Desayuné en días pasados con Pedro Evia, un conocido cocinero mexicano de paso por Madrid. Para ponerle en contexto, Evia es un figura en su país natal, gracias a su buque insignia K´u´uk, en Mérida, desde donde ofrece al mundo alta cocina yucateca contemporánea.
Charlando con él sobre cuestiones que no vienen al caso, de repente surgió en la conversación el auge de las aplicaciones relacionadas con la hostelería y la restauración. «Cada día estoy más fascinado con el tema. ¿Sabes que en México hay unos chicos que han desarrollado una app que indica al restaurante el estado de ánimo de un cliente el día que este va a comer o cenar allí? Esto te permite tener algún detalle especial con él, ciertas deferencias, alegrarle el día… Logras tal información del cliente que hasta puedes anticipar lo que pedirá el miércoles próximo para comer», me comentó asombrado. Si te pones a pensar, la cosa no es tan rara. Son detalles que compartimos en nuestras redes sociales, y una vez analizados, aportan una serie de pautas sobre nuestro comportamiento que nos muestran tal como somos: completamente previsibles.
Llegado a ese punto, la conversación no me resultó ajena. A finales de abril tuve un encuentro con David Martín Suárez, CEO de Velada, una app mezcla de guía gastronómica y central de reservas que propone ‘reservas inteligentes’ en función de los gustos de los usuarios. Obvio, esas reservas inteligentes lo son más cuanto más usamos la aplicación, porque el rastro que dejamos en nuestras búsquedas, es oro puro en el sistema de análisis de Velada.
Velada funciona con el motor de reservas de Cover Manager, hoy día el sistema elegido por los mejores restaurantes, y segmenta la búsqueda de restaurantes en distintas clasificaciones. Así, en Velada es posible elegir un restaurante por el ambiente, los servicios, el precio, la zona y sí, ¡hasta por el tipo de comida! Hasta aquí todo bastante normal, pero, en el transcurso de la conversación, me dio por pensar que toda la información recibida por Velada, pasada por el filtro del análisis, te arroja datos muy relevantes de nuestro comportamiento como clientes y comensales. Y cuánto más crezca su comunidad, más datos obtendrán.
Ahora mismo, Velada puede decirnos cuáles son los segmentos más buscados, y no, no es el tipo de cocina.
Al día siguiente o a los dos días, a más tardar, David me hizo llegar la lista de las clasificaciones o segmentos en los que más se interesan usuarios. El primero de la lista, no me sorprendió: lo más buscado eran los restaurantes con terraza. Lógico, el frío atenuaba a finales de abril y sumado a la certeza de que COVID- 19 se transmite con mayor facilidad en espacios cerrados, eran clave para tal elección. Imagino que en mayo sigue igual. Lo segundo, restaurantes de menos de 50 euros. Poco sorprendente. La actual pandemia ha dejado a muchos con la cartera tiritando.
Las siguientes búsquedas -un buen puñado- corresponden a la localización. En Madrid, por lo menos, triunfan los barrios ricos, en el fondo un sinsentido, teniendo en cuenta que la segunda búsqueda con más adeptos es la de restaurantes de menos de 50 euros. Lo más llamativo, eso sí, es que el qué comer importa más bien poco. Hasta el número 17 de la lista facilitada por David no hay referencias al tipo de comida, siendo este primer segmento hallado el de ‘cocina española’. Le sigue, unos pocos números más atrás, la italiana, y en el número 20, la japonesa.
En la propia aplicación también se puede promocionar un plato concreto. Tal fue el caso de un restaurante de Madrid que vio aumentada de forma espectacular la venta de un plato solo por destacarlo. Y no, no lo elegiste tú; el restaurante lo eligió por ti.
Volviendo a Pedro Evia, y para concluir la conversación, me espetó: «Las cosas no son tan distintas como cuando éramos niños. Entonces solo había un canal de televisión y, ¿qué te crees? ¿Que a través de él no nos sugerían sutilmente lo que teníamos que pedir, qué consumir, qué desear?». Y sí, querido Pedro, pero ahora la instrucción sigue siendo masiva, aunque, a la carta.
El Gran Hermano, en algún lado, se está frotando las manos. Ahora más que nunca, pero, desde mucho antes de 1984.