Cómo leer las etiquetas de los alimentos

Etiquetado con información de diferentes alimentos
Vamos a explicar cómo leer las etiquetas de los alimentos y ofrecemos una guía para hacerlo, ayudándote a tomar decisiones informadas sobre lo que consumes.
Por Santiago Campillo
02 de agosto de 2024

Aprender a leer las etiquetas de los alimentos es fundamental para entender la información nutricional y los ingredientes de los productos que compramos. Esta pequeña guía sobre cómo aprender a leer las etiquetas de alimentos que te ofrecemos te ayudará a descifrar y comprender mejor la información presente en las etiquetas alimentarias, para que puedas hacer elecciones más saludables y adecuadas a tus necesidades dietéticas.

Qué son las etiquetas de los alimentos y para qué sirven

Las etiquetas de los alimentos son, en realidad, una herramienta esencial para el consumidor. ¿Qué nos dicen las etiquetas de los alimentos? Proporcionan información detallada sobre el contenido de los productos alimenticios; nos dicen qué ingredientes se han utilizado, nos dan la información nutricional y abordan otros datos relevantes como la fecha de caducidad o propiedades características. El etiquetado de alimentos es crucial (y obligatorio) para que los consumidores puedan tomar decisiones informadas sobre lo que están comprando y consumiendo.

Por qué es importante saber leer las etiquetas de los alimentos

Saber leer las etiquetas de los alimentos es relevante porque, en primer lugar, te permite conocer exactamente lo que estás consumiendo. En segundo, te ahorra tiempo y dinero. En tercer lugar, y probablemente más importante, te permite decidir sobre tu salud.

La información que ofrecen es vital para mantener una dieta equilibrada, evitar alérgenos y controlar la ingesta de nutrientes específicos como grasas, azúcares y sodio. Además, también nos permite tomar otras decisiones, como, por ejemplo, si queremos consumir productos de cierta calidad, o procedencia, teniendo un impacto social concreto.

Información nutricional de un bote de crema de chocolate

Qué información debe contener las etiquetas de los alimentos

Existe una normativa europea que rige el etiquetado alimentario, las etiquetas deben incluir cierta información básica para garantizar la transparencia y la seguridad del consumidor. Esta normativa es de acceso público y está a disposición de todos los ciudadanos, por lo que podemos ojearla y tomar lo más relevante. Según esta, la información requerida deberá ser:

  • Precisa
  • Fácil de ver y de entender
  • No engañosa
  • Indeleble

La información obligatoria para los alimentos envasados debe mencionar:

Denominación del producto alimenticio

La denominación del producto debe ser clara y precisa, describiendo el alimento de manera que el consumidor entienda fácilmente qué está comprando. Esto incluye el nombre común del producto, como «pan», «leche» o «zumo de naranja», por ejemplo.

Lista de ingredientes

La lista de ingredientes debe incluir todos los componentes del producto, ordenados por peso en orden descendente. Esto también incluye los aditivos, que deben ser claramente identificados. Por ejemplo, un producto puede contener conservantes, colorantes o emulsionantes que deben estar listados en esta sección.

Información sobre alérgenos

Es obligatorio resaltar los alérgenos presentes en el producto dentro de la lista de ingredientes. Los alérgenos comunes incluyen gluten, leche, frutos secos, soja, pescado, mariscos y huevos. Esta información es crucial para las personas con alergias o intolerancias alimentarias. Esta es una de las novedades de las últimas décadas que ha resultado más positiva en el cambio de etiquetado.

Cantidad de determinados ingredientes

Cuando un ingrediente o una categoría de ingredientes es esencial para la caracterización de un alimento o se destaca en la etiqueta, su cantidad debe ser especificada. Por ejemplo, si una mermelada se promociona como «mermelada de fresa», debe indicar el porcentaje de fresas utilizado. Esta obligación es una de las que más quebraderos de cabeza da a los fabricantes, que ya no tienen tan fácil engañar a los consumidores con claims facilones e irreales.

