De vez en cuando pienso sobre esta cuestión. Es un asunto recurrente en mi pensamiento y suele reaparecer cuando veo platos insólitos de algunos cocineros, y la interpretación que hacen algunas personas de estos.
Obvio es que la alta cocina requiere de reflexión, aunque no puede haber alta cocina sin unos cimientos firmes de cocina tradicional. Una culinaria de excepción se sustenta en esos cimientos y se desarrolla pensando, investigando, probando… hasta lograr la excelencia.
Entonces, ¿en qué quedamos? El arte, grosso modo, se define como forma de expresión creativa de los seres humanos y ello supone la capacidad de representar sus sentimientos y emociones sobre sí mismo y sobre lo que le rodea. Bajo estas premisas, ¿encaja la cocina como arte?
Por otro lado, la artesanía es el fruto de un trabajo que se realiza con las manos o con máquinas sencillas y nunca responde a procesos automatizados, consiguiendo que cada objeto (léase plato) creado sea una pieza única e irrepetible. Y añadiría que se transmite de padres a hijos, o de maestros a aprendices.
¿Encaja su concepto de la cocina en alguna de estas dos definiciones?
Sacando el tema en distintas conversaciones, me he encontrado con tres posturas diferenciadas, todas con bastantes adeptos. Aclaro, eso sí, que esta cuestión la he mencionado a personas que, de una manera u otra, están relacionadas con la gastronomía. Estoy segura de que, si lo intentara fuera de esos círculos, la conversación, debate o discusión ni siquiera llegaría a producirse porque no le interesaría a nadie.
Están los que, sin duda, veneran la cocina como el octavo arte, y más allá del valor gastronómico del plato, vislumbran mensajes, pensamientos, reivindicaciones y provocaciones de gran peso intelectual.
En el lado contrario, están todos aquellos que encuentran valía a la cocina en tanto el plato les agrade por su sabor, cantidad, textura y estética. Hablando en plata: personas que buscan satisfacción o placer en el acto de comer y que los platos también sacien su hambre, sin tener en cuenta si refleja (o no) las emociones o sentimientos del cocinero.
Por último, hay una tercera corriente que no se siente interesada por ver la cocina como un producto artístico, aunque no se niega a experimentar y sentir en una comida, pero no por ello tiene porqué cavilar sobre ninguna trascendencia del plato.
¿En qué grupo se sitúa usted? Bien es cierto que podemos formar parte de todos y de ninguno. Aunque, en líneas generales, las personas siempre tendemos a acercarnos más a un grupo. ¿Es la cocina una forma de filosofía?
Tengo una pregunta más. ¿Puede usted emocionarse con un plato? No es la primera vez que la hago y, en este caso, a personas de cualquier profesión, aficionadas o no a la gastronomía, y la repuesta siempre es sí. Lo cierto es que no recuerdo ninguna respuesta que no haya sido por el mismo motivo: porque a quien paladea, degusta y come un plato le lleva a un recuerdo. De ahí parte la emoción.