Es un asunto peliagudo. Incluso hay quien se molesta por ello. Pero hay restaurantes de la órbita Michelin que han dejado de servir sus menús largos más allá de las 13:30 o de las 20:30-21 horas en el caso de la noche. ¡Y hay quien se molesta por ello! «¿Me van a decir a mí a qué hora tengo que comer?», pregunta más de uno en ese ágora de chichinabo que son las redes sociales. ¿Se imaginan increpar a Ana Patricia Botín al grito de ‘¡Me van a decir a mí a qué hora puedo ingresar en la caja de un banco!’? No lo imaginamos porque nadie lo hace, y eso sí que es un fastidio. Porque comer o cenar a la hora que nos dé la gana bien podemos hacerlo en casa. Pero si tenemos que ingresar un dinero en caja (no me digan que vale el cajero, porque este te deja hasta un límite de 990 euros, y con cantidades máximas mensuales), solo podemos hacerlo hasta la 11 de la mañana, y eso sí que no es un horario racional, máxime cuando los empleados se encuentran trabajando dentro y empiezan a trabajar a las ocho.
Volviendo a la hostelería… ¿qué problema hay en comer a las 13:30 o a las 14? ¿Y en cenar a las ocho? Para restaurantes gastronómicos que tengan turno partido, no solo es bueno comenzar y acabar antes para el ambiente de trabajo; también lo es para que los empleados tengan una vida, y, por supuesto, para una correcta digestión del cliente, que nunca viene mal.
En el resto de restaurantes quizás deban imponerse las jornadas seguidas con un breve parón para comer o cenar. Y así, el hostelero que quiera abrir dieciocho horas seguidas podrá hacerlo sin necesidad de que sus empleados sufran jornadas maratonianas y divorcios evitables. O, por ejemplo, que tengan hijos con el síndrome del padre (o madre) ausente con todo lo que eso conlleva.
¿Qué tenemos que hacer para que suceda todo esto? No ser cómplices del desgaste del personal de hostelería llevando nuestra estancia hasta el límite. Respetando horarios sin rechistar, comprendiendo lo difícil que es estar al pie del cañón cuando el resto se divierte, y entendiendo que todos tenemos derecho a divertirnos, pero no a costa del bienestar de otros.
En cualquier caso, cuando hablo de horarios racionales no estoy diciendo que no se pueda trabajar a depende qué horas. Lo que estoy diciendo es que no se puede trabajar más allá de un horario de ocho horas de forma frecuente. ¿Qué un día hay una excepción? Pues claro, en todas las profesiones. Pero la excepción se llama así por algo.
Puede que algunos hosteleros vean esto como un ataque a su libertad de abrir hasta horarios insospechados. Y no lo es. Cada cual que haga lo que quiera y abra cuando le plazca. Pero sí es un llamamiento a que se respeten los horarios de la gente que trabaja para ellos, porque no todo es hacer caja. Y la caja no se hace a costa del esfuerzo ímprobo de la base ni de tener a los empleados con horarios draconianos. La caja se hace dando un servicio lógico, y una oferta gastronómica apetecible y de calidad. No hay más.