Hoy en día, más que nunca, el tiempo es una materia prima de incalculable valor. Para su obtención proponemos a nuestra agenda auténticas virguerías relacionadas con los «tiempos muertos», es decir, con nuestras horas de sueño, con los desplazamientos de ir y venir a donde sea y, por supuesto, con las tareas domésticas. Les llamo «tiempos muertos» pero bien podrían llamarse «agujeros negros del tiempo». Sus características son que, en la mayor parte de los casos, esos tiempos, implican el no poder hacer otra cosa al mismo tiempo, y porque, en sí mismos, esos «agujeros negros» son un medio, no un fin. Además, se da la circunstancia de que, en general, son tiempos que no se pueden evitar. Si quieres trabajar hay que ir (y volver), si quieres vivir has de dormir, y si quieres comer, has de cocinar. Salvo que, en el último de los casos, haya alguien que lo haga por ti.
La cocina y todo lo que lleva aparejado (comprar, preparar, conservar, organizarse, etcétera) es un importante «agujero negro del tiempo», razón por la cual cada vez más personas, asistidas hasta cierto punto por la actual oferta de alternativas, la evitan. Sin embargo, la calidad del resultado final —la idoneidad del patrón dietético— no suele ser la misma. En líneas generales, hacerse cargo de todo el proceso suele estar asociado a dietas mejor planificadas y más saludables. En este artículo te daremos algunas de las claves para que seas tú quien controle y organice lo que comes en vez de ir a salto de mata.
Ideas sí, milagros no
No vas a encontrar en este artículo una barita mágica o una piedra filosofal que, en este caso y en vez de transformar en oro todo lo que toque, cocine por ti. Al final, de una forma u otra habrá que hacer una inversión en forma de tiempo (sí, invertir tiempo para ahorrar tiempo), experiencia, habilidades y conocimientos. Todas estas cualidades te ayudarán, con el paso de los años, a adquirir más destreza y soltura en todo lo que conlleva cocinar. Pero insisto: no es algo gratis ni milagroso. Hay que querer hacerlo y también saber, no te voy a engañar, que el terminar por cocinar forma parte de un proceso como el de, por ejemplo, aprender a conducir. No es algo inmediato, pero tiene su método. Así, y ya sea que te guste o no —tanto el cocinar como el conducir— a medida que pongas en marcha el método, te sentirás más cómodo y más seguro, hasta el punto de que no te cueste el esfuerzo que originalmente sí te suponía.
Además, adquirirás algo que difícilmente se puede pagar con dinero. Me refiero a tener un bagaje de conocimientos y habilidades que podrás transmitir a las próximas generaciones. Ten en cuenta que si tú cocinas, tus hijos lo podrán hacer en el futuro con una mayor probabilidad.
Cocinar es fácil, no hay que tener estudios
No te hagas cruces: en el contexto de hace una o dos generaciones había siempre una persona que, entre otras cosas, dedicaba gran parte de su jornada a cocinar. Sí, me refiero a las mujeres, madres y esposas de otro tiempo... no tan lejano. Actualmente son muchas las personas que miran con añoranza las recetas de su madre o los platos de su abuela. Esta imagen es tan clara y objetiva que frecuentemente la publicidad de alimentos procesados y ultraprocesados nos vende sus excelencias tirando de reclamos como «casero», «de la abuela» o «receta tradicional».
Pues bien, en aquel entonces, cuando en cada casa había una cocina capaz de dar servicio las 24 horas, las personas que estaban al mando no tenían estudios (casi siempre de nada, y casi nunca de algo que tuviera relación con la cocina). Solo práctica y experiencia. El conocimiento se transmitía generacionalmente, en aquel entonces, de abuelas a madres y de estas a sus hijas. Este argumento es objetivo, las cosas eran así. Otra cosa es que el contexto fuera justo que no lo era, solo faltaba. Pero esto no quita peso al argumento. Lo que nos ha de quedar claro es que, al igual del lema que subyace en la película Ratatouille: cualquiera puede cocinar.
