Verano, sol, playa y una buena ración de cerezas o picotas para picar entre horas. ¿Quién puede resistirse al sabor y a la jugosidad de estas golosinas naturales? Ya sean frescas o cocinadas, no pueden faltar en nuestro frutero de temporada y es que, no solo están deliciosas, sino que nos aportan una larga lista de propiedades, vitaminas y minerales. Ahora bien, ¿cereza y picota son lo mismo? ¿Cuál es cuál? ¿Sabrías diferenciarlas? Analizamos, una a una, las características de ambas frutas para que sepas distinguirlas fácilmente; desde su forma, su tamaño y su color, hasta su sabor, su textura, sus usos y los beneficios para la salud que nos aporta cada una.
Qué es la cereza
La cereza es el fruto del cerezo, el árbol Prunus avium o Prunus Cerasus, perteneciente a la familia de las Rosáceas. Se trata de una especie de origen asiático, aunque hoy en día su cultivo se ha expandido por todo el mundo gracias a sus frutos, en forma de diferentes variedades que se adaptan al medio. El arbusto del cerezo alcanza hasta 20 cm de altura y posee ramas de color pardo rojizo y a menudo colgantes con hojas alternas, brillantes y dentadas. Sus flores blancas brotan en manojos sobre ramas acortadas, de las que nace la cereza.
Este fruto es una drupa de piel fina de unos 2 cm de diámetro y cuyo color oscila desde el rojo claro hasta el morado oscuro, dependiendo de la variedad. Por dentro, tiene un hueso duro y de color tostado y su carne resulta sabrosa y dulce. Nos encontramos ante una de las frutas favoritas del verano que puede consumirse tanto fresca como cocinada en multitud de recetas, como veremos más abajo.
Las cerezas maduran desde finales de primavera hasta principios de verano, siendo un periodo muy corto de recolección, en comparación con otros árboles frutales. Tal y como señala la Federación Española de Nutrición (FEN), “la cereza es el único fruto de hueso no climatérico, es decir, que si se recolecta antes de tiempo no madura fuera del árbol”. De ahí la importancia de que su cosecha se realice justo en el momento oportuno, que comienza con el aumento de las temperaturas. De entre las diferentes variedades que se pueden cultivar del árbol del cerezo, existe una Denominación de Origen Protegida del Valle del Jerte bajo el nombre “Cereza del Jerte”, reconocida en todo el mundo por su excelente calidad y que incluye un grupo de variedades autóctonas entre las que se encuentran las Picotas del Jerte. De ellas te hablamos a continuación.
Qué es la picota
La picota es el fruto del cerezo, el árbol Prunus avium o Prunus Cerasus, perteneciente a la familia de las Rosáceas. Se trata de una variedad de cerezas propia del Valle del Jerte y de la zona de la Vera, una región extremeña con un clima muy particular. Son Denominación de Origen Protegido y presentan características organolépticas propias que las distinguen de la cereza común.
La picota es un tipo de cereza que tiene la carne firme, crujiente y de un color rojizo muy oscuro, un tono púrpura casi negro. Su sabor es dulce e intenso y se puede consumir tanto en crudo como cocinadas, asadas o en conserva, o para elaborar compotas, confituras y mermeladas, de la misma forma que su pariente la cereza común.
Se dice que las picotas llevan cultivándose desde hace siglos entre montañas de más de 2.000 metros de altitud, en tierras fértiles y rodeadas de arroyos de aguas cristalinas, un entorno idílico para una de las frutas más sabrosas y jugosas del verano. Desde Cerezas del Jerte explican que cuando las picotas alcanzan el grado óptimo de madurez, la recogida se realiza de modo artesanal y con cestas de castaño, siguiendo una tradición secular. Por último, son seleccionadas a pie de árbol una a una, pues se desprenden de forma natural sin el característico rabito.
Muchos bautizan a la picota como la cereza más famosa y es, de hecho, una joya veraniega muy apreciada por su calidad superior, su textura crujiente y su dulzor. A su vez, este pequeño fruto se divide en cuatro variedades diferentes: la Ambrunés, la Pico Colorado, la Pico Negro y la Pico Limón Negro, según el territorio donde se cultive.
Diferencias entre cereza y picota
Junto con el melón, la sandía, el melocotón o los albaricoques están ellas, las cerezas y picotas, dos frutas jugosas, sabrosas, versátiles y llenas de propiedades y beneficios para la salud que se parecen mucho y que, en muchos casos, cuesta distinguir. Hechas las presentaciones, pues, es momento de conocer en qué se diferencian, matices significativos que merece la pena conocer para no volver a confundirlas y para exprimirlas al máximo ahora que están de temporada. Como explican en Cerezas del Jerte, “todas las picotas son cerezas, pero no todas las cerezas son picotas".
Tamaño y color, parecidos pero no iguales
La primera diferencia que podemos apreciar es el tamaño y el color de cada una de ellas. Las cerezas tienen un color rojo más claro que las picotas y su tamaño es más grande, entorno a los 2 cm de diámetro. Por su parte, la picota es más pequeña y presenta un color entre granate y púrpura mucho más oscuro e intenso. Por lo general, estas diferencias de tamaño y color tienen mucho que ver con el tiempo de maduración, como veremos más adelante, y con el clima o el terreno en el que han sido cultivadas. Tampoco se trata solo de un aspecto físico, pues su tamaño y su color también van a marcar diferencias en cuanto a su sabor y su textura.
El rabito, el punto de unión
La siguiente diferencia clara que nos va a ayudar a distinguir entre cereza y picota es si tiene o no rabito. Si lleva rabito es cereza, si no lo lleva es picota. Una de las características únicas de esta última es que cae del árbol dejando en él este pedúnculo, de forma natural. De esta manera, el punto de unión de la fruta con este rabito queda totalmente cicatrizado, haciendo que el fruto se conserve mejor y durante más tiempo.
