Cayo Tito Petronio Árbitro vivió en Roma bajo el reinado de Nerón y tenemos conocimiento de él gracias a breves notas de Tácito, Plinio el Viejo o Plutarco, donde es descrito como el árbitro de la elegancia en la corte del emperador. Era todo un experto a la hora de montar fiestas y espectáculos en una de las épocas más hedonistas del Imperio, siendo considerado un epicúreo. Dejado de lado por su emperador, y víctima de una conjura, se quitó la vida, no sin antes dejar unos escritos donde ponía de vuelta y media a Nerón, por vulgar y mal poeta.
Pero si algo ha pervivido de la obra de Petronio es El Satiricón, una obra incompleta -sólo se conservan algunos de los relatos que contenía-, de corte satírico y que sigue las andanzas de dos divertidos libertinos, Encolpio y Ascilto. Desinhibida, picaresca y con numerosas referencias sexuales, este libro da una visión menos seria y más cercana de lo que estamos acostumbrados al pensar en el poderoso Imperio Romano.
De entre las aventuras de esta pareja de pillos redomados hay que hablar aquí de uno de sus episodios más conocidos, La cena de Trimalción. Invitados los protagonistas a un banquete en casa del liberto sirio Trimalción, que tiene una casa de auténtico lujo, allí se encuentran con un banquete espectacular en un ambiente un tanto peculiar.
Bailarinas, músicos, acróbatas y otros criados se encargan de que ninguno de los invitados se aburra. El entretenimiento, además de las charlas entre plato y plato, era fundamental para las clases altas. Pero quizá lo interesante aquí sea hablar de algunas de las locas recetas que les sirven durante la cena.
Como ejemplo de lo exagerado del tema, no olvidemos que esta novela es satírica, podemos hablar del primer plato. Salen de cocina tres jabalíes todavía vivos, de los que se escoge uno. Se lo llevan a la cocina y apenas unos minutos más tarde vuelven con un jabalí enorme ya cocinado. Ante la sorpresa general, cortan su panza, derramando una gran cantidad de embutidos con los que lo habían rellenado. Y es que la presentación de los platos era parte esencial de estos banquetes.
Pero veamos el menú, del que nos llama la atención, por ejemplo, un plato de lirones con miel, salchichas con ciruelas, el jabalí relleno que ya hemos mencionado, un buey (¡un buey!) hervido, capón relleno, huevos de oca, pasteles, oca asada con pájaros modelados con carne de cerdo o caracoles. Y esos son sólo algunos de los platos que se sirven, regados de un vino especial de más de 100 años de antigüedad.
Lujo, comida y sexo se dan la mano en este episodio de El Satiricón, quizá un relato exagerado y humorístico sobre cómo vivían las clases altas del Imperio Romano, pero que está escrito por uno de los grandes expertos sobre el tema de toda la historia. Sin duda, un relato de lo más interesante.