Con su talento innato y los pequeños huecos que encontraba mientras estudiaba Dirección y Administración de Empresas en CUNEF, Ana María Chico de Guzmán creaba como hobby tocados repletos de colores, telas, plumas y texturas. La pasión por la moda y la afición a estos complementos pronto se convirtió en una parte de su día a día y la madrileña dio el paso, tras realizar un máster de estilismo en el IED, de crear la marca Mimoki y comenzar a vender sus creaciones en tiendas de Madrid y San Sebastián. Más tarde, con el empuje de su hermano Diego, llegaría la abertura de su taller en la calle Ayala de la capital española y su posterior traslado al jardín de Federica & Co. en el 26 de Hermosilla, también en el barrio de Salamanca, con una tienda en la que además de ofrecer sus colecciones puede encontrarse una mimada selección de prendas de factura danesa, francesa y, por supuesto, española.
Para mí la cocina es un juego, es familia, es amor, diversión, el espacio para compartir las alegrías y preocupaciones y disfrutar de tu gente
Pero no solamente la moda y los tocados corren por las venas de Ana María, la gastronomía es otra de sus pasiones, una que ha convivido con ella desde temprana edad de vista por los mercados de abastos, metida en la cocina viendo a su padre a los mandos de los fogones y en la mesa para "disfrutarla mucho". Valora la materia prima buena, de calidad y natural por encima de todo, disfruta conociendo nuevas cocinas siempre que tiene ocasión y no esconde su adicción por el aguacate, un fruto que además de ser el ingrediente que la define, es su locura gastronómica constante, "siempre me parece que es buen momento para abrir un aguacate". Nueva York, por su oferta gastronómica cosmopolita, es su ciudad gastro; las galletas de mantequilla, que "me vuelven loca", su placer (in) confesable; y el romero, que la transporta al campo, su aroma. Su cara más foodie en esta entrevista para The Foodies’ Review.
¿Qué ingrediente te define?
El aguacate.
¿Qué podemos encontrar en tu despensa?
Verduras de temporada de la huerta ecológica de mi hermano La Huerta de los Zagales, aceites de oliva virgen extra y latas de berberechos, mejillones, anchoas y bonito del norte.
¿Y en la nevera?
Siempre albahaca fresca, quesos de todas partes, pastas frescas. Y cervezas artesanas, ¡Casimiro es mi nuevo must!
¿Cuál es tu playlist para una comida con amigos?
Todas las de Serge Gainsbourg con Jane Brikin. Y un recopilatorio de música francesa de los 60 y los 70 con Briggite Bardot, Nino Ferrer, Jacques Dutronc o Charlotte Leslie.
¿Y la canción para el fin de fiesta?
Cualquiera de Little Richard o James Brown.
¿Qué distingue a un buen anfitrión?
Hacer que los invitados se sientan cómodos y crear un ambiente donde la mezcla invite a la charla y las risas. Me gusta que cada uno se sienta libre de hacer lo que más le apetezca; meterse en la cocina a cotillear, elegir el vino, preparar un cóctel o trastear con los vinilos.
¿Qué significa para ti la cocina?
Para mí la cocina es un juego, es familia, es amor, diversión, el espacio para compartir las alegrías y preocupaciones y disfrutar de tu gente. En mi familia, mi padre es el rey de la cocina. Y desde pequeña el plan empezaba con él de la mano por el mercado, de puesto en puesto, charlando con pescaderos y carniceros en busca del mejor género. De él aprendí la importancia de la materia prima, me enseñó a reconocerla y valorarla. Y luego a ¡cocinarla poco y disfrutarla mucho!
Y es también el plan perfecto de domingo en pareja. Hacemos concursos de pintxos gourmet con lo que haya en casa. Mi novio es de Bilbao y la competencia es feroz.
¿Un placer (in) confesable?
Las galletas de mantequilla. Me vuelven loca, así que está prohibido que entren en casa.
¿Una ciudad gastronómica?
Nueva York. Porque allí he probado la mejor comida cubana, italiana, francesa, mexicana, japonesa…
¿Un rincón gastro para desconectar?
Casa Cofiño en Cantabria.
¿Un aroma?
El del romero, me traslada de inmediato al campo.
¿Un capricho reciente?
Los panes artesanos de cereales integrales.
¿Una locura gastronómica?
Siempre me parece que es buen momento para abrir un aguacate. En el desayuno untado en una tostada, en el aperitivo, en guacamole, creo que todas las ensaladas y sándwiches del mundo deberían incluirlo y tomarlo a mordiscos sólo con escamas de sal es mi mejor manjar.
¿Una bebida?
Agua con gas, hielo, zumo de lima, rodaja de limón y hojas de albahaca fresca. Mi particular cocktail sin alcohol que me preparo cuando llego a casa después de un día largo en Mimoki. Si es noche de fiesta, entonces ¡margaritas para todos!
¿Qué llevas cuando te invitan?
Unos botes de pisto ecológico de La Huerta de los Zagales, flores de Brumalis, quesos de Poncelet o vinos del mundo que consigo en la web The Flying Cow.
¿El look perfecto para salir a cenar?
El que me apetezca en el momento, pero si tuviera un uniforme para salir a cenar sería: vaqueros boyfriend, top lencero, americana remangada, stilletos, diadema de mi tienda, maxipendientes y labios rouge.
¿A qué cinco personajes vivos o muertos invitarías a tu cena-fiesta?
Sócrates, Balenciaga, Lola Flores, Ferran Adrià y la Duquesa de Alba. Una cena entre filosófica, artística, genial y con alma gitana.
Para esta cena-fiesta, ¿cocinarías o encargarías la comida?
¡La encargaría para no perderme nada!
¿Cuál sería tu última cena?
Sería un pícnic en el campo en verano sobre una manta, con quesos, jamón y vino.
¿Qué ingrediente o materia prima consideras sobrevalorado?
La trufa, me cansa que lo invada todo con su olor.
¿Tu noche favorita de la semana?
Los jueves esos que no quieres trasnochar pero…
Cuando entras en un restaurante, ¿en qué te fijas primero?
En el espacio, la luz y en los platos que están servidos en las mesas. A menudo antes de elegir, bastante indiscreta, pregunto a los comensales vecinos cuál ha sido su favorito.
¿Tu último descubrimiento gourmet? Restaurante, café, bar...
Hace años que cada mes voy con mi primo Íñigo a cenar a un sitio que al menos uno de los dos no conozca. Lo llamamos Cenas I+D. El último descubrimiento ha sido Kena, con una carta que combina la gastronomía nipona con la peruana de forma sorprendente.