Conceptos clave para comer en poco tiempo
El proceso no es milagroso ni mágico, ya te lo he dicho, pero si quieres dar el paso de cocinar has de tener en cuenta algunas cuestiones previas.
En la compra elige opciones cocinables y saludables
Si tu carro de la compra está repleto de precocinados, pizzas refrigeradas o congeladas, caldos, sopas, arroces o pasta de los de añadir agua caliente y ya está, nunca terminarás por cocinar (además de tampoco tener una dieta saludable). Para cocinar, parece una cuestión de perogrullo, has de comprar ingredientes cocinables, normalmente alimentos frescos que, por un lado, te obliguen a cocinarlos (si los has comprado tendrás que cocinarlos porque normalmente se suelen poner malos antes) y, por el otro, contribuyan a una alimentación infinitamente más saludable.
El proceso de la compra en sí mismo puede echarte para atrás por el tiempo que has de invertir. Para ello te recomiendo que realices la compra semanalmente. Ya sea que tu referente sea el súper o el mercado como tal, dedica un día a la semana a la compra. Recuerda que si compras mucho producto fresco (frutas, verduras, carnes y pescados) estos no te durarán mucho en casa salvo que recurras, cuando se pueda, a la congelación. El periodo de una semana es ideal, ni demasiado corto ni demasiado largo. Hoy en día existen infinidad de soluciones para ahorrar tiempo en este proceso de forma que, tanto en los súper como en muchos mercados, puedes encargar la compra, ya sea online o por teléfono. Después, y según los casos, puedes ir a recogerla tú o que te la traigan a casa.
Hay que saber organizarse
Tanto para la compra en sí mismo, como para el hecho de cocinar a la hora de encender el horno o la vitrocerámica, hay que tener un mínimo de organización. Primero, en la compra, para no quedarnos cortos (y tener que volver a comprar) ni tener que tirar nada si algo se pone malo.
Para ello suele ser muy eficaz contar con un par de herramientas que ayuden a organizar los menús de forma general, a eso le llamamos los dietistas-nutricionistas, la plantilla. Con ella presente, los profesionales realizamos el calendario, en el que se plasman las recetas y menús concretos para los días próximos. Y con ello delante, claro está, se hace la compra semanal, para que no nos falte de nada en el día a día.
He de reconocer que tanto la plantilla como el calendario son herramientas muy útiles para comenzar, un poco como cuando alguien planifica un viaje largo en coche y mira el mapa constantemente para saber por dónde ha de ir. No obstante y al igual que con el mapa, la plantilla y el calendario irán pasando a un segundo plano a medida que adquiramos soltura, de forma que ya podremos planificar y comprar con el piloto automático.
La cocina ni quema ni corta, salvo que no sepas cómo hacer las cosas
Como bien sabes las balas no matan, lo hace la velocidad que adquieren cuando se disparan y se encuentran un ser vivo en su trayectoria. Con la cocina pasa igual, solo si haces las cosas como NO debes hacerlas, encontrarás en este medio un entorno hostil. Por el contrario, saber qué estás haciendo en cada momento, conocer los materiales y saber emplear las herramientas con las que cuentas, evitará de forma importante los incidentes en la cocina. Otra vez y de nuevo, volvemos a la necesidad de adquirir una experiencia nacida del conocimiento.
Conoce los procesos, al menos en sus detalles más generales
Una fritura no es un salteado, tampoco realizar una cocción en agua es lo mismo que asar en el horno, ni estofar es lo mismo que escaldar. Cada técnica culinaria tiene su porqué y se aplica a un alimento u otro en un determinado momento para obtener un resultado diferente. Si bien al principio te puede valer con reproducir paso por paso las indicaciones de cualquier receta, la verdadera soltura en la cocina la adquirirás cuando sepas el porqué de los procesos. Este conocimiento te servirá para poder saltarte pasos, acelerarlos, cambiarlos por otros y obtener en poco tiempo el resultado que persigues.
