Derivados ambos de la leche, la crema de leche y la nata son dos productos lácteos utilizados en la cocina. Muchos creen, especialmente en Sudamérica, que a la crema de leche en España se le llama nata, y aunque a simple vista puedas pensar que crema de leche es lo mismo que nata, existen diferencias en cuanto a textura y sabor que resultan claves para su uso en la cocina. Conocer estas particularidades es fundamental para saber cuándo debes utilizar cada uno de estos productos lácteos según el resultado que busques en tus recetas.
Qué es la crema de leche
La crema de leche es un producto lácteo que se obtiene al separar la grasa de la leche cruda, un proceso que con casi toda probabilidad se dio de manera accidental y no tiene un inventor específico. Durante este proceso, la grasa asciende de forma natural a la superficie y, una vez recogida, se pasteuriza para crear la crema de leche. Se conoce en diferentes países bajo otros nombres, dependiendo del contexto y el contenido de grasa, que puede variar dando lugar a diferentes tipos de crema con características propias y diferentes aplicaciones en la cocina (en Estados Unidos o México por ejemplo se conoce como «heavy cream» o «crema de leche» a un tipo de crema parecida a lo que aquí entendemos como nata). En función del contenido graso y su procesado, podríamos definir diferentes tipos de crema de leche:
- Crema agria o sour cream: aunque es un producto fermentado, podemos clasificarlo como crema de leche. Tiene un contenido de grasa de entre 18-20% y se utiliza frecuentemente en aderezos, salsas y acompañamientos para platos como unas quesadillas mexicanas.
- Crema ligera: con un contenido en grasa del 18-30%, es de textura fluida y se utiliza principalmente en salsas ligeras y como aderezo en sopas o café.
- Crema para batir: tiene un contenido de grasa del 30-36%, y aunque se puede montar, no genera picos tan firmes como la crema espesa. Es ideal para incorporar a salsas y sopas donde se busca una textura cremosa sin tanta densidad.
- Crème fraîche: similar a la crema agria, pero con un contenido de grasa mayor (alrededor del 30-40%), se usa en platos salados y dulces, como esta original tarta Guinness de cerveza, y su textura y sabor más suaves la hacen muy versátil.
- Crema espesa o crema para montar: con un contenido graso entre un 35-40%, es más rica y densa, perfecta para montar y utilizar en postres, como tartas, mousses y rellenos.
- Crema doble: con más del 48% de grasa, es muy espesa y rica. Se utiliza para postres o platos en los que se necesita una textura especialmente densa.
Qué es la nata
La nata es otro derivado lácteo obtenido de la parte grasa de la leche, que se separa naturalmente cuando la leche cruda reposa. Una vez recogida, se pasteuriza para utilizarse en diversas aplicaciones culinarias. En muchos sentidos puede considerarse un tipo de crema de leche. Dependiendo de su contenido graso como sucede en el caso de las cremas de leche, existen diferentes variedades de nata, especialmente en España:
- Nata para cocinar: tiene un porcentaje de grasa de alrededor de 18-20%. Es más ligera y se utiliza en salsas, guisos y gratinados, aportando una textura cremosa sin espesar en exceso. Es común en platos de pasta, cremas o purés como este puré de coliflor o carnes en salsa. La nata para cocinar en España es lo que en otros países se conoce como crema de leche.
- Nata para montar («crème liquide» o «crème fleurette» en francés): tiene un contenido en grasa de al menos 35%, lo que permite que se bata hasta formar picos firmes. La nata montada es algo muy sencillo que da los mejores resultados en elaboraciones como cremas, mousses y para decorar todo tipo de tartas y pasteles como este vistoso vacherin con frutos rojos. No se debe confundir con la crema chantilly, que incorpora azúcar y saborizantes.
- Nata doble: con un contenido de grasa superior al 45%, esta nata es más densa y rica. Ideal para postres donde se busca una textura firme y cremosa.
En qué se diferencian crema de leche y nata
Aunque la crema de leche y la nata comparten un origen común, difieren en aspectos como su proceso de elaboración, su contenido graso, su textura y consistencia o su sabor.
Producción: la crema de leche, una categoría más amplia
Aunque ambos productos se obtengan a partir de la separación de la grasa de la leche, el tratamiento de la grasa los distingue. La crema de leche se puede obtener tanto de forma natural al dejar reposar la leche cruda permitiendo que la grasa suba naturalmente a la superficie como de forma industrial, obteniendo con ello cremas con diferentes niveles de grasa y texturas. La producción de cremas de leche es amplia y hay de muchos tipos, por lo que es una categoría que abarca bastante productos derivados de la leche, incluida la nata.
