Un área como la gastronómica (alimentos, restaurantes…) vive como pocas de las sensaciones, de la seducción, del intenso juego entre la autenticidad y la persuasión, de su funcionalidad. Locales y lineales permanentemente ante los ojos. El diseño cobra una relevancia monumental por estar -sin apenas percibirnos- o por catar la atención poderosamente.
Como si se tratara de un cónclave, Bon Viveur convocó a algunos de los mejores profesionales del sector en España para conocer sus trabajos favoritos en el imperio del comer. Los premios nacionales de diseño Nacho Lavernia y Daniel Nebot, y el diseñador y divulgador Xavi Calvo.
Xavi Calvo: los trabajos con mimo
“Me gustan los proyectos pensados, me fascina cuando hay una relación directa entre lo que te rodea y lo que comes, en un proceso en que todo el entorno es diseño. En este sentido me gustan los que cuidan los detalles, las aplicaciones de Atelier Laia para Mugaritz o los proyectos tocados por la mano de Domanises, que destilan esa vuelta a los materiales, a una calidez que sólo dan los trabajos tratados con mimo”, desliza Xavier Calvo.
Prolongando su argumentarlo incide en la fusión total entre dos campos: “Los mejores son los proyectos que surgen de la confianza que da una relación prolongada entre la gastronomía y el diseño, como los trabajos de Paco Bascuñan para Francis Paniego, desde el Echaurren en Ezcaray a las últimas perlas del Espacio Paco Bascuñán diseñando su premiada carta de vinos, creando la identidad del restaurante Tondeluna o la original "Agua de Ezcaray" para El Portal de Echaurren. En esta categoría están también los espacios de Francesc Rifé para Ricard Camarena, donde la complicidad da frutos y existe esa coherencia entre el proyecto gastronómico y el de diseño”.
Y frente al trabajo concienzudo y certero, la tendencia a la impersonalidad: “Vemos cocineros de tres estrellas sin identidades definidas en las que, a veces voluntariamente, confunden el diseño con un proyecto artístico. También han hecho demasiada mella las tendencias en interiores, desde la moda del diseño nórdico al “hipster” pasando por toda una oleada de salones blancos y asépticos que parecían más un quirófano o un decorado de Kubrick”. Touché.
Nacho Lavernia: diseños divertidos para el gran consumo
Y del local al lineal. Nacho Lavernia obtuvo el Premio Nacional de Diseño en 2012. Desde su estudio ha trabajado en proyectos como la línea "Wines of the world" para Delhaize, una cadena de supermercados belga. Cuando aborda sus referencias mira al norte: “En los últimos diez o doce años se han hecho cosas muy buenas. En el Reino Unido es, en general, donde se están haciendo los diseños más interesantes. Las cadenas de distribución como Waitrose o Selfridges tienen líneas de producto con un packaging muy bueno. Y también Marks and Spencer o Tesco. Es importante que se traten de productos de gran consumo porque eso indica que los consumidores normales, no especialmente sofisticados y cultos, aprecian el buen trabajo de diseño. Desde hace unos años se ha ido incorporando el humor con resultados excelentes. Un buen ejemplo es la gráfica de Minute Maid o la de las patatas Tyrrell's”.
La importancia del diseño en la esfera gastro, sus posibilidades inmensas, Lavernia las resume así: “creo que es un sector especial porque la alimentación y la cultura van muy de la mano y el componente cultural es una fuente de inspiración enorme. Es muy distinto, por ejemplo, hacer la gráfica para un desodorante o para una lata de aceite para el coche o para un insecticida. Son campos más áridos. El diseño es comunicación y todo lo que hay alrededor de lo "gastro" es una fuente inagotable de temas y de enfoques, lo cual te permite ser más expresivo, contar más cosas y contarlas de otra manera. Y eso es lo que siempre buscamos”.
Daniel Nebot: texturas de frutas
Diseño, diseño. En 1997 un pionero como Daniel Nebot obtuvo el Premio Nacional. Su catálogo de referencias tiende al infinito mientras un Nebot enfurecido despliega ejemplos admirables. “Me encantaba el restaurante Tincan de Londres, repleto de miles de latas de conserva, sobre todo portuguesas, una gran manera de aunar el uso y la estética”, exclama antes de descerrajar una larga lista de inspiraciones. “De lo mejor que se ha hecho nunca es el diseño de envases de zumos de frutas a cargo de Kenya Hara, uno de los diseñadores clave en el mundo. Lo hizo para la firma Bananaoto, empleando la textura de cada fruta. Me quedo con las botellas de agua de Lunares diseñadas por Isidro Ferrer, elegantes, expresivas. El diseño del estudio Moruba para Rasurado, un vino inspirado en la fábula de que un barbero de un pueblo vinícola elabora por las noches su propio vino, aplicando la sabiduría popular. También de Moruba elijo su trabajo para la cerveza Dolina”.
Un buen diseño, en fin, hace que lo verdadero sepa todavía mejor.