Cualquiera que alguna vez haya sentido curiosidad por un cóctel y esta lo haya llevado a indagar sobre los orígenes de la combinación de brebajes, seguramente se haya encontrado con lo difícil que es trazar una línea que lo lleve desde nuestros días al momento del nacimiento. Y al igual que sucede con las mezclas, con el arte en sí de realizarlas sucede tres cuartas partes de lo mismo. Las bifurcaciones que encontramos en la historia, llegando al principio del todo, son más que numerosas. Cuando hablamos de un origen y una historia debemos emplear el plural.
Sin embargo, a los problemas por encontrar un punto de partida claro debemos sumar lo fino que es posible hilar etimológicamente hablando. Cuando hablamos de la coctelería hablamos del “arte de preparar cócteles” según el DRAE, y cuando hablamos de un cóctel, nos estaríamos refiriendo a una “bebida compuesta de una mezcla de licores a la que se añaden por lo común otros ingredientes”. Pero en estas definiciones no está la verdad absoluta, y es que si nos ponemos puristas y escuchamos a parte de los profesionales de este apasionante mundo, descubriremos que hay mucho más.
Qué es un cóctel y cuál es su etimología
Según dónde consultemos o a quién preguntemos encontraremos unas respuestas u otras. Por lo general, se define como cóctel una preparación a base de una mezcla de diferentes bebidas que normalmente incluye uno o más tipos de bebidas alcohólicas. Pero como todos sabemos, mezclas sin una pizca de alcohol son también llamadas así.
Otras definiciones circunscriben el uso de la palabra cuando la combinación contiene tres o más ingredientes, siendo alcohólicos como mínimo dos de ellos. Además, suele añadirse que si la mezcla consta solamente de un espíritu destilado y un acompañante tipo refresco o zumo, es un highball. Si la mezcla es un espíritu destilado y un licor, un dúo; y cuando suma un mezclador como tercer ingrediente, un trío.
¿Pero la palabra cóctel de dónde viene? La forma española de la inglesa cock-tail o cocktail, aquí no hay duda, pero el vocablo anglosajón se encuentra disputado. La primera referencia a la misma se encuentra en la publicación británica The Morning Post, donde aparece en marzo de 1798 con guión de por medio refiriéndose supuestamente a una forma vulgar de llamar al jengibre. Unos pocos años más tarde, en 1803, en la publicación estadounidense The Farmer's Cabinet se escribe por primera vez como una bebida probablemente no alcohólica.
Sería todavía unos años más tarde cuando, en 1806, ahora sí, cocktail se referiría a una mezcla de bebidas con alcohol. Sería en el The Balance and Columbian Repository publicado en Hudson, Nueva York. Su editor, Harry Croswell, respondía a la pregunta “¿Qué es un cóctel?”:
Un ‘cóctel’ es un licor estimulante, compuesto por espíritus de cualquier tipo, azúcar, agua y bíteres. […]
Y a pesar de tantas historias y evidencias registradas, hay más hipótesis. El sazerac, una variante del coñac o el whisky local de Nueva Orleans, se prepara habitualmente utilizando como medidor una huevera, el típico recipiente empleado para servir los huevos pasado por agua. Este elemento de las vajillas es llamado en francés coquetier, y algunos sostienen que podría tratarse del origen de la palabra cocktail. Al igual que podría ser una adaptación de cock ale, una cerveza hecha en el siglo XVII y XVII en Inglaterra y que empleaba gallo [sic] en su elaboración.
Los orígenes de la coctelería y su historia
El significado que le demos al concepto que engloba cada una de las preparaciones y a las propias preparaciones influye a la hora de hablar de orígenes. Porque no es lo mismo hablar de una mezcla de bebidas alcohólicas o una mezcla de bebidas sin alcohol. Tampoco, por tanto, de cócteles como los que conocemos hoy en día o cócteles creados con fines menos lúdicos como son los medicinales.
Así por ejemplo, encontramos preparados de hierbas y determinados espíritus en siglos remotos, como el XVI, con exponentes como el Bénédictine. Es una combinación secreta de veintisiete plantas y especias, convertidas en un licor homogéneo, que fue creado en el año 1510 en la abadía de Fécamp por el monje Dom Bernardo Vinvelli.
De igual modo, el arte de mezclar ingredientes y crear bebidas con fines medicinales se remonta, según algunos, todavía más atrás. Concretamente al conocido como siglo de Alejandro Magno, el siglo IV antes de nuestra Era, cuando se estima que ya se realizaban con profusión este tipo de preparaciones.
No obstante, es habitual encontrar señalado como padre de la coctelería más contemporánea, aquella pensada para el disfrute mediante la ingesta —moderada— de alcohol, a un farmacéutico de Nueva Orleans. En los inicios del siglo XIX, Antoine Amédée Peychaud, que así se llamaba, pasó de la farmacia a preparar diferentes combinaciones de bebidas, con fines no medicinales, para sus amigos. Para ello, como medidor, utilizó una huevera. La historia, con tintes de leyenda, le atribuye por tanto también la invención indirecta del término cocktail, teniendo grandes similitudes con una de las hipótesis que relatábamos al inicio.
Pese a todo, en 1862 se encuentra la mayor evidencia, con la publicación de How to Mix Drinks; or, The Bon Vivant's Companion de Jerry Thomas. Esta guía para camareros presentaba un sinfín de recetas de todo tipo y una decena de recetas de “cocktails”, señalándolos como una mezcla de bebidas en la que se hacía uso de amargos.
La coctelería en nuestros días
Sea como fuere, los cócteles como tal comenzaron a hacerse populares en Estados Unidos a finales del siglo XIX y han llegado hasta nuestros días con grandes épocas de ingenio, como la provocada indirectamente por la ley seca estadounidense. En el siglo XX se convirtieron en símbolo de distinción, los lugares de moda de Norteamérica y Europa comenzaron a servir mil y una creaciones, las diferentes guerras mundiales y los contingentes americanos ayudaron a extenderlo más todavía y con todo ello alcanzamos la actualidad.
La mayoría de restaurantes, bares y pubs del planeta ofrecen cócteles en sus cartas. Los profesionales del arte, los bármanes, han conseguido ser un elemento imprescindible de los mejores establecimientos del mundo y recibir un reconocimiento más que merecido. La cultura de la coctelería está instalada en la sociedad moderna y forma parte de ella. Los cócteles, más allá de ser una simple combinación de licores, son mucho más.