Érase una vez un joven conducido por la inercia de una familia dedicada a dar de comer a los demás como ley vital. Hay sagas tan convencidas de su dedicación que acaban transmitiéndola a modo genético. En la Avenida de Aragón de Valencia tenían Hostelería Paladar. Después conquistaron El Saler, área sagrada del Mediterráneo español, con la arrocería Duna, de indudable propuesta e indudable ejecución. Tomás y Mercedes al mando. Junto a ellos, perpetuo en su curiosidad, Abraham. Sólo un zagal, su hijo. Con el paso del tiempo acabaría confirmado como Abraham Brández, rostro visible de Duna, decidido (ahí la clave de todo) a ensanchar sus aspiraciones. Se puso a trabajar al lado de maestros como Raúl Aleixandre, labrarse en el Poblet para finalmente regresar a casa, a Duna, para seguir siendo el embajador de algunos de los mejores arroces de la costa.
Fotografía cortesía de Gran AzulLa historia podría haber continuado allí, pero Brández quiso intentarlo. Hace cerca de un par de años quiso comenzar su propio relato. Hizo de un local en la Avenida de Aragón (de nuevo allí, como en el origen) su bastión, tomó por nombre el que ya cargaba el anterior restaurante, Gran Azul, y elevó la apuesta, el riesgo.
¿Iba a funcionar un restaurante rotundo como éste, decidido a tener el mejor producto en un emplazamiento incógnita?, ¿iba a responder la ciudad a la fórmula Brández (arrocería como en el Duna junto a las brasas amadas de Abraham)? La duda inicial, tal vez mayor en el entorno que en sí mismos, fue despejándose tras unos primeros meses trabados. Gran Azul se ha abalanzado sobre las listas de mejores restaurantes de Valencia y responde a las expectativas. Infunde fidelidad y sus comensales son reincidentes. A modo de anécdota, es también uno de los lugares favoritos de los dirigentes asiáticos del Valencia Club de Fútbol, unos asiduos más.
Fotografía cortesía de Gran AzulEl recinto del Gran Azul acompaña sencillo a la oferta culinaria. Esa mezcla entre las brasas y la arrocería marinera persiste en el interiorismo, atiborrado de maderas claras y apoderado por la luz. Una barra bien extensa capitaliza el primer plano en su versión más marítima. El producto, esos pescados colosales, seducen a primera vista.
Fotografía cortesía de Gran AzulLos arroces funcionan como en el Saler, en efecto, con un arroz con carabineros, con langosta o del Senyoret que merecen toda la confianza y los sitúan como destino de garantía arrocera en el centro urbano. Las brasas marcan la diferencia, su diferencia. La apuesta de Brández por el carbón vegetal de encina en un horno de brasas. Es un espectáculo ver entrar y salir la materia prima de aquel horno. El dominio del fuego. El resultado, la lubina salvaje, el lomo de atún de almadraba, lenguados al horno o lomos de vaca vieja bordados en su paso por las brasas.
En esta apuesta, de momento, Brández empieza a ganar. El Gran Azul empieza a ser un clásico.
Fotografía cortesía de Gran AzulRestaurante Gran azul
Avenida d'Aragó, 1246021 Valencia
961474523
granazulrestaurante.com
Mediterránea, Española, Asador
30€-40€