Dentro de las muchas variantes de la planta de la mostaza, una de las más comunes es la Brassica juncea, la cual es conocida en occidente con varios nombres, como mostaza de la India o mostaza china. Se usa tanto en la cocina oriental como en la africana, y es el ingrediente principal del karashi, la mostaza japonesa.
La preparación del karashi es bastante simple, a partir de las semillas machacadas de esta mostaza, y es un aliño muy común dentro de la gastronomía japonesa. Se puede conseguir en forma de polvo o bien en pasta. En el caso de conseguirla en polvo, la manera más normal, hay que mezclarlo con agua hasta conseguir la densidad deseada, igual que se hace con otros productos japoneses, como el wasabi.
Una vez tenemos el karashi a nuestro gusto, su uso es muy versátil. Se suele servir para consumir oden, un cocido ligero japonés, natto, un fuerte plato de soja fermentada, o shaomai, un típico dim sum chino. En todos los casos, sirve para aportar un contrapunto ácido y avinagrado a sabores muy contundentes. Otro plato clásico es el karashi renkon: hojas de loto rellenas con karashi.
También es un ingrediente tradicional en la elaboración de varios encurtidos tradicionales, como el tonkatsu, hecho con berenjenas japonesas, y se suele mezclar con mayonesa para obtener una rica salsa que se puede usar tanto con carne como con pescado, además de ser muy popular para dipear.
Encontrar karashi en tiendas occidentales no es tarea fácil a menos que nos acerquemos a una tienda especializada en productos orientales. Lo más normal es encontrar la mostaza en su versión en polvo, aunque es posible que encontremos la versión de pasta en tubo, que recomendamos para principiantes. Hay que tener en cuenta que también es un producto habitual en la cocina china.