La Gastrotormenta

Artículo de Fernando Huidobro
"Pero ¿por qué llueve siempre sobre mi restobar? Incluso cuando el sol brilla, no puedo evitar el chaparrón. La culpa es de esta jodida pandemia que nos atormenta. No puedo dormir, apenas cierro los ojos solo soy capaz de verme empapado en el charco de la hostelería, no lo puedo soportar. Pero ¿por qué solo llueve sobre la restauración? Incluso cuando el sol brilla, no puedo evitar el tormentón”.
Por Fernando Huidobro
14 de enero de 2021

Este es el estribillo de la canción que todo restaurador canta desde su amargado corazón. El panorama gastronómico pinta aterrador. Las circunstancias del presente profetizan un futuro inmediato de necrológicas varias y de supervivencias encarnizadas. Las premoniciones de unos y otros, de cobardes y valientes, de tristes y alegres, de optimistas y derrotistas, de gentes nimias o “grandes”, nos deparan oscuridad. Más que profecía esta negatividad parece una inminencia, porque, a la postre, ambas están más cercanas de lo que parece.

Sin embargo, el futuro suele hacer lo que le viene en gana, no como se espera. Existen un montón de posibilidades futuribles que no tienen que ser la continuidad lineal de este horror que hoy nos abruma. Quiero creer que hay por ahí ese verso libre inesperado que siempre nos pilla de improviso y hace que nos quedemos con la boca abierta. En otros ámbitos se les llama milagros, claro que también puta realidad, según vaya a mejor o peor. Por eso necesitamos de gastro-poetas. Gentes de la creatividad, con cultura y arte, personas de peso y conciencia, cocinerómicos de la ilusión, jefes de sala de toda confianza que canten y cuenten y nos hagan imaginar lo mejor. Necesitamos imperiosamente de quienes se enfrenten a esta cínica introspectiva generalizada que acepta con resignación cristiana el mal signo de los tiempos culinarios. A estos solíamos llamarles héroes, hoy, quizá, líderes. Adalides que inculquen coraje y generen la ilusión necesaria para darle la vuelta a la tortilla antes de que se reseque pues la queremos y ansiamos jugosa. Dirigentes que generen buenas vibraciones y expectativas positivas que cambien a los comunes, les den motivos por los que venirse arriba y ánimos de pelea y cambio, de manera que entre todos se dé un giro a esta chunga tendencia gris que solo conseguirá meternos más en la caca psicológico depresiva.

No cabe culpar únicamente de este mal a la pandemia, pues comparte estrellato con el pandemónium de no haber hecho bien las tareas ni haber gestionado bien negocios y empresas. “El sector más castigado”, nos hemos acostumbrado a decir, oír y creer. Como si no hubiera otros sectores igual o peor. Basta ya de poner la queja y la petición a revienta olla como única arma y solución ante esta difícil situación. Basta ya de porfiarlo todo a la ayuda de terceros y ajenos. La hostelería/gastronomía necesita de fuerza propia, resiliencia, ilusiones y de visibles personas notables que disipen las negras nubes, la lluvia y la tormenta que cae a raudales y la conduzcan a tierra seca.

(* Con una pequeña ayuda de mis amigos de Travis)