Se dice que este curioso plato era el favorito de los luchadores de kendo, la esgrima japonesa, a los que les gustaba comer esta receta de pulpo crudo antes de cada combate. Lo cierto es que hoy en día es un plato típico en muchos sitios de Corea, aunque hay que tener cuidado a la hora de degustarlo. Debido a su singular presentación, ha llamado la atención de muchos extranjeros, pero son pocos los que vencen su reticencia a probar este manjar en el que el ingrediente principal todavía se retuerce.
Sí, el sannakji se consume fresco. Tan fresco que los trozos de pulpito están recién cortados, de hecho puede quedar alguno entero, y se agitan sobre el plato, lo que da bastante impresión a aquellos que no están acostumbrados. Su consumo, además, se tiene que realizar siguiendo ciertas normas y no está exento de cierto riesgo.
Las ventosas en los tentáculos siguen conservando toda su fuerza y reaccionan igual que si los pulpos estuvieran vivos, por lo que se pueden pegar a la lengua o el paladar. En los casos más extremos, pueden atorar la garganta, provocando la muerte por asfixia. Para evitar esto, hay que sumergir bien cada trozo de pulpo en aceite de sésamo, ya que impide que las ventosas se adhieran con tanta felicidad.
Otro consejo es masticar bien cada pedazo, de tal manera que no quede ninguna ventosa entera. El riesgo es real, y este plato está prohibido en varios países occidentales. El sabor es lo que podemos esperar al comer pulpo crudo, correoso y salado. Algunos expertos comedores de sannakji disfrutan al tragarse un pulpito y notar cómo se mueven los tentáculos por la garganta. Para gustos, colores, como se suele decir.
Además de con aceite de sésamo, se suele acompañar de kimchi o con guarnición de huevas de pescado. En cuanto al maridaje, el sannakji se sirve de manera habitual con soju, una bebida alcohólica típica de Corea hecha a partir de arroz y cerveza. A veces, incluso mezclando las dos bebidas.