Albert Molins es periodista y licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona. Durante el inicio de su vida laboral como periodista fue compaginador, editor de producción y jefe de producción de La Vanguardia. Años más tarde comenzaría su andadura con los primeros blogs de gastronomía que empezaban a borbotear en España. Actualmente es redactor de temas de gastronomía, tecnología y viajes también en La Vanguardia.
Desde el 2004 y hasta el 2009, fue el editor, reportero y articulista de Homo Gastronomicus, un blog que exponía la indisoluble unión entre gastronomía y cultura, en un sentido amplio y antropológico. En el 2014 fundó Zouk Magazine, una revista trimestral de cultura gastronómica en formato digital. Junto al fotógrafo Albert Santamaria se especializó en dar visibilidad a chefs poco conocidos y a ilustrar las historias más ocultas e interesantes del mundo culinario. Tras la finalización de esta etapa llegó un nuevo vástago online: Food Undercover, una revista gastronómica auto clasificada como clandestina que apuesta por el formato largo. Con este medio colaborativo, Albert insiste en la importancia de la reflexión sobre el hecho gastronómico como si fuera un tema político o económico.
Albert es un disfrutón de los ingredientes puros y las sobremesas más largas, entre amigos y sin que falte el buen vino. Conocedor como es de las despensas mundiales más surtidas y opulentas, se decanta antes por los productos no tan lujosos pero que reportan, irremediablemente, felicidad.
¿Cuáles son los tres primeros alimentos que te entran ganas de adquirir cuando sales de compras?
Vino, queso y pan. Es que con eso ya tienes una cena improvisada para uno, para dos o para un grupo de amigos. Fácil, rápido y siempre muy agradecido.
¿Cuál es ese restaurante que repetirías sin parar?
¡Bufff! Probablemente Hisop, en Barcelona. Seguro que es el restaurante al que más veces he ido en mi vida, y en el que he celebrado alguna que otra cosa importante. Oriol Ivern, el chef y propietario, cambia el menú con cada estación. Creo que me he perdido muy pocos desde que voy hace ya más de 15 años.
¿Y cuál el que no has ido pero te mueres de ganas por ir?
Sin dudarlo a Ricard Camarena. Y a L’Escaleta de Kiko Moya. Creo que en estos momentos en la Comunidad Valenciana y en Andalucía es donde están pasando las cosas más interesantes en lo que a la alta cocina se refiere. Mucho más, con todas las excepciones que se quiera, que en Catalunya… Por cierto, ¿esto se lee en Catalunya? Quita eso último… no… ¿sabes qué? Déjalo, total…
¿En qué placer culpable te gusta incurrir (de vez en cuando) a la hora de comer?
Me vuelven loco los canelones. Me puedo comer seis de una sentada. Tengo un amigo que dice esa es la ración mínima para empezar. De allí hasta que el estómago diga basta. Hay otro, pero no lo puedo contar. Me gusta comer picante en la cama. No me hagas hablar más, por favor.
¿Cuál es el mejor mercado para ir de compras gastronómicas?
Yo compro en el Mercat del Ninot, que es el mercado municipal de mi barrio en Barcelona. Los mercados se nos están muriendo. Como mínimo los de aquí. Yo ya tengo 50 años, y soy el más joven en muchos de los puestos en los que compro. Hay que comprar en los mercados.
¿Qué capricho foodie te has dado recientemente o te gustaría darte?
En septiembre empecé a hacer dieta. He encontrado una dietista maravillosa y he perdido 17 kg. Todo bien, tampoco es que haya tenido muchas ganas de asesinar a alguien o no más de las habituales, pero la verdad es que no me he podido permitir muchas licencias. Pero sin duda, uno de mis sueños húmedos gastronómicos es un día poder comprar y beber una botella del Domaine de la Roamaée Conti. De hecho, mi hijo pequeño (10 años) el otro día me aseguró que uno de sus objetivos en la vida es que yo pueda darme ese capricho en alguna ocasión. Sin duda, algo estoy haciendo bien como padre, ¿no?
¿Recuerdas alguna locura que hayas hecho por amor... a la cocina?
Con unos amigos fuimos desde Barcelona y volvimos el mismo día para ir a comer a Quique Dacosta. Casi 1.000 kilómetros. No sé si es una locura, pero seguramente se le acerca mucho.
¿Qué ingrediente o materia prima consideras sobrevalorado?
En general los productos muy, muy caros me provocan desazón. Ni me los puedo permitir ni muchas veces me provocan más felicidad que ingredientes más sencillos y baratos. Pienso en las angulas, por ejemplo.
Y en los restaurantes, ¿qué aspecto se sobrevalora?
Los cocineros. A ver, que se me entienda. Los cocineros y cocineras son unos tipos a los que adoro, pero han adquirido un estatus de estrellas del rock -y estoy dispuesto aceptar que en algunos casos muy a su pesar- que a mí personalmente me echa un poco para atrás. Y que quede claro que exigirles, como se hace algunas veces, que sean intelectuales cultos también me parece una soberana gilipollez.
¿Y cuál se infravalora?
El producto. El otro día Aduriz decía que el producto le parecía aburrido, y después decía que su restaurante preferido era Elkano, un restaurante de producto. Y luego Ferran Adrià afirmaba que «el debate que Mugaritz plantea es el gran debate de la historia de la Humanidad». Sinceramente, me parece una tomadura de pelo y un ejemplo de lo que decía antes. Lo que no quita que Mugaritz pueda ser un magnífico restaurante, cosa que no sé porqué no he estado nunca.
¿Tu cocinero/a favorito/a?
Más allá de Oriol Ivern, y sin ninguna duda, Dabiz Muñoz. Creo que ahora mismo es, como mínimo, el mejor cocinero español y DiverXo uno de los restaurantes más interesantes y en el que pasan más cosas. Pienso que la capacidad de Dabiz es asombrosa, aunque haya gente dispuesta a hacer lo posible y lo imposible por tratar de tapar el sol con un dedo. No sé por qué… No es verdad sí, lo sé, pero no me voy a meter en líos.
¿Qué crees que debería ponerse de moda en la cocina?
Nada. No me gustan las modas ni las tendencias que hacen que las cartas de todos los restaurantes se llenen de cebiches y tatakis y se produzca una uniformidad muy aburrida.
Si nos invitas a tu casa a cenar, ¿qué nos cocinarías?
Pues hago un fricandó muy rico y unos macarrones con chorizo ahumado picante, gratinados con Comté, que si los probáis me pedís matrimonio. Os diré que no.