Conocido también como levadura química, el polvo para hornear es un agente leudante a base de bicarbonato de sodio combinado con un ácido como el cremor tártaro y algún otro componente que absorba la humedad como podría ser la maicena. Al mezclarlo con un líquido, el ácido reacciona con el bicarbonato liberando dióxido de carbono. Como resultado, se forman burbujas dentro de la masa y la mezcla se expande, agregando volumen a productos horneados como panes, bizcochos y pasteles.
Esa es la razón de que lo utilicemos en diferentes recetas de repostería en las cuales buscamos ese resultado. Podemos decir por lo tanto que es un elemento fundamental en este tipo de elaboraciones.
3 alternativas para sustituir el polvo de hornear
Si estamos en medio de una receta de repostería como unas cookies o un bizcocho y de repente nos damos cuenta de que no tenemos polvo para hornear, que no cunda el pánico, podemos sustituirlo por cualquiera de estos 3 ingredientes con un ligero cambio en nuestra receta obteniendo un resultado similar.
Polvo de hornear casero
Conociendo la composición de la levadura química (una base de bicarbonato con un agente ácido y un componente estabilizador) podemos preparar nuestro propio polvo de hornear casero utilizando ingredientes que tengamos en la despensa. El secreto es utilizar un poco de cremor tártaro que actúe produciendo una reacción similar a la del polvo de hornear. Para ello necesitaremos 1 cucharada de cremor tártaro, ½ cucharada de bicarbonato de sodio y ½ cucharada de maicena. Sólo tendremos que mezclarlo bien antes de agregarlo a la receta. Media cucharada de esta mezcla equivale a una cucharada de levadura química. Si queremos tener almacenado más polvo de hornear casero, podemos aumentar las proporciones y conservarlo en un recipiente con cierre hermético en la despensa.
Bicarbonato de sodio con un elemento ácido
Es uno de los sustitutos más sencillos, ya que con sólo dos ingredientes lo tendremos listo. Bastará con mezclar bicarbonato de sodio con un agente ácido como el yogur, el limón o el vinagre. Aunque nuestras masas no se eleven tanto como con el polvo de hornear, puede sacarnos de un apuro. Para que funcione, mezclaremos el bicarbonato con los ingredientes secos, y el ácido con los líquidos, de manera que una vez combinemos todo y tengamos lista la masa, la horneemos lo más pronto posible, ya que la reacción comenzará de inmediato. Si la receta requiere una cucharada de levadura, la proporción sería la siguiente: ½ cucharadita de bicarbonato, junto con media cucharada del ácido (yogur, limón o vinagre).
Clara de huevo
En caso de no tener a mano en casa ni polvo de hornear ni bicarbonato de sodio, busquemos otra alternativa: la clara de huevo batida. En lugar de producir una reacción química para producir ese dióxido de carbono, las claras de huevo batidas introducirán el aire necesario en la masa para que de manera natural nuestros productos horneados crezcan. Esta opción es muy buena para recetas como el soufflé. En caso de que la receta que vayamos a preparar lleve huevo, incorporaremos las yemas siguiendo las instrucciones de la misma, pero las claras las batiremos a punto de nieve para incorporarlas a la masa en el último momento. Al incorporarlas debemos tener en cuenta hacerlo con movimientos envolventes y suaves con ayuda de una espátula.