Hace más de una década que Cova Morales (Gijón, 1967) puso en marcha su blog gastronómico, Comoju. Un espacio en la red en el que, casi por necesidad, publicaba las recetas que llevaba a cabo en la intimidad de su hogar y que amigos y familiares le reclamaban día sí día también. Publicarlas online, sin duda, era la mejor opción.
Sin embargo, lo que había sido una forma de hacer accesible su recetario particular a su entorno más inmediato pronto despertó el interés de muchas otras personas. El blog, poco a poco, despuntaba en los círculos gastronómicos y esta asturiana afincada primero en Madrid, y más tarde en Valencia, donde se ha quedado, comenzaba a dejarse ver aquí y allá.
De relatar «la cocina del día a día», como reza parte del subtítulo de su bitácora personal, pasaba a narrar «el día a día de la gastronomía». Y, más concretamente, el de la valenciana. Participando cada vez más en eventos, encuentros y presentaciones, dándolas a conocer en la red, e incluso conduciendo su propio espacio radiofónico Café y Cova, en el que repasaba la agenda gastronómica de la Comunidad Valenciana y entrevistaba a diferentes figuras relacionadas con la buena mesa.
¿Cuáles son los tres primeros alimentos que te entran ganas de adquirir cuando sales de compras?
Me encanta el dulce, así que todo lo relacionado con ello es mi perdición. También soy muy quesera y el queso es otra de mis debilidades.
Y otro alimento sería complicado. Soy muy carnívora, pero cuando voy a mi tierra me pierde el pescado.
¿Cuál es ese restaurante que repetirías sin parar?
Es un restaurante, sidrería, que hay en Gijón. Es de comida casera, que pienso que es algo que nunca deberíamos de olvidar y se llama Casa Segundo.
¿Y cuál el que no has ido pero te mueres de ganas por ir?
Tengo muchas ganas de ir a Güeyu Mar en Ribadesella.
¿En qué placer culpable te gusta incurrir (de vez en cuando) a la hora de comer?
Me suelo controlar mucho a la hora de comer, pero cuando voy a un restaurante, me olvido y disfruto sin control lo más posible, para poder conocer a fondo la cocina del restaurante.
¿Cuál es el mejor mercado para ir de compras gastronómicas?
Estando aquí en Valencia, sin ninguna duda el Mercado Central, el templo del sabor, del producto, de la gastronomía.
¿Qué capricho foodie te has dado recientemente o te gustaría darte?
Una buena mariscada. Es algo a lo que nunca le pongo ninguna pega.
¿Recuerdas alguna locura que hayas hecho por amor... a la cocina?
¿Locuras por la cocina? Por ese amor a la cocina comencé en esta locura en la que estoy ahora. Comencé a buscar recetas nuevas, diferentes, a salir de los platos del día a día pero sin buscar complicaciones, ni ingredientes raros.
Locura de experimentar, de comprar mil ingredientes que nunca antes se me hubieran imaginado, mil cachivaches... la cocina es una locura que engancha.
¿Qué ingrediente o materia prima consideras sobrevalorado?
Últimamente le estoy empezando a coger un poco de manía al queso de cabra y como se utiliza en demasiadas cosas, en platos donde más que otra cosa, los estropea.
Y en los restaurantes, ¿qué aspecto se sobrevalora?
Pienso que los restaurantes cada vez más están cuidando lo que hacen y lo que ofrecen. Menos espectáculo y más producto, más respetar lo que hacen y sin nada que distraiga de lo que realmente quieren ofrecernos.
¿Y cuál se infravalora?
Ahora que estamos empezando a reivindicar el buen pan y el buen aceite, creo que son dos ingredientes a los que no se les da el valor que se les debería de dar realmente.
Por suerte, cada vez se le estando más valor y espero que siga así.
¿Tu cocinero/a favorito/a?
Siento una predilección especial por Ricard Camarena, tanto como persona, como profesional.
¿Qué crees que debería ponerse de moda en la cocina?
No me gustan las modas, al final todo acaba pasando y acaba cansando. Que respeten el producto, que hagan disfrutar de las elaboraciones y nos hagan salir de un restaurante con la satisfacción de todo lo que hemos sentido con cada uno de los platos.
Si nos invitas a tu casa a cenar, ¿qué nos cocinarías?
Para cenar algo liviano. Así que un pescado iría perfecto. Un besugo a la espalda, por ejemplo.