Aunque el discurso gordo de la gastronomía moderna haya sido dictado al fino micro-micrófono de ordenadores y móviles, lo cierto es que aún no ha perdido su simbolismo fálico, pues ha sido construido desde y para engorde del mismísimo ego masculino.
Toda la gran biblioteca culinaria ahora apilada en El Bulli Fundation que comprende y amplia la sapiencia de lo que fue la revolución adriana y revelaba lo que había de ser la cocina de entonces en adelante, está producida por varones que hoy son los barones del star system de la gastronomía, del que la mujer volvió a quedar fuera tal y como venía siendo acostumbrado en la Nouvelle Cousine que a su vez tampoco metió mano al ancient regine masculino imperante durante la hegemonía francesa de la culinaria mundial.
La distancia marcada y la inaccesibilidad siguen siendo la realidad social del sector.
Se hace necesario reescribir esos gordos discursos, esas líneas/vigas maestras, esa narrativa central y principal de esta disciplina y profesión. No se trata de oposición por oposición, no se trata solamente de decir no de frente, enfrente y en solitario; se trataría de entablar el verdadero y sincero diálogo que propugna la mujer y al que se incorporen con pleno convencimiento los hombres. Los machos alfa de la gastronomía los primeros.
De todos los ámbitos de la cultura surgen y emergen voces femeninas sostenidas por el empuje feminista que ha calado en nuestra sociedad y que avanza inexorable y enérgico y crítico, aunque lento, en su tarea de incluir, hablar y evidenciar este problema de la diferenciación sexual para con las mujeres, habitualmente representadas pero sin real representación en las esferificaciones del poder gastronómico, y en consecuencia, sin la legitimidad que por derecho igualitario de nacimiento le corresponde a todo ser humano.
Ya sé que la mujer está presente en la gastronomía de España y en la de Europa, las pocas/muchas que lo merecen y lo han peleado: ¡bravo! Soy plenamente consciente de los logros alcanzados y de lo que, para mejor, ha cambiado todo esto; pero también lo soy de que hay mucho aprovechamiento espurio y de que su evolución en lo gastró sigue siendo insuficiente y lenta, poniendo en evidencia la eficacia on time del modelo.
Además, hay que decir que lo que mayormente se ve y sale en los medios son imágenes de mujeres, no ellas en sí, y que de eso precisamente hace abuso el viejo y pervertido sistema sin importarle un pito su descaro ni el quedar en evidencia, usándolo de forma ventajista para aparentar modernidad y actualización de la cuestión femenina, cuyas verdaderas representaciones siguen siendo escasas e irreales dentro de una cultura masculina dominante cuyo sujeto es monolíticamente macho, simple y trágicamente, porque esto es una cuestión de pelotas. ¡Manda güevos!