchas, estropicios y donde además siempre quedará a mano.
- Los cubiertos se usan de fuera hacia adentro: El tenedor que encontremos más a la izquierda y el cuchillo que esté más a la derecha serán la pareja a usar con el pescado. El cuchillo y el tenedor que queden en la parte interior serán los de la carne, que será el segundo plato. ¡Fácil de recordar!
- Los cubiertos tienen su propio lenguaje: En protocolo los cubiertos tienen un lenguaje propio que conecta con los camareros, pero no vamos a entrar en demasiados detalles porque pocas veces, en general, se respeta. Solamente cabe tener claras dos premisas: si vamos a continuar comiendo, se dejan apoyados en los lados del plato, cada uno a un lado; si hemos terminado, cuchillo y tenedor quedan juntos, también en el plato, a las seis y media preferiblemente.
- El pan se parte con las manos: Si el pan que tenemos a nuestra vera está bueno, especialmente bueno, crujiente, es una gran tentación llevárselo directamente a la boca, ¡pero no hay que hacerlo! El pan se va partiendo con los dedos, a pequeños trozos que nos quepan en la boca. Siempre.
- No se corta de más: Puede ser un recuerdo infantil, una costumbre adquirida, pero hay que desterrarla. Nada de tomar, por ejemplo, un filete de carne y cortarlo por completo. Se corta lo que uno se vaya a llevar a la boca, sin más, teniendo en cuenta que tampoco está bien visto dejar comida en un cubierto.
- Cuando algo cae fuera del plato: Si se ha producido un accidente y algún alimento ha ido a parar fuera del plato, discretamente se recoge con el cuchillo, preferiblemente, y se deja en una orilla del plato. Ni se usa la mano, ni se devuelve al plato, ni mucho menos se come.
- Comencemos a comer cuando lo marque el anfitrión: Si incluso estando en familia resulta de mala educación ver cómo algún comensal da comienzo a la comida o a la cena en solitario, en una ocasión más célebre o formal el gesto queda todavía más feo. Siempre marca cuándo empezar el anfitrión o quien invita, si se trata de otra persona.
- Se bebe antes o después de masticar: De ninguna manera podemos llevarnos a la boca una bebida si todavía estamos masticando o nos queda alimento en la boca. En normas de etiqueta en la mesa estaríamos más que suspendidos.
- En los restaurantes se habla en voz baja: Parece mentira, pero así es. No es nada agradable el griterío habitual en los restaurantes convencionales, no afortunadamente en los de alta cocina, y además de no ser agradable no debería producirse. Se habla en voz baja, evitando molestar a otras mesas.