Los realities de cocina no suelen ser una buena influencia, no te agobies
Cocinar día a día, para uno mismo o para varios, es una cosa, y hacer esferificaciones con nitrógeno líquido o deconstrucciones de pimientos rellenos de bacalao es otra muy distinta. A pesar de la abundancia de los realities de televisión que toman como marco la cocina, su cotidianeidad no da muestra del interés popular por la cocina, sino de nuestro gusto por el morbo. No te agobies, al final, con un mínimo de destreza y experiencia podrás preparar la comida de un día para otro en menos de una hora, mientras preparas la cena de ese mismo día y atiendes, llegado el caso, el correo electrónico, una inoportuna llamada de trabajo o tus perfiles preferidos de las redes sociales.
Lista de la compra para ahorrar tiempo y comer sano
Existe un fondo de armario alimentario indispensable para todos aquellos que deciden dar el muy recomendable y saludable paso de gestionar en la cocina lo que comen:
Verduras y hortalizas frescas
Constituyen el más importante de los indispensables. Con ellos, en cualquier momento, un poco de mano y algo de gracia, se sale del paso en menos de 15 minutos. Son buenos candidatos para tu verdulero tomates, cebolla, ajo, pepino, pimiento verde, berenjena, calabacín, espárragos, lechugas de cualquier variedad, puerros, judías verdes (planas o Bobby), apio, aguacate, etcétera. Sobre este grupo es necesario hacer una mínima programación o tener perspectiva para saber qué es lo que se tiene y el tiempo en el que se nos pueden estropear.
Conservas honestas
Me refiero a aquellas conservas que no son precocinados en sí mismos, sino, por ejemplo, conservas de pescado (sardinas, atún, anchoas, etcétera), conservas de legumbres cocidas al natural, tomate frito, etcétera. Al mismo tiempo, son muy interesantes las conservas de encurtidos con las que poder enriquecer alguna ensalada o guiso.
Huevos
Ya sea en tortilla (básica o con diversos ingredientes) en forma de revuelto, de huevo duro, poché, de huevo frito o directamente para hacer un rebozado, la versatilidad que ofrece este ingrediente obliga a tener siempre en la nevera de media una docena, en virtud de cuántos seamos en casa. Las ocasiones de usarlos en combinación con el resto de ingredientes de esta lista o de la mano de algunas de las sobras de otras recetas, en un huevo al plato, son prácticamente infinitas y en un tiempo récord.
Aliños y especias
No existe eso que se pueda definir como un cajón o armario grande de especias. Ninguno es lo suficientemente grande para albergar un recurso tan resultón como lo son cualquiera de las especias y aliños de todo el mundo: tomillo, romero, pimientas de cualquier tipo y origen, pimentones (ahumados, dulces o picantes), guindilla cayena, guindilla seca, Ras el Hanout, curry, jengibre en polvo, salsa tabasco, salsa Worcestershire, de soja, wasabi en polvo, mostazas diversas (de calidad), chimichurri, cebollino, perejil, nuez moscada, comino, azafrán, laurel, sésamo y así hasta un eterno e infinito etcétera especiado.
Alimentos congelados
Al igual que con las conservas, este apartado no refiere a platos precocinados congelados, sino a verdaderas materias primas cuya única particularidad es la de comercializarse en condiciones de congelación. Un buen «fondo de congelador» a base de productos vegetales, carnes y pescados diversos puede ayudarnos a sortear ciertos apuros de última hora y, con la consabida programación, ahorrarnos algunos viajes a hacer la compra. No obstante, es importante destacar que cuando de ahorrar tiempo se trata, muchas de estas opciones, sobre todo las de origen vegetal, pueden usarse directamente en la cocina sin tener que esperar a que se descongelen.
