Entre las calles Ferran y Boqueria, cerca de la Rambla, se encuentra la calle Quintana. La vía en la que vive el que está considerado restaurante más antiguo de Barcelona, Can Culleretes. Desde 1786 se emplaza en este enclave del centro de la capital catalana esta casa que asegura perdurar gracias a una fórmula muy simple: «una cocina tradicional que funciona, un buen trato con la gente y una buena relación calidad-precio».
Este espacio tiene el mérito de ser el más veterano de la Ciudad Condal pero también el restaurante más antiguo de Cataluña y el segundo de España, por detrás de Casa Botín, según el libro Guinness World Records.
Lo que comenzó siendo un lugar en el que degustar buenos chocolates, crema catalana y el popular mató, a finales del siglo XVIII, terminó convirtiéndose en restaurante poco después. Fue cosa de la familia Regàs, quien compró el establecimiento a su fundador, Joaquim Pujol. Entonces, platos típicos de la cocina catalana se convirtieron en clásicos del lugar, como la escudella, la butifarra con seques o la carne de caza.
De estas manos, tras la Guerra Civil, pasó al gremio de hosteleros y cocinero. Y de ellos, a la familia formada por Sisco Agut y Sussi Manubens, la cual mantiene a día de hoy la propiedad y gestión del restaurante, proporcionándole momentos de esplendor. Se ha incidido en su carácter familiar, el que siempre tuvo, y se ha reforzado la calidad de una cocina casera de gran calidad. Si ha logrado sobrevivir al paso del tiempo será por algo.