Conocí a José Barea hará unos nueve o diez años. Por entonces, coincidiendo en la revista Beef!, realizamos algunos trabajos juntos; José fotógrafo, yo periodista. Mi amigo Pepe Gorines le recordará en una producción en su casa (la de Pepe) en la que José fotografió su tortilla del Sacromonte. Conectaron muy bien ambos.
En estos últimos tiempos en los que nos hemos visto en contadas ocasiones, él ha desarrollado un trabajo bestial (nunca mejor dicho, y en breve me entenderán) fotografiando, cual modelos de la realeza, a miembros de las razas españolas vinculadas con la ganadería, las granjas y el campo. Montaba verdaderos estudios en distintos parajes campestres para que el paisaje no desdibujara al auténtico protagonista. Al principio hombres y mujeres le miraban raro, pero conforme fue derribando muros y convenciendo a reticentes, los siguientes fueron más receptivos al enseñarles retratos ya hechos.
Dice Barea que más de un cuarenta y cinco por ciento del ganado ovino está en extinción, y en torno a un cuarenta por ciento del bovino se encuentra en la misma situación. Él cree que a lo que no sabemos poner cara, directamente no existe. Y si no conocemos algo, es muy difícil que lo queramos proteger. Así, con el objeto de dar visibilidad a lo invisible, recorrió España para acabar ofreciéndonos una información visual desconocida y un verdadero trabajo de documentación. Todo ello lo encontramos en un libro titulado Bestiarium y en una exposición itinerante, con las fotografías en préstamo para todo aquel que tenga verdadero interés en compartir. En estos pasados días se pudo ver una pequeña muestra en la Torre del Vico, un Relais & Chateaux en la comarca del Matarranya, en Teruel, en esa franja que no es Catalunya ni Aragón, sino La Franja. Aunque, anteriormente, ha viajado por varias provincias españolas.
Los animales están fotografiados en modo retrato, mostrando sus rostros con orgullo. Si vemos las fotografías en exposición, y estas están colgadas a la altura adecuada, podemos profundizar en unos ojos insoslayables que, irremediablemente, nos muestran que la bestia es un ser vivo, algo que sabemos, pero no siempre somos conscientes. José Barea nos permite conectar con los animales y realizar lo que muchos humanos hemos olvidado: mirar a una gallina a los ojos y así dejar de soñar con ovejas eléctricas. También descubrir que las cabras tienen los ojos muy extraños, con pupilas rectangulares.
Aunque la cosa va más allá. Todos sabemos qué es una vaca, ¿pero qué vaca? Españolas hay treinta y nueve, y treinta y una están desapareciendo. ¿Conocemos nuestros cerdos? En total, tenemos ocho, y siete están languideciendo.