«¡Sospecha de alguien que esté siempre a dieta!», exclama con humor esta arquitecta y melómana empedernida. O «musiquera», como ella misma se define. Marta Vélez (Miranda de Ebro, Burgos, 1980) vive en Barcelona desde 2006 y es en esta ciudad a orillas del Mediterráneo donde ha desarrollado gran parte de su carrera profesional. Siendo participe de proyectos como el del futuro Museo Thyssen de Sant Feliu de Guixols, con BOPBAA, o la reforma de la Escuela Sant Gregori, con COLL-LECLERC.
Sin embargo, además de la arquitectura y la música, a esta burgalesa también le pierde la comunicación. Por eso cofundó el magacín digital Underscore, centrado en la cobertura de conciertos de música independiente, donde además de relatar lo que se cuece en salas y festivales, fotografía a artistas que admira como Wilco, Dinosaur Jr o Arctic Monkeys; y colabora con diversos medios, como Habitissimo, donde se ocupa de la decoración de interiores y la arquitectura.
Y al margen de arquitectura, conciertos —que ha tenido que dejar algo de lado desde que ha sido madre hace apenas un año— y comunicación, a Marta le gusta mucho la buena mesa. «Soy golosa y me encanta comer», admite. Los chocolates son seguramente su máxima debilidad y la cocina más sencilla y poco intervenida, aquella que deja hablar a los ingredientes que pueden hacerlo, es la que le conquista.
¿Cuáles son los tres primeros alimentos que te entran ganas de adquirir cuando sales de compras?
Me encantaría quedar estupendamente y decir que alguna cosa sanísima, pero la sección chocolates es la que tiene atracción magnética, aunque intento controlarme y como mucho coger uno con almendras y no sentirme tan mal. Por suerte también me suele atraer el pescado y algunas frutas como las fresas, sandías o melocotones.
¿Cuál es ese restaurante que repetirías sin parar?
Pues voy a volver quedar fatal, pero el que realmente repito y repito es el Bacoa. Ahora la moda de las hamburguesas gourmet se ha ido de las manos y muchos les han intentado imitar, igualar, superar... Pero no. Las de Bacoa están mejores, eso es así.
¿Y cuál el que no has ido pero te mueres de ganas por ir?
Hace poco tuve que reservar varios restaurantes en Nueva York para un grupo de clientes arquitectos. Uno era Morimoto, japonés en Chelsea Market con una pinta increíble. Es del arquitecto Tado Ando, japonés y mi favorito. Espero volver pronto y poder comer allí, el menú, también japonés, promete y el sitio es precioso. Seguro que me encanta.
¿En qué placer culpable te gusta incurrir (de vez en cuando) a la hora de comer?
Lo dicho, el dulce y los postres en general me pierden. Dicen que hay un segundo estómago para el postre y es así, en un restaurante siempre, siempre pido y en casa, aunque termine con fruta, no me puede faltar el toque de una oncita o dos de chocolate. O un helado, incluso en invierno. Las grasas en general no son lo mío y casi nunca me da por cosas gochas saladas, la verdad. Al menos compenso con eso.
¿Cuál es el mejor mercado para ir de compras gastronómicas?
Pues la verdad es que mis mejores compras son en la huerta de mi abuelo que ahora cultiva sobre todo mi padre. Eso sí que es verdura y fruta orgánica de verdad, los tomates son inigualables. Cuando no puedo ir o no pueden traerme (estamos a demasiados kilómetros) y saco tiempo para ir de mercado, vamos a los cercanos a casa, el del Clot y Fort Pienc en Barcelona. Pero no os voy a mentir, voy mucho, mucho menos de lo que me gustaría.
¿Qué capricho foodie te has dado recientemente o te gustaría darte?
Pues últimamente nos está costando darnos homenajes, ya que con un bebé de 1 año la cosa se complica. Pero por ejemplo hemos podido probar la fusión mexicano-asiática en Mexia, restaurante en Santander del chef con estrella Óscar Calleja o comer un estupendísimo menú del día en el Clarete de Vitoria. Sitios asequibles y ricos.
