La naranja blanca presenta una serie de características que la diferencian de la otra gran variedad consumida en el mundo, la navel. La manera más fácil de diferenciar una de otra es que, a simple vista, las navel presentan un característico ombligo, una muesca que no está presente en las blancas. También, de manera habitual, las blancas tienen un tono de color un poco menos intenso que las navel.
Bien, esto es a nivel visual. Pero la naranja blanca tiene sus propias características. La primera, que su maduración es más tardía que la del resto, ya que su cosecha puede comenzar en enero y se extiende hasta finales de junio, dependiendo del tipo de variedad que estemos hablando.
Dentro de la naranja blanca encontramos, principalmente, a la Salustiana, la Cadenera, la Valencia Delta Seedless, la Valencia, la Valencia Late, la Barberina o la Valencia Midknight Seedless. La Valencia es quizá la más común, y de la que derivan varios tipos con ciertas modificaciones.
Lo cierto es que la naranja blanca destaca por su sabor dulce, calibre por encima de la media y una gran cantidad de líquido. Esto convierte a este tipo de naranjas en ideales para hacer zumo, aunque no las descarta como fruta de mesa.
La Valencia es originaria de California, y no tiene mayor relación con la región de Valencia, más allá de que es una de las variedades más cultivadas de esa región, junto con la Salustiana, mutación valenciana de la Late que apareció a mediados del siglo XX.
La Barberina también apareció de la misma manera en Valencia y comparte con sus hermanas una piel fina, pocas semillas y un zumo espectacular. Las Late se recogen de marzo a junio, mientras que las otras dos son más tempranas: de enero a abril.
Otras naranjas blancas, como la Valencia Delta Seedless o la Valencia Midknight Seedles se cultivan habitualmente en países como Sudáfrica y destacan por su capacidad para aguantar bien los viajes, por lo que se exportan prácticamente a todo el mundo. Son de las que se recogen hasta más tarde, llegando incluso a finales de junio.