DAMMnificados

Artículo de Carmen Alcaraz del Blanco
Los chefs son los únicos protagonistas del nuevo anuncio de la cervecera mediterránea. Prometen cuidar nuestro cuerpo y nuestra alma, pero se olvidan de algo más importante que el comensal: sus propios trabajadores y compañeros del gremio.
Por Carmen Alcaraz del Blanco
01 de marzo de 2021

Podría haberse llamado "Hosteleros", "Cocineros" o "Restauradores", pero no, el último anuncio mediterráneo de Damm, estrenado anoche en redes y en televisión, lleva por título "CHEFS". Que no se nos olvide ni un segundo: chefs, el máximo rango de la brigada, los mandamases del sistema de la jerarquía culinaria. Algo así como si un spot de universidades llevara por título "Rectores" o si en uno de los clips que tantos bancos han realizado durante la pandemia solo se agradeciera a los directores de hospitales y no a todos los sanitarios por su gestión y paciencia.

Los dammnificados, con dos emes, hablan en el anuncio de innovación, creación, de productores de la tierra, de excelencia, de ilusión y, ojo al dato el humor que se gastan, también de autocrítica. El espectador presencia un juramento entre hipocrático y faustiano, con tintes de mala campaña electoral: prometen cuidar de nuestro cuerpo y de nuestra alma, ahí es nada. Sin embargo, en ningún momento del vídeo mencionan a sus trabajadores. La frase más reveladora, la que mejor resume este ejercicio onanístico, dice textualmente: "es decir, seguiremos trabajando exactamente igual, como lo hemos hecho siempre". Ole vuestros huevos de gallinas felices.

La cervecera o quizá ellos mismos podrían haber sugerido que se integrara de manera transversal a representantes de cada uno de los puestos que nutre al sector, incluso que se invitara a jefes de cocina que no forman parte de la alta cocina, aquellos que alimentan otro tipo de apetitos y de mesas. Pero no, han preferido que solo figuren los chefs del "starsystem" y el resultado es un ejercicio terriblemente clasista que los aleja profundamente de las plantillas damnificadas, —con solo una eme y muchos EREs—. De esta manera han perdido una oportunidad de oro para demostrar empatía y para compartir o al menos fingir el espíritu de gremio que tanto necesita la restauración. Una vez más, solo ellos son los protagonistas.

Por cierto, no es por hacer sangre, pero lo último que me pediría en los restaurantes de estos chefs es esa cerveza, la cual sí asocio a los bares donde fui feliz.