Indicación de la fecha (consumo preferente/caducidad)

Las etiquetas deben mostrar claramente la fecha de consumo preferente o de caducidad. Esto ayuda a los consumidores a saber hasta cuándo el producto mantendrá su calidad y seguridad alimentaria.

País de origen

El país de origen debe indicarse si es necesario para evitar confusión entre los consumidores. Esto es particularmente importante para productos que llevan en su embalaje banderas o lugares famosos de un país, o cuando la omisión de esta información podría inducir a error.

Nombre y dirección del explotador de empresa alimentaria

La etiqueta debe incluir el nombre y la dirección del fabricante, distribuidor o importador establecido en la UE. Esto proporciona un punto de contacto en caso de consultas o problemas con el producto, asegurando la trazabilidad (o intentándolo al menos).

Cantidad neta

La cantidad neta del producto debe estar claramente indicada en la etiqueta, permitiendo a los consumidores saber exactamente cuánto están comprando. Esto es especialmente importante para productos vendidos por peso o volumen.

Condiciones especiales de conservación y/o condiciones de utilización

Las etiquetas deben incluir cualquier condición especial de conservación, como «mantener en refrigeración» o «proteger de la luz». Esto garantiza que el producto se mantenga en condiciones óptimas hasta su consumo.

Instrucciones de uso

Si es necesario, las etiquetas deben proporcionar instrucciones de uso para asegurar que el consumidor sabe cómo preparar o consumir el producto adecuadamente. Esto es común en productos que requieren cocción específica o mezclas.

Nivel de alcohol de las bebidas

Para las bebidas que contienen más de un 1,2 % de alcohol por volumen, el nivel de alcohol debe estar claramente indicado en la etiqueta. Esto informa a los consumidores sobre el contenido alcohólico del producto.

Información nutricional

La información nutricional debe incluir datos sobre el contenido de energía (calorías), grasas (saturadas y trans), glúcidos (azúcares y fibra), proteínas y sal. Esta información permite a los consumidores evaluar la calidad nutricional del producto y compararlo con otros alimentos.

Cómo interpretar la información de las etiquetas de los alimentos

¿Y qué hacemos con toda esta información? Por partes: la denominación del producto alimenticio debe ser clara y específica, describiendo exactamente qué es el alimento, lo que ayuda a evitar confusiones y a asegurarte de que estás comprando lo correcto. Sin más. Por otro lado, la lista de ingredientes, aunque más complicada, debe mostrar todos los componentes del producto en orden descendente por peso. Es decir, la puedes usar para identificar los ingredientes principales y los aditivos. Cuanto antes estén en la lista, más cantidad habrá de eso. Esto es especialmente relevante si tienes alguna alergia o intolerancia, o si quieres evitar, no sé, el azúcar libre o las grasas trans, por ejemplo.

Además, los alérgenos comunes deben estar resaltados en la lista de ingredientes para garantizar la seguridad de las personas con sensibilidades alimentarias. La fecha de consumo preferente o de caducidad es otro elemento crucial, indicando hasta cuándo el producto mantendrá su calidad y seguridad. Recordamos, por cierto, que la fecha preferente no es sinónimo de la de caducidad, sino que habla de una pérdida de propiedades, normalmente organolépticas, del producto, por lo que no indica cuándo se «echa a perder», en un sentido de seguridad alimentaria.

La etiqueta también debe incluir el país de origen cuando sea necesario para evitar confusiones, especialmente en productos con símbolos nacionales o cuya procedencia es crucial para su calidad o autenticidad. Hablamos, por supuesto, de productos autóctonos o con denominación de origen. Además, el nombre y la dirección del fabricante, distribuidor o importador deben estar presentes y ser legibles, proporcionando un punto de contacto para consultas o reclamaciones. La cantidad neta del producto, indicada en peso o volumen, permite comparar precios y cantidades entre productos similares, facilitando decisiones de compra más informadas. Tristemente, hemos de decir que los fabricantes, muchas veces, se las ingenian para colocar esta cifra dentro de la legalidad pero de forma confusa o poco clara.

