España puede presumir de ser uno de los escasos lugares en todo el mundo donde encontrar trufa negra gracias a sus condiciones climáticas a y su orografía. ¡Bendita tierra la nuestra! Los bosques y terrenos de Aragón, Soria o Guadalajara esconden un tesoro culinario único, un producto gourmet sin parangón que se adhiere al ADN de nuestra gastronomía en las manos artistas de quien comanda los fogones.
Cada año, a partir de finales de enero y hasta mediados de marzo, este hongo alcanza su punto óptimo de recolección dando pie a recetas y menús de elevado sabor. En función de las condiciones climáticas en los meses previos, la temporada de recolección se puede alargar o acortar, pero en cualquier caso invierno es sinónimo de trufas, una vez el metabolismo del hongo se paraliza y empieza a madurar.
La temporada de trufas alumbra cartas, jornadas y ferias durante estas semanas, donde se convierte en absoluta protagonista. Enterradas en tierras calizas a los pies de robles, avellanos o carrascales, muchos restaurantes aprovechan esta época para ofrecer al comensal propuestas únicas que aprovechan todo el sabor y el penetrante olor de la Tuber melanosporum. Platos y menús monográficos con el diamante negro de nuestra gastronomía como gran atractivo, prestando su sapidez a nuestros sentidos.
Siendo un producto gourmet y pese a su alto precio, conseguir trufa negra fresca está al alcance de todo aquel que sepa apreciar el hongo y quiera potenciar sus propios platos. Hoy día proveedores como fungo lo llevan hasta la puerta de casa apenas unas pocas horas después de su recolección, manteniendo intacto su aroma y su sabor. Trufas seleccionadas y localizadas por perros truferos experimentados, capaces de detectarlas incluso a medio metro de profundidad y a 50 metros de distancia, en su punto óptimo y procedentes de la zona de Teruel, una de las mejores.
No dejes de cumplir con todas las recomendaciones para mantener el producto en su mejor estado, como conservar las trufas en frio a una temperatura que no supere los 4 grados centígrados, o hacerlo en recipientes herméticos con una base de arroz o papel absorbente que elimine la humedad y que debes cambiar de forma periódica. Asegúrate de abrir el recipiente un par de veces cada día para que la trufa pueda respirar y para seguir eliminando humedad y mucho cuidado a la hora de congelar el producto. Úsalo al momento y guarda rápidamente el excedente de nuevo, ya que una vez descongeladas las trufas no pueden ser nuevamente congeladas. No las guardes más de un año.
Como aderezo en unos sonrojantes huevos trufados cortada a laminas, bañadas en destilados a modo de conserva o como guinda de los postres más osados, las trufas negras son un manjar de alta cocina presente en la carta de restaurantes de todo el mundo del máximo nivel, pero también en el recetario de cualquiera que busque dar intensidad, aroma y sabor a sus propias elaboraciones.