La nata es la capa que se forma en la superficie de la leche fresca al dejarla reposar y suele ser por regla general más densa que la crema, aunque también existen natas con diferentes cantidades de grasa y por tanto con distintas texturas. También puede obtenerse de forma artesanal o industrial, pero por regla general el proceso está más acotado que en el caso de la crema de leche y el producto final más definido.
La nata normalmente contiene más grasa
Por regla general, la nata suele contener una mayor cantidad de grasa que la crema de leche, otorgando una consistencia más densa. Mientras que la crema de leche puede tener entre un 18% y un 40% de grasa, la nata, especialmente la que es para montar, contiene un mínimo de 35% de grasa y la nata doble, por su parte, puede superar el 45%, lo que la hace mucho más densa. Ya no hablemos de la leche evaporada o leche deshidratada, que tiene todavía mucha menos grasas que las versiones más ligeras de lo que podría considerarse crema de leche, entre un 4 y un 6%.
Textura y consistencia:
La crema de leche es más fluida y ligera, lo que la hace ideal para salsas y preparaciones donde no se busca una consistencia tan densa. Por su parte, la textura de la nata es más espesa y rica debido a su alto contenido en grasa, lo que permite que se monte fácilmente para hacer cremas firmes. Esta diferencia es clave cuando decides qué usar según la receta, por ejemplo, una nata espesa para postres o una crema de leche ligera para suavizar una sopa o salsa.
La nata es más rica y untuosa
El sabor también varía ligeramente entre ambos productos. La nata tiene un sabor más rico y untuoso debido a su mayor cantidad de grasa, mientras que la crema de leche tiene un sabor más suave y menos persistente.
La nata es más estable frente al calor
Una diferencia clave es su estabilidad frente al calor. La crema de leche, especialmente las más ligeras, tiende a cortarse cuando se someten a altas temperaturas si no tiene suficiente grasa o si se añade a líquidos ácidos o muy calientes. La nata, por tener un contenido de grasa más alto, es más estable a temperaturas elevadas y no se corta tan fácilmente, lo que la convierte en la opción ideal para cocinar salsas calientes o agregar a guisos.
Crema de leche para recetas ligeras, nata para texturas consistentes
La crema de leche se utiliza principalmente en salsas ligeras, sopas y guisos para aportar suavidad sin espesar demasiado, siendo la opción más común en recetas que buscan un toque cremoso sin alterar la consistencia. En cambio, la nata, especialmente la nata para montar, se usa en postres y repostería donde se requiere una textura firme, como mousses, tartas y cremas batidas. También es ideal para gratinados, ya que aporta densidad y consistencia.
En qué se parecen la crema de leche y la nata
La crema de leche y la nata comparten por un origen común, ya que ambos productos derivan de la leche. Ambos productos se obtienen a partir de la separación de la grasa de la leche cruda, lo que les confiere propiedades similares, haciendo que en ocasiones se utilicen de manera intercambiable en muchas recetas.
Tanto la crema de leche como la nata son productos lácteos fundamentales en la cocina que aportan cremosidad y suavidad a salsas, sopas y postres. La versatilidad de la crema de leche y de la nata permite que se adapten a diferentes preparaciones, desde platos salados hasta deliciosos postres, enriqueciendo los sabores y mejorando la textura de las recetas.
Cuándo usar crema de leche o nata
Elegir entre crema de leche y nata dependerá de la textura y el sabor que desees conseguir en tus recetas. La crema de leche es ideal si buscas una textura más ligera en recetas como salsas y sopas, así como un sabor más suave donde el resto de ingredientes sean los protagonistas, como es el caso de guisos o aderezos. Si buscas un ingrediente más versátil que puedas tener a mano en la cocina, puede adaptarse bien tanto a recetas dulces para preparar algún postre con crema de leche como por ejemplo una mousse de chocolate o helado de vainilla, como para recetas saladas que requieran una textura cremosa pero sin sobrecargar el plato, por ejemplo en una quiche Lorraine. También es la opción perfecta en bebidas como el capuchino o
La nata es la opción más adecuada si necesitas una textura firme y densa para cremas como la crema de calabacín o para una vichyssoise y en postres, siendo montar nata la mejor opción gracias a su alto contenido graso. Se puede emplear también es mousses, tartas —es ingrediente indispensable en la popular tarta de queso de La Viña— o cremas batidas y milkshakes. Y por supuesto, no puede faltar en forma de nata montada como acompañamiento de un clásico flan de huevo ni como parte de diferentes preparaciones con café como el café frappé.