Hace casi un año, y tras un tiempo siguiéndonos mutuamente, contacté con Rosa Tovar por un privado en Twitter para manifestarle mi deseo de conocerla en persona. Por supuesto, tenía conocimiento de su erudición en cuestiones relacionadas con la gastronomía, pero no solo eso me impulsó a conocerla. También la frescura de sus opiniones, la libertad de mente que destila, y una modernidad absoluta propia de una mujer occidental del siglo XXI.
En términos gastronómicos, si no calculo mal, comenzó a ilustrarme en la red social hace menos de dos meses. Desconozco cuándo lo hizo con otros, pero a mí me comenzó a etiquetar en tuits con enlaces a sus recetas durante el pasado mes de diciembre. Eso sí, su recetario, aunque en continuo engrosamiento, comenzó hace ya unos años, pero para los que amamos la cocina y la gastronomía es de rabiosa actualidad.
Me decía mi amiga Marta Escauriaza, cocinera de formación y apasionada de la gastronomía, que la mayoría de influentes de cocina en Instagram comparten recetas imposibles. Hablando en plata: sus recetas son un bluf y es imposible que salgan bien. Hay muchos con legión de seguidores, pero sus conocimientos culinarios dejan mucho que desear. Con las recetas que, generosamente, Rosa Tovar comparte en su blog y a diario sube alguna a Twitter, ocurre todo lo contrario. Son platos de verdad, fáciles o difíciles de elaborar, dependiendo de la receta, aunque, sin duda, ejecutables. Pero su atractivo no acaba ahí, aunque podría. ¿Qué más podemos pedir a una receta aparte de que el resultado sea comestible? A tenor de lo que se ve en Instagram, solo con comerla y disfrutarla medianamente, nos podemos dar con un canto en los dientes. Pero no. Las recetas de Rosa Tovar no solo transcriben ingredientes, medidas e instrucciones. También destilan historia.
¿Se imaginan comparar El Código Da Vinci de Dan Brown con cualquiera de los libros del historiador Julián Casanova? ¡Ahí lo dejo!
Con las recetas de Rosa Tovar, muchas de ellas sorprendentes por sus ingredientes, técnicas y orígenes diversos, aprendemos macro y microhistoria, lloramos, reímos, nos emocionamos y, por supuesto, disfrutamos. Con algunas de ellas descubrimos que mucho de lo que consideramos archiconocido, no es más que una falacia que no por mucho repetirla, responde a la historia verdadera. Por ejemplo, que la pasta se inventó en China y llegó a Italia de la mano de Marco Polo. Y este solo es un ejemplo. Lean y aprendan.
Por supuesto, ustedes, tras leer este artículo, bien pueden consultar las fórmulas en Recetas Rosa Tovar. Todo lo que en el blog tiene Rosa colgado es oro puro, un trabajo de recopilación de gran valor al alcance de cualquiera gracias a la generosidad de su autora. Aunque les propongo, como si de un folletín o una novela por entregas se tratara, seguir a la erudita en su cuenta de Twitter y así ilustrarse con la que a diario comparte. Si las recetas siempre sorprenden, los debates que generan proporcionan gran regocijo a quienes en ellos participan. ¡Un maravilloso ejercicio diario!