El quimbombó es un vegetal que se cultiva en zonas del mundo con clima tropical o muy cálido. Es un alimento básico en la dieta africana y no es extraño encontrarlo también en zonas de Asia o América, tanto en el sur como en el norte, donde llegó con las primeras oleadas de esclavos africanos. Las primeras referencias que encontramos en la historia a su consumo nos llevan al Antiguo Egipto, uno de los centros de comercio más importantes de la época.
Al quimbombó también se le conoce como okra, quingbombó, bamia, derere, bhendi o candia, entre otros muchos nombres, debido a su amplia y rápida expansión alrededor del mundo. Lo que se consume es el fruto, que recuerda, sin serlo a un pequeño pimiento, que puede tener unas estrías alargadas a lo largo de la piel, de tal forma que al cortarlo nos deja una curiosa forma de estrella.
Se usa de muchas maneras, siendo un producto muy versátil. Podemos encontrar quimbombó crudo para acompañar ensaladas o incluso se guarda deshidratado para aportar sabor. Hay sopa de quimbombó, pero también se puede consumir frito o cocido. Hay que tener en cuenta una que es mucilaginoso, es decir, posee una sustancia viscosa que sorprende al probarla en crudo, pero que es muy apreciada en los guisos debido a su poder espesante.
Quizá sea este el lugar de la gastronomía donde más brilla el quimbombó, puesto que combina a la perfección con el tomate, el cilantro, el pimiento y otras especias, para acompañar cualquier tipo de carne o pescado. Es un espesante natural que da una consistencia peculiar.
Uno de los guisos más heterodoxos del mundo, el gumbo de Nueva Orleans, el gran ejemplo de la comida criolla, incorpora en muchas de sus recetas el uso del quimbombó, dejando claras las raíces africanas de este plato que une esta tradición a la francesa y española.
Sin embargo, en gran parte de Europa Occidental, el quimbombó es casi un desconocido, mientras que, en otros países, como Grecia, encontramos algunos platos tradicionales que todavía lo incorporan.