Por tanto, solo la cereza mantiene y se vende con su rabito de forma natural, por lo que, si se lo quitamos, lo que haremos será dejar al aire este punto de unión, desprotegiéndola y haciendo que se mantenga fresca por menos tiempo. ¿Es posible que en algunos supermercados o tiendas de alimentación le hayan quitado el rabito para darnos picota por cereza? Bastará con fijarse en si ese punto de unión está o no cicatrizado. Si al apretar ligeramente no suelta jugo y la fruta se mantiene firme, no hay duda de que se trata de una picota. Por este motivo, también se puede decir que la cereza -aunque más grande- es más delicada y menos resistente que su pariente la picota.
Sabor y textura, una golosina natural
Otra de las claves para diferenciar ambas frutas es el sabor. Las dos son dulces, jugosas y sabrosas, pero hay matices también en la textura que nos van a ayudar a distinguirlas. La picota tiene un sabor mucho más dulce e intenso, mientras que la cereza corriente es más ácida. También en la textura de la carne hay diferencias, pues la picota es mucho más carnosa y crujiente cuando la masticas.
La cereza es más grande que la picota, pero esta tiene menos carne porque su hueso interior suele ser más grande. Por eso, tienen menos pulpa y su sabor es más intenso y está más concentrado, además de ser mucho más saciantes. También se nota en la textura de la piel, más delicada y fina en la cereza y más tersa y firme en la picota.
Maduración, más tardía la picota
Consumir la fruta de temporada es una de las claves para aprovechar al máximo todo su potencial a nivel gustativo, aromático y nutritivo. En el caso de las cerezas y las picotas no hay dudas, a las dos les encanta el calor y por eso llegan justo cuando comienzan a subir las temperaturas. Sin embargo, cada una tiene su momento y proceso preciso de maduración, otra de las claves para diferenciarlas.
La temporada de las cerezas empieza cuando la primavera está terminando, es decir, entre mayo y junio, mientras que la variedad de las picotas llega más tarde, justo cuando empieza el verano. La maduración de esta es más tardía porque necesita más tiempo. Lo ideal para asegurarnos de este detalle es fijarnos en el etiquetado del producto, donde deberá indicarse la variedad exacta del fruto.
Propiedades y beneficios, igual de saludables
Además de su sabor y su jugosidad, tanto la cereza como la picota contienen propiedades depurativas y antioxidantes. Sus valores nutricionales son similares pues recordemos que al fin y al cabo estamos hablando del mismo fruto, destacando su aporte en hidratos de carbono, principalmente azúcares simples como fructosa, glucosa y sacarosa. Asimismo, aportan cantidades considerables de fibra, la cual ayuda a mejorar el tránsito intestinal. En este sentido, los ácidos naturales que contienen ambas frutas actúan en el organismo como estimulantes de las glándulas digestivas y, al contener pectina –fibra vegetal soluble- aportan un efecto laxante natural muy beneficioso.
En cuanto a su contenido en vitaminas, el fruto del cerezo es rico en vitamina A y C, por lo que son un potente antioxidante que ayuda a combatir el envejecimiento celular. También contienen tiamina y folatos, cantidades importantes de potasio -lo que las hace muy recomendables para personas que realizan ejercicio físico intenso- y en menor proporción magnesio, hierro, fósforo, zinc y calcio.
Otro de los beneficios de estas frutas es su bajo contenido en grasas, su poder antiinflamatorio y su acción de mejora sobre los niveles de colesterol, favoreciendo también la prevención contra ciertas enfermedades cardiovasculares. Además, ambos alimentos presentan un alto contenido en agua (en torno al 85%), aunque es cierto que, en el caso de las picotas, al tener menos carne y ser más tersas, son menos acuosas.
Aplicaciones y usos culinarios de la cereza y la picota
Conocidas todas las diferencias, es el momento de sacarles todo el jugo y saber cómo disfrutar de todo su sabor y de sus propiedades saludables. La forma más recomendable de consumirlas es en crudo, es decir, frescas. Sin embargo, su sabor dulce las convierte en un ingrediente de lujo para el mundo de la repostería. Tanto las cerezas como las picotas son frutas muy utilizadas para elaborar postres que, cuando llegan a la mesa, son el centro de todas las miradas.
Entre las recetas que se pueden hacer con estas frutas destaca la famosa clafoutis o tarta de cerezas francesa, un dulce muy tradicional de la gastronomía gala. También se usan mucho para prepararla en almíbar sobre tartas y pasteles, o para elaborar confituras o una buena mermelada casera de cerezas. Y siendo el verano la mejor época para consumirlas, ¿quién puede resistirse a un delicioso helado de cerezas? Igual de refrescante es la clásica macedonia de frutas en la que podemos añadir ya sean picotas, cerezas y cualquier otra fruta de temporada que nos apetezca.
Fuera de las cocinas, tanto la cereza como la picota brindan importantes beneficios terapéuticos, conocidos ya desde la antigüedad. Se recolectan, con fines medicinales, los pedúnculos maduros y desecados en condiciones favorables, los cuales se incorporan a las infusiones destinadas a tratar patologías como la bronquitis y las diarreas. El jugo fresco del fruto, al ser rico en calcio y en hierro, se emplea para el tratamiento de trastornos digestivos o hepáticos, así como de la anemia. Las cerezas maduras sirven además para la preparación de un jarabe que es útil para mejorar el sabor de ciertos remedios, al mismo tiempo que los hace más asimilables para el organismo.