Dicen que los momentos importantes hay que vestirlos para la ocasión. Aquello de que las fechas especiales no pueden pasar desapercibidas y que merecen ser saboreadas de manera que las sigas recordando siempre. De manera que les des valor. Y así, año tras año y por mucho que a ti se te pase por alto, el calendario te recordará que otra vez ese día es especial y que, por tanto, deberías hacer algo diferente a lo que hiciste ayer o a lo que harás mañana. El año pasado lo hiciste y este año no puede ser menos. Es más, te quieres superar para demostrarte que ese día te importa y que sigue más vivo que nunca.
¿La realidad? La realidad es que nos pasamos la vida anclados a determinadas fechas que despiertan en nosotros una chispa irremplazable. Y es ahí donde la comida aparece como el perfecto encendedor, un traje de gala hecho a la medida de las expectativas que nosotros mismos nos imponemos, se supone, para celebrar. No vale cualquier restaurante ni cualquier otro momento. A mí ese día me sabe a ese restaurante, sin debate posible para mi cerebro y mi paladar. El apego a que esto sea siempre así es, sin embargo, la mayor bofetada de realidad que puedes recibir. "El pelo en mi sopa, la pipa que amarga, la grieta en el vaso, la gota de vino en tu vestido blanco", como canta Izal.
Porque ni tú ni el calendario tenéis idea de lo que pasará el año siguiente, ese día a esa hora. ¿Será especial para siempre? No. ¿Seguirás recordando que ese día a tal hora tú deberías estar sentado en la mesa de ese restaurante, degustando tu nigiri favorito del mundo? Sí, siempre. ¿Pasará? No, no más. Aprender a liberarnos de estos apegos asociativos entre la comida y los momentos especiales es importante para sentirnos libres de disfrutarlos cualquier otro día, cómo y cuándo sea, diga lo que diga el calendario.
Ya no existirá el momento especial para mi nigiri favorito del mundo. O sí, pero lo tendré archivado hasta que mi paladar lo olvide y, simplemente, se relaje para gozarlo con los ojos cerrados. Crear recuerdos nuevos, generar sabores nuevos, hacer que tu paladar salga de su zona de confort para demostrarle que tu único apego es el del disfrute.