Las condiciones especiales de conservación y/o las condiciones de utilización nos indican cómo mantener el producto en óptimas condiciones. Estas pueden incluir instrucciones como «mantener en refrigeración» o «proteger de la luz», garantizando que el producto se mantenga seguro y en buen estado hasta su consumo. La información nutricional, unida a la lista de ingredientes, y que incluye datos sobre calorías, grasas, carbohidratos, proteínas y sal, es fundamental para evaluar la calidad nutricional del producto y compararlo con otros alimentos. Como decíamos, interpretar correctamente todas estas secciones de la etiqueta te permite tomar decisiones más informadas y saludables sobre los productos que eliges consumir.

Etiqueta con información de un pack de conservas

Reclamos nutricionales y de salud en el etiquetado alimentario

Por desgracia, los reclamos nutricionales y de salud en el etiquetado alimentario suelen ser una herramienta de marqueting usada con bastante poca ética y mucha intención. Antes de nada, hay que saber que estos reclamos son afirmaciones que destacan ciertos beneficios de un producto, como «bajo en grasa», «sin azúcares añadidos» o «alto en fibra». Y también es necesario recalcar que dichos reclamos están regulados por normativas específicas para asegurar que no sean engañosos y que los consumidores reciban información veraz, lo que no siempre se cumple.

Por ejemplo, para que un producto pueda etiquetarse como «bajo en grasa», debe contener una cantidad específica de grasa establecida por la normativa. Del mismo modo, «sin azúcares añadidos» significa que no se han añadido azúcares durante el procesamiento, aunque el producto pueda contener azúcares naturales. «Alto en fibra» indica que el producto contiene un nivel significativo de fibra dietética, beneficioso para la salud digestiva. Todo esto debe poder acreditarse por parte del fabricante para poder colocarlo en un etiquetado.

En Europa, el etiquetado de los alimentos y los reclamos nutricionales y de salud están regulados por varias normativas específicas:

  • Reglamento (UE) N° 1169/2011: Establece normas generales para el etiquetado, incluyendo información nutricional, ingredientes, alérgenos y condiciones de conservación.
  • Reglamento (CE) N° 1924/2006: Regula las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables, asegurando que los reclamos sean claros, veraces y respaldados por evidencia científica.
  • Reglamento (CE) N° 1925/2006: Regula la adición de vitaminas y minerales a los alimentos y las condiciones para hacer declaraciones de fortificación.
  • Reglamento (UE) N° 432/2012: Establece una lista de declaraciones de propiedades saludables permitidas, basadas en evaluaciones científicas de la EFSA.

Todas estas normativas tratan de garantizar que las declaraciones sean precisas y respaldadas por evidencia científica. Por ejemplo, términos como «bajo en calorías» o «fuente de proteínas» no son frases subjetivas, sino que estos reglamentos se asegura de que cumplan con criterios específicos antes de ser utilizados en el etiquetado.

Parece una obviedad, pero es importante destacar que para identificar si un producto es saludable, es importante no solo prestar atención a los reclamos nutricionales, sino también revisar la lista de ingredientes y la información nutricional completa. Un producto puede ser «bajo en grasa», pero contener altos niveles de azúcar añadido, por ejemplo.

Qué es un producto saludable, según el etiquetado

Las claves para identificar un producto saludable incluyen buscar ciertas características en el alimento, normalmente entre sus ingredientes:

  • Alimentos con ingredientes naturales, cuanto menos procesados, normalmente mejor (aunque existen los buenos procesados).
  • Bajos en azúcares añadidos.
  • Bajos en grasas saturadas o trans.
  • Altos en nutrientes esenciales como vitaminas, minerales y fibra.

Ojo porque muchas de estas propiedades pueden estar incluidas en los reclamos, pero, ya lo hemos dicho, es indispensable revisar los ingredientes para saber hasta que punto es cierto y qué características no lo son. Si conseguimos varias de ellas en la etiqueta de un alimento, vamos por el buen camino de encontrar un alimento genuinamente saludable.