Cómo congelar mejillones

Mejillones con concha congelados correctamente
Congelar mejillones es una buena forma de mantener su frescura y su sabor. Te explicamos técnicas y consejos para hacerlo de manera segura y efectiva y preservarlos en perfectas condiciones.
Por Marina Blanco
06 de diciembre de 2024

La congelación es una de las mejores maneras de conservar mariscos asegurándonos de que mantengan su frescura y sabor durante más tiempo. Y aunque los mejillones frescos se conservan en la nevera en buen estado hasta 3 días, congelándolos podrás disfrutarlos en cualquier momento y sin comprometer su calidad.

Congelar correctamente mejillones es crucial para evitar la pérdida de sabor, textura o beneficios nutricionales, y los mejillones requieren ciertos cuidados especiales. Además, es imprescindible hacerlo de forma segura. A continuación, te explicamos cómo hacerlo de manera eficiente y sin riesgos para tenerlos a mano al preparar cualquiera de las recetas con mejillones congelados disponibles.

Cómo preparar los mejillones antes de congelar

Antes de congelar mejillones es esencial seguir ciertos pasos para garantizar que se conserven de manera segura y mantengan su calidad. Estos pasos incluyen una limpieza cuidadosa y un cocinado previo para asegurar su inocuidad alimentaria.

Limpia de impurezas y barbas los mejillones

Lo primero que debes hacer es limpiar los mejillones a fondo. Para ello, enjuágalos bajo el grifo y frota las conchas con un cepillo duro para eliminar la suciedad. Después es muy importante retirar las «barbas», esas pequeñas hebras que sobresalen de la concha. Por último, asegúrate de desechar cualquier mejillón que esté roto o que no se cierre al tocarlo, ya que podría no estar en buen estado.

Limpiando los mejillones para mejillones a la vinagretaMónica Prego

Cocina brevemente los mejillones

Aunque se puedan congelar mejillones sin cocer, una vez estén limpios lo más recomendable es cocerlos antes de congelarlos. Así no solo aseguras una mayor seguridad alimentaria, sino que también facilitas su uso posterior. Colócalos en una olla con un poco de agua, vino o caldo y cocínalos a fuego medio hasta que se abran. Retíralos de la olla conforme se vayan abriendo y ten en cuenta que los que no se abran deben descartarse ya que no son aptos para el consumo.

Y en caso de que te preguntes cómo congelar mejillones frescos, aclaramos la duda: sí, solamente asegúrate de que las conchas estén limpias y cerradas antes de hacerlo.

Abrir los mejillones al vapor para los mejillones en salsa picante@elcocinerocasero

Sácalos de las conchas para ahorrar espacio

Si prefieres ahorrar espacio puedes retirar los mejillones de sus conchas antes de congelarlos. Simplemente saca el mejillón cocido de la concha con cuidado y sigue los siguientes pasos necesarios para congelarlos correctamente.

Retirando la concha vacía de los mejillones con tomate@mariamonterofoto

Congelar mejillones paso a paso

Para congelar los mejillones en primer lugar debes comprobar que estén completamente fríos antes de proceder con el siguiente paso si has decidido cocinarlos previamente. Si sigues nuestras sugerencias, te garantizamos que los mejillones congelados pueden conservarse en perfectas condiciones durante tres meses. Después podrían empezar a perder sabor y textura.

Envasado

Para congelar los mejillones de manera efectiva colócalos en un envase hermético o una bolsa de congelación. Trata de retirar el exceso de aire de la bolsa para evitar la formación de cristales de hielo, lo que podría afectar su textura.

Método de congelación

Una vez empaquetados colócalos en la parte más fría del congelador (idealmente a -18 °C). Si tienes la opción de congelar rápidamente actívala para asegurar que el proceso sea lo más rápido y eficiente posible manteniendo la calidad del producto.

Descongelación

Durante el proceso de descongelación de mejillones es necesario respetar en todo momento las reglas para la descongelación segura de alimentos. Lo mejor es descongelarlos lentamente en el refrigerador durante varias horas o durante la noche. Evita descongelarlos a temperatura ambiente para reducir el riesgo de proliferación bacteriana.

Detalle de un puñado de mejillones congelados

Consejos para mantener la calidad de los mejillones congelados

Revisa la temperatura del congelador. Asegúrate de que el congelador esté a una temperatura de al menos -18°C. Esta temperatura ayuda a prevenir la formación de cristales de hielo que puedan afectar la textura y el sabor de los mejillones.

Congela los mejillones lo más rápido posible después de su preparación para congelar. Cuanto más rápido se congelen, mejor se conservarán.

Usa un empaquetado adecuado. Utiliza bolsas de congelación herméticas o envases aptos para el congelador y elimina la mayor cantidad de aire posible del empaquetado.

Evitar la sobrecarga del congelador. No lo llenes demasiado ya que esto puede reducir su eficiencia y provocar fluctuaciones de temperatura afectando a los productos congelados.

Ten en cuenta la duración máxima de almacenamiento. Los mejillones congelados mantienen su mejor calidad durante un máximo de 3 meses. Pasado este tiempo, podrían empezar a perder sabor y su textura podría deteriorarse.

Cómo descongelar mejillones

Para descongelar mejillones de manera segura y evitar el crecimiento bacteriano lo mejor es hacerlo lentamente en el refrigerador, consulta nuestra guía sobre cómo descongelar alimentos de forma segura y correcta si tienes cualquier duda sobre este proceso. Con los mejillones, ponlos en un recipiente dentro de la nevera para que los líquidos de descongelación no entren en contacto con otros alimentos. Si tienes prisa, puedes sumergirlos congelados en agua fría dentro de una bolsa hermética, pero nunca uses agua caliente ni el microondas, podría afectar a la seguridad. Y recuerda, antes de cocinarlos asegúrate de que las conchas estén cerradas y que los mejillones desprendan un aroma fresco a mar. Si notas olor desagradable, manchas o una textura babosa, es mejor desecharlos. Comer mejillones en mal estado puede provocar una intoxicación alimentaria, con síntomas que van desde malestar gastrointestinal hasta problemas más graves dependiendo de la contaminación.