Realizar un desayuno saludable y rico nutricionalmente
Comenzando por el principio del día, el desayuno, muchas personas que sí son de desayunar (también existen las que no lo son, y no pasa nada de nada) terminan por no hacerlo por el tiempo que en principio les supondría. Robarle unos minutos a la cama es lo que tiene. En cualquier caso, y más allá de las manidas «soluciones» que nos suele proponer la industria para este momento, has de saber que hacerse un huevo revuelto, prepararse una miniensalada de tomates cherry o recurrir a alguna sobra de la nevera, de lo que sea que sobrara en cualquier comida principal anterior, lleva el mismo tiempo (o menos) que el hacerse un café y untar mantequilla en unas tostadas. Pero para hacer esas elecciones, al margen de las más clásicas y menos recomendables, volvemos a tocar alguno de los puntos anteriores, la organización, ya que es necesario el haber hecho una compra en condiciones.
Algunas de las elecciones rápidas más adecuadas nutricionalmente para el desayuno serían:
- Frutos secos
- Fruta fresca
- Sobras del día anterior, de lo que sea, siempre que no sean ultraprocesados
- Queso
- Yogur
- Pequeñas ensaladas
- Conservas de pescado o pescado ahumado
- O cualquier combinación ad hoc de las antedichas siempre que sean del gusto de quien las coma, claro
Cocinar platos sencillos y alimentos rápidos de preparar
Hay una gran máxima para el planteamiento de las comidas principales, ya sea la comida como tal o la cena, y es que todas y cada una de estas ingestas incluyan, como mínimo, una ración de alimentos vegetales frescos (se consuman crudos o cocinados). Si se elige un plato combinado como solución y si se es más de primero y de segundo, esos primeros pueden incorporar la mencionada ración de verduras u hortalizas y, los segundos acompañarse de la consabida guarnición, ya sea de nuevo en crudo o en cualquier otra preparación (horno, plancha, salteado, etcétera).
En este terreno, además de las preparaciones a base de verduras o ensaladas una solución relativamente rápida consiste en preparar un arroz o una pasta básicos (cocidos y escurridos en apenas 10 minutos) a los que se les puede agregar un salteado o sofrito de verduras que se puede cocinar en el mismo tiempo que se cuece la pasta o el arroz.
Recurrir a las legumbres en conserva también es una muy buena opción cuando el tiempo apremia. Ya sea en frío (para ensaladas) o en caliente, con un mínimo aliño de verduras y sofrito, se obtiene un resultado estupendo.
Con respecto a los segundos, si es el caso, cualquier ensalada puede servir como acompañamiento al igual que unos trigueros, berenjena o calabacín a la plancha o unos pimientos rojos o verdes.
Batch cooking o cocina para toda la semana
De un tiempo a esta parte se ha popularizado un término en inglés, el batch cooking, cuya traducción literal es «cocina en lotes». No obstante, se utiliza para referirse al hecho de cocinar para toda la semana de una sola tacada. Sin hacer de menos esta propuesta con una alta carga de trending topic —y todo lo que ello conlleva— sí que es cierto que en determinadas circunstancias, personas y familias puede ser una opción a tener en cuenta. De todas formas, hay que considerar que esta estrategia no nos evita la consabida programación de compras y menús, ni tampoco la adquisición de las necesarias habilidades para cocinar. Además, el tipo de recetas que permiten seguir esta estrategia es relativamente pequeño: guisos, estofados, algunos asados, potajes, algunas recetas de arroz y verdura, ensaladas de legumbres... y poco más. El caso es que preparaciones como rebozados, recetas a la plancha, fritos y ensaladas no quedan demasiado bien tras guardarlos en la nevera o el congelador.
Como alternativa, reconozco que el batch cooking no es para mí, yo prefiero cocinar en «grandes cantidades» cada vez que decido hacer todas aquellas recetas que son susceptibles del famoso batch cooking. Así cuando hago lentejas estofadas, no las hago para un solo día, sino para cinco o seis y el resto las congelo. Al final, el tiempo que se necesita es prácticamente el mismo. Y lo mismo con las albóndigas, las carrilleras o los canelones.