También estamos viajando menos pero siempre que lo hacemos intentamos escoger algún sitio especial cuando podemos. Un capricho que me gustaría... Demasiados. Tengo mil sitios pendientes.
¿Recuerdas alguna locura que hayas hecho por amor... a la cocina?
Empacharme. Mejor no lo recuerdo porque la verdad es que la sensación es malísima, pero me llevaron a un restaurante de montaña donde sacaban comida sin parar, barato y rico, y como soy incapaz de dejar nada en el plato seguía y seguía y acabé rodando por el suelo. Literal. Locura que todavía me recuerdan mis amigos porque realmente fue de totai absoluta.
¿Qué ingrediente o materia prima consideras sobrevalorado?
El pan. No me gusta el pan. Nunca me ha gustado el pan. Lo sé, soy rara. Mi madre dice que es culpa de mi abuela que de pequeña me dijo que «el pan atontaba», pero la verdad es que no le veo la gracia, realmente no me sabe a nada y en todo caso me enmascara el sabor de lo que acompaña. Sé que muchos piensan que es un sacrilegio pero es lo que pienso. Es cierto que desde que vivo en Cataluña, desde hace más de una década, al menos lo tomo de vez en cuando porque con tomate y aceite es otra cosa.
Y en los restaurantes, ¿qué aspecto se sobrevalora?
Para mí todo el tema de vinos. Entiendo esos temas de maridajes y de que algunos pegan más con unas comidas, pero yo no lo termino de valorar. Supongo que realmente es porque no termino de entender y realmente, creo que para comer me gusta más el agua.
¿Y cuál se infravalora?
Muchas veces la experiencia global de sentirte mimado, que te traten muy bien. Cuando sales de casa no solo quieres llenar el buche, sino una experiencia global, donde te hagan sentir estupendamente. Por eso es tan importante el personal; me da mucha rabia comer en un sitio que me guste y que los camareros sean maleducados o incluso pasotas, me parece que el trato con el comensal es muy importante.
Y, como arquitecta, valoro mucho los espacios, el estar cómodo y que haya buena iluminación. Tampoco se puede infravalorar que no falten detalles como las tronas o cambiadores para bebés, ya por pedir.
¿Tu cocinero/a favorito/a?
A nivel famoso no he tenido el gusto de probar tantísimos, pero de los que sí, me quedo con Fina Puigdevall del restaurante Les Cols de Olot. Un lugar increíble, de los arquitectos RCR, con un servicio estupendo y donde te enseñan la cocina y, de repente, entiendes todo. Es una fusión clarísima de buenos ingredientes, sencillez y mucho amor por la cocina y el entorno.
No puedo dejar de tirar para la tierra y Alberto Molinero del restaurante Lola en Benatevilla, el Roca y más recientemente el Viva en Miranda de Ebro es ya más que una promesa.
Y por último Adrián Rubio, un amigo que tras pasar con mucho éxito por varios restaurantes, ha abierto el suyo hace... ¡Unas semanas! Pero como primicia os digo que tenéis que pasar por el restaurante Cierzo si vais a Barcelona.
¿Qué crees que debería ponerse de moda en la cocina?
Creo que empieza a estarlo, de hecho. La cocina con ingredientes que hablen por sí solos. Reconozco que me puede encantar una superelaboración que me sorprenda por original o por una mezcla de sabores que no espere, pero es algo para ocasiones especiales. Lo que nunca me cansa es un buen producto: un cordero al horno de leña no necesita realmente nada, igual que un buen pescado de roca. Un jargo recién pesado en Cantabria no necesita ni siquiera una guarnición. Creo que ese tipo de cocina es como los vaqueros; nunca pasará de moda.
Si nos invitas a tu casa a cenar, ¿qué nos cocinarías?
Me temo que yo poca cosa os podría cocinar, como mucho sacaría pimientos de la huerta asados por mi familia, les echaría un chorrito de buen aceite y los acompañaría de ventresca o de anchoas. Pero cocinar cocina estupendamente mi marido, siempre distinto y con lo que pilla, sin seguir recetas ni repetir. Así que depende mucho de lo que hubiera en la nevera... ¡es imposible saber con qué menú os sorprendería!