La Navidad, las comidas en familia, las empresas y las fiestas en restaurantes o entre amigos. Todas se rigen por el menú: Menú del día para currantes y alternativos de recursos limitados; menú navideño para oficinistas y autónomos; menú degustación para quienes transitan las modas; menú típico de Navidad para la casa de los suegros; menú tradicional para las mesas de los tíos.
El menú es la narración de un ideal. Y cada uno incluirá en su menú sus códigos propios de la perfección: la abundancia, el poder adquisitivo, el lujo o la novedad. Para ello habrá más caviar o más pan o más vino o más cola.
El menú es el pentagrama y en él se escribe la melodía de cómo queremos que nos vean y de cómo nos queremos ver.
Así fue el menú turístico regulado por ley en 1965 por el Fraga franquista, una idea de España para los extranjeros con abundantes platos tradicionales incluidos pan y vino que definía como "vino común del país, blanco y tinto, puro, limpio, franco de paladar y con una graduación alcohólica no inferior a 12 grados".
Y así se mantuvo en el reciclado "menú de la casa" de la España transicional entre sueños de libertad. De aquella normativa de 1978 firmada por el gobierno aún no democrático de Suárez hay quienes celebran la carta de platos combinados (otra herencia anterior que funcionó como versión pobre del menú del día o como mejora del plato único de la posguerra), que años después sufrimos los niños de los 80s y hasta los adolescentes de los 90s como gasolina de progres y modernidad controlada.
Un menú no es solo el orden de una serie de platos con comida. También es discurso. Y como ejemplo quiero poner sobre la mesa uno de los menús que el carlista marqués de Cerralbo ofreció en 1918 a Doña Beatriz y Doña Alicia de Borbón por si en estos días tan de otros tiempos pueden inspirarles para estas Navidades:
Sopa madrileña
Cocido a la española
Paella valenciana
Pisto manchego
Tostones a la castellana
Ensalada andaluza
Tartas catalanas y turrones
Helado vasco
Fresa de Aranjuez
Frutas de Aragón, Murcia, Extremadura y Canarias
Confituras españolas
Todo un brindis con "Jerez, Riscal y Rivadavia" a la idea de España, aunque se cuele la copita de champaña.
*P.S.: La Orden del Ministerio de Información y Turismo de 17 de marzo de 1965 sobre ordenación turística de restaurantes fue derogada por Real Decreto de 15 de enero de 2010 con José Luis Rodríguez Zapatero como presidente y D. Juan Carlos de Borbón como jefe del Estado español.