La italiana Antonia Guerra es ingeniera y arquitecta, una mujer de números, compás, escuadra y cartabón que ha desarrollado ambas profesiones a lo largo de su carrera profesional pero que desde hace unos años, ha dejado a un lado la primera para centrarse en la segunda. Y es que desde que hace seis años lidera y gestiona el portal italiano Architettura Ecosostenibile, que aborda todo lo relativo a las soluciones arquitectónicas más efectivas para reducir el consumo energético. Y lo hace desde Londres, la ciudad a la se trasladase conocer mundo y ampliar su visión inquieta, y donde hoy en el estudio ganador del Premio Fundación Renzo Piano 2013, el arte de proyectar y construir edificios monopoliza su vida.
Amo cocinar y pintar. Para mí son dos artes que me hacen soñar para crear a partir de los elementos más simples
Y ese arte de trazar líneas, unir puntos y calcular medidas para levantar pequeñas o grandes construcciones, se parece mucho incluso sin salvar siquiera las distancias a otro de los que practica Antonia, la cocina: "Amo cocinar y pintar. Para mí son dos artes que me hacen soñar para crear a partir de los elementos más simples". Y en estos sueños imagina un exquisito ragú cociéndose a fuego lento, dulces hechos con sus propias manos, un buen vino de los que en no falta en la mesa de su familia o el aceite de oliva y la mozzarella que tan bien la definen siendo tan auténticos y genuinos como son. La voz de la bella Italia nos llega desde Londres en forma de suculenta entrevista.
¿Qué ingrediente te define?
El aceite de oliva y la mozzarella. ¡Son auténticos, genuinos!
¿Qué podemos encontrar en tu despensa?
Prevalecen las legumbres, la pasta y el chocolate.
¿Y en la nevera?
Mucha agua. Soy incapaz de beberla si no es fría, así que siempre tengo la nevera llena.
¿Cuál es tu playlist para una comida con amigos?
Dejo siempre la elección a mi novio. Siempre elige la canción correcta.
¿Y la canción para el fin de fiesta?
Para el fin de fiesta, un jazz muy suave de fondo para poder seguir disfrutando de la conversación.
¿Qué distingue a un buen anfitrión?
La sonrisa y la calma.
¿Qué significa para ti la cocina?
Son mis horas para relajarme.
¿Un placer (in) confesable?
Mojar pan en la olla mientras se hace la salsa. Típicamente los domingos por la mañana, cuando el olor del ragú, todavía cociéndose me despierta. En ese momento no me puedo resistir.
¿Una ciudad gastronómica?
Londres, donde están las mejores cocinas de todo el mundo.
¿Un rincón gastro para desconectar?
En la cocina de la casa de mi madre. Perfecto para pasar un rato charlando mientras probamos y picamos lo que estamos cocinando, con el inevitable buen aroma a ‘cocinado en casa’.
¿Un aroma?
El de la albahaca. Es el aroma de mi casa.
¿Una bebida?
En casa, siempre un buen vino. La mía es una familia de enólogos, de modo que solo cuando salgo prefiero pedir una cerveza.
¿Qué llevas cuando te invitan?
Un dulce hecho por mí.
¿El look perfecto para salir a cenar?
Ponerme un zapato de tacón alto.
¿A qué cinco personajes vivos o muertos invitarías a tu cena-fiesta?
A los cinco miembros del grupo musical The Strokes. ¡No tengo duda de cómo acabaría la fiesta!
Para esta cena-fiesta, ¿cocinarías o encargarías la comida?
Habré pedido comida a casa dos veces en mi vida. Para la pizza es diferente, es con lo único que hago excepción. Así que cocinaría.
¿Cuál sería tu última cena?
A base de dulces.
¿Qué ingrediente o materia prima consideras sobrevalorado?
El foie-gras.
¿Tu noche favorita de la semana?
La de los viernes, cuando empiezo a saborear el inicio del fin de semana y a menudo me concedo una buena pizza.
Cuando entras en un restaurante, ¿en qué te fijas primero?
Como buen arquitecto, en el diseño del local. Debe ser acogedor. Y también en la distribución de las mesas.
¿Tu último descubrimiento gourmet? Restaurante, café, bar...
Una pequeña pastelería cerca de mi casa, para desayunar los fines de semana, incluso todos los días para el café al vuelo que me tomo antes de irme a trabajar. Hay una atmosfera relajada y amigable, y ¡cómo renunciar a su pan con Nutella!