El consumo de esta preciada raíz empezó en la Antigüedad Clásica, extendiéndose hasta nuestros días. Además, se convirtió en alimento básico de las poblaciones europeas durante la Edad Media. Esta hortaliza fue un alimento esencial para que la población pudiese superar los periodos de hambruna que afectaron a todo el continente europeo durante el Medievo, cocinándose tradicionalmente en potajes, guisos, sopas y purés. La chirivía era consumida mayoritariamente por el campesinado generalmente durante los meses fríos de otoño e invierno.
Antes del descubrimiento de América, la chirivía gozaba de una gran popularidad en todo el territorio europeo, pero tras los viajes al Nuevo Mundo y el intercambio de alimentos, pronto empezaron a sustituirla por otras plantas traídas del Nuevo Continente como la patata. Olvidada y reemplazada, poco a poco se está reclamando su consumo y cada vez resulta más común encontrarla en los mercados de abastos, supermercados, restaurantes y hogares.
Qué es la chirivía (pastinaca)
Conocida también como raíz de invierno o pastinaca, la chirivía es una planta perteneciente a la familia de las umbelíferas, de nombre científico Pastinaca sativa. Es una herbácea bianual de raíz carnosa, comestible y medicinal, que procede de Eurasia.
Crece de manera silvestre por toda Europa en barbechos y praderas, e igualmente puede cultivarse en terrenos profundos y no demasiado pedregosos. Esto se suele realizar de manera bianual, es decir, dos veces al año, entre los meses de septiembre y marzo, obteniéndose una variedad más dulce y mejorada durante los meses de invierno. Su cultivo no resulta demasiado apropiado para climas cálidos, donde la planta no sobrevive, sino que necesita climas fríos, e incluso las heladas favorecen a su desarrollo para potenciar todas sus cualidades organolépticas. Una ventaja de cultivarla los meses de invierno es que puede permanecer bien conservada en la tierra un buen tiempo hasta que tenga que recolectarse.
De forma muy similar a la zanahoria, esta raíz carnosa y algo más gruesa, presenta un color crema o marfil, un sabor delicado, dulce, ligeramente anisado y una textura compacta. La chirivía presenta multitud de propiedades para la salud y además su uso en la cocina está cada vez más extendido por su versatilidad a la hora de consumirla.
Propiedades de la chirivía
En cuanto a sus propiedades nutricionales, la chirivía está compuesta por un 80% de agua, lo que la hace un alimento muy hidratante y ligero. Rica en vitaminas de los grupos B, C, E y K, minerales como el magnesio, el fósforo, el calcio o el zinc y fibra, es un alimento que debemos incluir en nuestra dieta debido a sus beneficios para la salud y para nuestro sistema inmunitario.
Gracias al aporte de vitaminas, resulta un gran aliado antioxidante que protege a las células del estrés oxidativo, reduciendo las posibilidades de contraer enfermedades oculares degenerativas, manteniendo sanos los tejidos del cuerpo, y previniendo la inflamación y el envejecimiento celular. Igualmente favorece al correcto funcionamiento del sistema nervioso y cumple una importante función estructural debido a su aporte de fósforo. Por su contenido en magnesio, colabora con el mantenimiento de los nervios, los huesos y los músculos.
Además esta hortaliza que contiene ácidos grasos omega 3 y omega 6, así como un gran aporte de carbohidratos en nuestra dieta, es una buena fuente de proteína vegetal que tiene efectos depurativos sobre el hígado y la vesícula. Por otra parte, gracias a su aporte en fibra, facilita la digestión favoreciendo el tránsito intestinal, ayuda a reducir los niveles de colesterol en la sangre y previene la obesidad.
La chirivía resulta un excelente ingrediente para consumir durante los meses de otoño e invierno para fortalecer nuestro sistema inmunológico, una sopa de chirivía tiene efectos analgésicos que alivian el dolor, y resulta muy efectiva para curar catarros, atacar la tos y reducir los problemas respiratorios.
Usos en la cocina de la Chirivía
Conservada en un lugar fresco, como el frigorífico, dentro de una bolsa con cierre hermético, la chirivía puede mantenerse en buen estado durante al menos 15 días. Para su consumo, se pueden comer tanto crudas como cocinadas. Como cualquier otra hortaliza, lo principal será lavarla bien con agua retirando todos los restos de tierra que pueda tener.
Si optamos por comerlas al natural, peladas y laminadas con ayuda de un pelador, aportarán un toque de distinción a ensaladas, cremas de verduras o guarniciones para carne o pescado. Pero es cierto, que como más se aprecia su sabor y textura, es cocinándolas.
Quedarán especialmente buenas ligeramente cocidas, unos 2 min en agua hirviendo con sal y salteadas después con un poco de mantequilla, ideales para servir como acompañamiento para carnes de caza, por ejemplo.
Igualmente podemos preparar una crema de chirivía con un poco de nata líquida, algunas especias y añadírselo a un plato de pasta con langostinos y algunas hierbas aromáticas frescas picadas.
Como mencionamos anteriormente, una sopa de chirivía y otros vegetales podrán ser buenas opciones de cenas rápidas, ligeras y muy nutritivas durante los meses de otoño e invierno.
Del mismo modo que un puré de patatas, zanahoria o coliflor, podemos preparar un puré de chirivía y utilizarlo como guarnición para pescados blancos cocinados al horno o a la plancha. Otra forma de consumirla, es frita, en forma de chips, que pueden ser el complemento perfecto para un pollo al curry con arroz y cilantro.
Por su sabor y aroma tan característico puede disfrutarse de innumerables maneras, ya sea en crudo, salteadas, al horno, en puré, en sopas y caldos, fritas...
Sin lugar a dudas, la chirivía ha sido un alimento muy popular a lo largo de diferentes periodos históricos, que a día de hoy, como podemos ver en los mercados y restaurantes, empieza a recobrar la importancia que había perdido. Gracias a los beneficios que aporta a nuestra salud, así como a los múltiples usos que se le pueden dar en la cocina, la chirivía debería ser una hortaliza más en nuestro consumo habitual de vegetales.