No, por dios, ni quiero ni pretendo emular a Émile Zola. Ni es el medio, ni la pluma; en cualquier caso, ni siquiera es la situación. Ahora está juego la supervivencia de muchos; entonces era la de uno solo. Y sin desmerecer. Que lo que atañe a uno un día, poco después puede ser gran problema de muchos.
Según Hostelería de España, 40000 negocios hosteleros han echado ya el cierre sin previsión de volver a abrir, y para finales de año esta cifra rondará los 65000. Aunque se prevé, en el caso de empeoramiento de la crisis sanitaria, que la cifra llegará a los 85000 establecimientos. Se dice rápido, casi tan rápido como el ritmo al que aumentan los cierres.
Y hete aquí que, con este tremendo panorama, una conocidísima web de reservas lanza una campaña para ayudar, arrimar el hombro y hacer que la hostelería no caiga en un grandísimo agujero negro, y el cliente gaste contento lo que su menguante economía le permita. ¡Aleluya, el buen samaritano entra en juego!
La cosa es sencilla y se dirige, sobre todo, a los 'amantes de los restaurantes' (SIC). Son dos meses de acción, dos meses en los que el amante -¡menuda suerte!- solo pagará la mitad de la factura, por amabilidad del hostelero, quien al ver su restaurante ¿lleno? creerá que las arcas se colman.
Querido hostelero, esto es como el timo de la estampita, es como buscar pan para tener hambre mañana. No es como pedir un crédito y que después no lo pueda pagar, no. Es, más bien que, como hostelero, ¡está dando un crédito! O microcréditos, según se mire.
Si ni en época prepandemia había bolsillo que resistiera promociones semejantes, ahora, con la disminución de aforo, ¿en qué queda el ingreso del 50%? Cierto es que el hostelero puede bajar en calidad, en cantidad, en personal… Pero, ¿acaso este cree que el amante del restaurante le va a perdonar? Yo no tengo dudas: le juzgará con mayor severidad.
Caer en la desesperación, aferrarse a un clavo ardiente o creer en pócimas milagrosas es muy humano, cómo no. Pero también lo es analizar la situación, calcular las posibilidades, pensar en las circunstancias, formarse e informarse, compartir experiencias, pedir consejo… En fin, todo esto también lo es.
Al amante del restaurante, al real no al de saldillo, le animo a ir a restaurantes -si la normativa actual y de su zona lo permite-, le insto a acudir a establecimientos que le ofrezcan la seguridad que está requiriendo y que, además, le dé la calidad que se le presupone a un espacio de la categoría que haya elegido.
Al amante del restaurante le pido que, si no tiene mucho dinero, busque un restaurante económico, una tasca, un bar de barrio, pero que no apoye iniciativas que pongan contra las cuerdas a establecimientos que, con el pago de la mitad, no tienen ni para que sus empleados se lleven un sueldo digno.
De los restauradores y de los cocineros sensatos siempre leo lo mismo: no hay truco para triunfar más que hacerlo bien. Pues en estos tiempos eso es lo que más se requiere. Hacerlo muy pero que muy bien.
Tampoco debemos olvidar que también en los clientes ha de recaer la responsabilidad de hacerlo bien: de ser buen cliente, un título que tiene oficio y es de largo recorrido.