La noche de hace unos cuantos lunes, mi móvil echaba humo. No porque nadie me llamara a partir de cierta hora, sino porque las alertas que tengo fijadas me abrumaron en un día, a priori tranquilo, con los resultados de una guía que ha entrado en varios países cual elefante en una cacharrería.
Al parecer, Opinionated About Dining (OAD) nació a partir del blog de su artífice, el neoyorquino Steve Plotnicki, donde contaba sus experiencias gastronómicas. Con el tiempo creció a lo grande, o eso parece a tenor del caso que se le está haciendo en medios muy leídos, aunque quiero reseñar y reseño que, mi muy gastrónoma amiga Marta, ayer me dijo que no sabía ni lo que era.
A simple vista, la guía es un monstruo hacedor de listas —exactamente 13—, segmentadas por continentes, subcontinentes y país (véase Japón) y, a su vez, por tipo de restaurante. Para más información, o lio, ya que es bien sabido que el exceso de datos no siempre trae cosas buenas, en la lista de los más top (por continentes, subcontinentes y país, insisto) siguen segmentando a razón de los 150 mejores, los altamente recomendados y los recomendados.
No acaba la cosa ahí: también hay una extraña clasificación progressive de algunos restaurantes que parece el cajón de sastre en el que meter lo que no se sabe cómo catalogar.
Puesta la lista —listas, guía, guías o lo que sea esto— en contexto, me voy a las similitudes con la política. ¿Cuántas listas interminables encontraron en su colegio electoral? ¿Y qué me dicen de los nombres que componen cada una de ellas?
En la ciudad de Madrid, donde yo resido, concurrieron 21 formaciones políticas a las elecciones municipales. Más de 1.200 candidatos a la alcaldía o a distintas concejalías. Si usted vive en una ciudad grande, se habrá encontrado con un número similar de papeletas. En todas partes sobran listas; también en OAD, que con sus siglas también parece un partido político.
Al parecer, la guía del neoyorquino se nutre de las reseñas de sus seguidores (en su propia página web dan cuenta de los más importantes, con seis nombres o seudónimos de españoles), y a sus comentarios se les aplica un algoritmo ponderado en función de distintos factores.
¡No me nieguen la semejanza! Al igual que en OAD, nuestro voto también es ponderado: no vale lo mismo un voto de un señor de Cuenca que de Barcelona. La diferencia es que nosotros, los españoles, sabemos (o tenemos acceso a saber) el peso determinado a los factores que influyen en el valor de los votos.
OAD se dice transparente pero la transparencia no está en quiénes votan («los seguidores») sino a qué restaurantes votan y en los factores que influyen en el ponderado. Ergo, el porqué del número asignado a cada restaurante, y la razón de estar en una lista u otra.