Nací feminista sin saberlo. La palabra no la utilicé hasta la edad adulta, pero por convencimiento, por educación, por cotidianeidad…, crecí con la firme creencia de serlo, aunque no le pusiera palabra. Nunca me sentí menos que nadie, jamás creí tener derechos mermados, en la vida pensé que tuviera más obligaciones que otros y, por supuesto, no ha habido ocasión en la que haya pensado que mi inteligencia fuera menor por razón de género. De todo esto, solo dos cosas resultaron ser verdad: la primera y la última, ambas relacionadas con mi -por suerte- suficiente autoestima. Sobre los derechos y obligaciones, ya fue otro cantar, y viviendo, trabajando, siendo madre, siendo pareja descubrí la miopía que tenía, que teníamos, la mayoría de las mujeres encima. Y me puse, al fin, las gafas violetas, gafas que me resultaron incluso más útiles que las lentillas que empecé a usar a los cuarenta y pico. En todo caso, ¡basta de hablar de mí! ¡Hablemos de otros! Otros que han desperdiciado una buena ocasión de mostrar al mundo que su mirada, de vez en cuando, tiene tonalidad violeta.
Recientemente se ha celebrado uno de los grandes congresos gastronómicos de nuestro país, San Sebastián Gastronómika. Por culpa de lo que todos sabemos, el congreso no ha sido presencial, aunque se ha retransmitido en streaming para todo el planeta. Grandes nombres de la gastronomía, habituales, por cierto, de todos los congresos internacionales habidos y por haber y otros -algo menos rutilantes, aunque en claro ascenso- se han dado cita de forma presencial en San Sebastián, mostrando al mundo su visión de la cocina, sus técnicas e, incluso, sus medidas para el sector en un escenario pos-COVID. Y para redondear tan magnífico plantel, se ha ofrecido hueco a la cocina negra, si es que existe tal cosa. Hasta aquí, más o menos todo dentro de la normalidad. ¿Pero dónde estaban las féminas?
La liebre me saltó a través de un chat de whatsapp la mañana del segundo día del congreso. Un chat en el que participan, participamos, un puñado de periodistas, madrileñas o afincadas en Madrid, y en el que Raquel Castillo, versada cronista gastro, llamaba la atención sobre la notable ausencia de mujeres en papeles protagonistas. Sé de buena tinta que en el equipo organizador del congreso hay un buen número de mujeres, también la presidenta del congreso lo es. Pero Raquel, en su pregunta y en su indignación, se refería, claro está, a ponentes, a receptoras de grandes premios -sí, ya sabemos, algunos de los concursos tuvieron ganadores con nombre de mujer-, pero la realidad es que, salvo error, en torno al 82% de los participantes de SSG20 han sido hombres. Ergo, me pregunto retóricamente: ¿en la gastronomía contemporánea solo actúan hombres? ¡Ni de florero ya nos quieren! Sin haber visto todas las ponencias, aventuro que como presentadoras había apenas alguna, y de moderadoras ni están ni se las espera.
El tema viene de lejos, pero, en pleno siglo XXI, es cada vez menos entendible. Recordaban las compañeras del chat cómo, hace unos años, unas cuantas periodistas se plantaron ante los premios EVA, decidiendo no informar sobre estos. Premios que reconocían la trayectoria de mujeres en la gastronomía y el vino, financiados por la UE, cuyo jurado estaba compuesto únicamente por hombres. Suena bastante sexista, ¿verdad? Pues imaginad lo que parece ahora no estar siquiera representadas.
Y no, no me vale el decir que no hay mujeres, que hay menos en el sector, que no han llegado al mismo nivel de éxito, y soflamas semejantes. Me consta que haberlas haylas, aunque quizás el éxito no tengamos que considerarlo bajo el baremo de siempre, y que este no es equiparable a la exposición mediática.
San Sebastián Gastronómika 2020 ha perdido la oportunidad de posicionarse como uno de los grandes representantes del sector en mayúsculas, un sector que aglutina a hombres y mujeres que, con gran esfuerzo, enarbolan y preservan el acervo cultural gastronómico de sus respectivos lugares de origen.
En pocos meses nos espera Madrid Fusión, también bajo el paraguas de Vocento. ¿Sabrán aprovechar la oportunidad perdida por sus antecesores? Con todo mi corazón, espero y deseo que sí y que, de este modo, 2021 suponga una nueva era. Con todo lo que conlleva.