En tiempos en los que la gastronomía vive una época especialmente dorada y la coyuntura económica ha empujado a un buen número de personas a emprender un negocio por su cuenta, son muchos los que dan el gran paso de cumplir un sueño y emprender en hostelería abriendo las puertas de su propio restaurante. Una decisión que requiere de definición, planificación, conocimiento, asesoramiento e instinto y entraña enfrentarse a no pocas dificultades.
Y es que el nacimiento de un restaurante es una experiencia tan ilusionante como ardua. Tan edificante como trabajosa. Tan absorbente como estimulante.
La conceptualización de la propuesta
Sabemos que un factor importante a tener en cuenta es la selección de la maquinaria que necesitaremos. Si uno desea saber cómo ahorrar comprando los productos para hostelería indicados puede echar un vistazo a esa guía/artículo que sacaron los chicos de expondo, expertos en materiales profesionales. Artículos como estos te servirán para que puedas definir tu idea, sin olvidar que lo primero y más importante que debe hacerse a la hora de abrir un establecimiento es conceptualizarlo. También se pueden tomar algunas ideas auténticas y avanzadas de otros restaurantes.
Porque su razón de ser no debe ser cuestión de azar o improvisación. Sin este primer paso no se podrán dar los siguientes. Tanto si el emprendedor es quien se va a ocupar de la cocina, como si simplemente ejercerá de gerente, debe conceptualizarse sí o sí. Sin alma, un restaurante estará vacío tanto en sentido metafórico como muy probablemente en sentido literal.
Debe pensarse qué tipo de gastronomía se ofrecerá en él, qué estilo seguirá, qué calidades de la materia prima manejará, cuál será el precio medio y cuál su identidad. De igual modo deberá pensarse también qué ambiente tendrá, cómo será el servicio y dónde se desea ubicarlo. Porque sin un buen continente, el contenido puede quedar desmerecido. Para centrarse todavía más en este propósito, pueden considerarse consejos como estos.
Con este planteamiento y el conjunto de lo que debe ser el proyecto claro, su ideólogo valora si el restaurante cautivará al comensal objetivo, aquel al que principalmente se dirigirá, y si en el mercado hay espacio y una demanda para él, punto vital para la viabilidad del proyecto. Si así es, puede continuar. Si no, deberá replantear cada
punto. Redefinir todo el planteamiento o parte de él, elegir una ubicación concreta o tener más flexibilidad en este aspecto, saber qué clase de local necesitaría y qué tipo de equipamiento le será necesario… Con una nueva valoración realizada y las modificaciones, si las hubiese, aplicadas, toca ocuparse de los asuntos financieros y legales.
El plan económico del futuro restaurante
Sabiendo qué se desea hacer, cómo se quiere hacer y de qué modo, es el momento de ocuparte del diseño de un plan económico del futuro negocio. Importante, no cabe duda, a la hora de hacerlo posible y asegurar su subsistencia a lo largo del tiempo. Debe calcularse cuánto costará el local que ocupará el establecimiento, tanto si se pretende comprar como alquilar, cuánto costará el equipamiento necesario para hacerlo funcionar, cuándo supondrá el pago de las nóminas del personal, cuánto las materias primar y cuánto el abono de los impuestos que nos correspondan.
En la primera tarea podemos dejarnos aconsejar por profesionales del sector inmobiliario especializados en restauración, que determinarán las mejores opciones según nuestras necesidades. Para el equipamiento, podemos igualmente pedir opinión a diferentes compañías especializadas en la venta de esta clase de materiales, que nos asesorarán sobre qué clase de maquinaria se adecuará mejor a la clase de propuesta que queremos llevar a cabo y cómo podremos ahorrar con su compra. Y para el resto, nada mejor que contratar los servicios de verdaderos profesionales de esos campos, gabinetes especializados en legalidad, fiscalidad y cuestiones laborales que nos permitirán centrarnos en lo importante.
La puesta en marcha
Solucionados aspectos legales, financieros, laborales y de equipamiento, se encara la recta final en la apertura de un restaurante. Es el momento de dar forma al espacio, de diseñar cómo será el día a día en la cocina y en la sala, de definir qué estrategia de comunicación se llevará a cabo y cómo será la gestión comercial.
Se realizarán manuales de operaciones para todos los ámbitos, en los que quede claro el proceder en cada situación. Nos abasteceremos con los materiales y equipamientos definitivamente, siendo todos estos dispuestos e instalados en el local, que deberá estar terminándose de definir deseablemente a las órdenes de un profesional de la decoración y el interiorismo. Para que todo quede perfecto.
Cuando el restaurante esté listo para abrir, durante unos días o unas semanas, será preferible que se realicen simulacros de funcionamiento para comprobar que todo se desarrollará como corresponde en el día a día. Deberán realizarse los servicios como si estuviese abierto al público, sin dejar espacio a la improvisación ni las pruebas, con amistades, familiares o empleados haciendo de comensales. O como hizo en su momento el restaurante Eneko at One Aldwych, que antes de su estreno oficial ofreció su carta a mitad de precio para ver cómo funcionaban. Una vez la máquina esté engrasada, por fin, será el momento de abrir las puertas definitivamente.
Si todo va bien y hemos acertado con nuestra propuesta, en apenas un par de meses deberíamos comprobar de qué manera es todo un éxito, como los ingresos entran y cómo poco a poco se comienza a recuperar la inversión. Ese será el síntoma de que el restaurante sigue el buen camino. Sueño cumplido.