El turrón es uno de los dulces navideños tradicionales más emblemáticos, un producto artesanal de la repostería española que lleva siglos ocupando un lugar destacado en las mesas de todos los hogares durante estas fiestas.
Entre las infinitas variedades existentes, el turrón de almendras ocupa un lugar destacado, y hay dos tipos concretos que destacan por su popularidad: el turrón de Jijona, conocido popularmente como turrón blando, y el turrón de Alicante, llamado también turrón duro. Para que puedas apreciar aún más estos clásicos navideños, exploraremos cuáles son las principales diferencias entre turrón blando y turrón duro a continuación.
Qué es el turrón de Jijona o turrón blando
El turrón de Jijona, elaborado exclusivamente en la localidad alicantina de Jijona (Xixona), es un dulce tradicional con Denominación de Origen Protegida (DOP), es decir, que cuenta con un sello específico que garantiza su procedencia y calidad.
Con su dulce sabor y textura tierna, es uno de esos turrones blandos que destaca por el intenso aroma y gusto de la almendra tostada. Además, los pequeños trozos de almendra presentes en su masa realzan su carácter artesanal y refuerzan el protagonismo de este ingrediente esencial en su composición.
Héctor HernándezQué es el turrón de Alicante o turrón duro
El turrón de Alicante, conocido popularmente como turrón duro es otro dulce clásico elaborado de manera artesanal que pertenece igualmente a la misma DOP para garantizar su calidad y autenticidad. Tiene su origen en la región de Alicante y se produce principalmente en Jijona, reconocida como la cuna de la tradición turronera en España.
Los turrones duros poseen una textura dura y crujiente y están hechos con una mezcla de almendras enteras, miel, azúcar y clara de huevo que forma una masa compacta pero quebradiza al morder. Su consistencia crujiente y su cubierta fina y delicada hace de este dulce navideño uno de los favoritos.
Héctor HernándezEn qué se diferencian el turrón de Jijona y el turrón de Alicante
Aunque los ingredientes del turrón blando y duro sean similares y los dos formen parte de la tradición navideña española, cada uno presenta diferencias significativas en cuanto a elaboración, textura y sabor. A continuación, analizamos las principales diferencias.
El turrón blando lleva un mayor porcentaje de almendras que el duro
Tanto el turrón de Jijona como el de Alicante se hacen con los mismos ingredientes básicos como almendras, miel, azúcar y clara de huevo. La diferencia radica en las proporciones específicas de estos ingredientes, lo que influye de manera decisiva en su textura y sabor. La cantidad de almendra en el turrón es mayor en el blando.
El turrón de Jijona utiliza almendras molidas que se transforman en una pasta de almendra uniforme durante el proceso de molienda, dando como resultado esa textura blanda tan característica. El cont5enido en almendra debe ser de al menos un 50% en el caso del turrón blando de calidad extra y de un 64% en el caso del de calidad suprema.
En el caso del turrón de Alicante, las almendras se mantienen enteras y tostadas, representando al menos el 46% del producto en el caso del turrón de calidad extra y de un mínimo de un 60% en el caso del de calidad suprema, lo que aporta un sabor más intenso y una presentación en la que las almendras son claramente visibles.
Las almendras, siempre enteras en el caso del turrón duro
A la hora de la elaboración de ambos tipos de turrón, la gran diferencia está en que el turrón de Jijona necesita moler las almendras hasta conformar una pasta con ellas mientras que el turrón mantiene las almendras tostadas intactas. Y eso obviamente tiene implicaciones directas sobre las diferencias que se dan durante el proceso de fabricación de ambas variedades de turrón.
El turrón de Jijona requiere un proceso meticuloso y laborioso que comienza con el tostado de las almendras de manera uniforme para realzar su sabor. Posteriormente, estas almendras se trituran hasta formar una pasta fina y cremosa a la que se añade una mezcla de miel y azúcar calentada. Esta masa, cuando aún está caliente, se amasa en un recipiente especial llamado boixet, donde se bate durante un tiempo prolongado para obtener una textura homogénea y untuosa. Este paso, característico del turrón de Jijona, es lo que le confiere esa distintiva consistencia suave y cremosa. Finalmente la masa se enfría, se corta en bloques y se empaqueta para su distribución.
El turrón de Alicante sigue un proceso diferente que tiene como prioridad mantener las almendras enteras en su forma natural. Después de tostarlas, se combinan con una mezcla de miel y azúcar calentada a altas temperaturas formando un caramelo que las adhiere entre sí. La mezcla se vierte en moldes y se extiende uniformemente, asegurando que las almendras queden bien distribuidas. Posteriormente el turrón es sometido a un proceso de prensado para asegurar que las almendras queden firmemente compactadas y la mezcla se adhiera bien. Una vez en los moldes se puede cubrir con una fina capa de oblea por uno o ambos lados, lo que le da su apariencia clásica y facilita su manipulación. Después de enfriarse y solidificarse, las tabletas se cortan y empaquetan.
De la suavidad del Jijona al crujiente turrón de Alicante
La textura y el sabor del turrón de Jijona y el turrón de Alicante son dos de sus características más distintivas ya que el primero es suave y cremoso mientras que el segundo es duro y crujiente.
El turrón de Jijona, con su textura suave y cremosa, se deshace en la boca, ofreciendo una sensación cremosa y aterciopelada en el paladar. La mezcla homogénea de almendra molida, miel y azúcar crea un sabor dulce y delicado, donde la almendra tostada aporta un toque sutil pero reconocible. Esta suavidad, unida a la ligera humedad de la pasta, hace que cada bocado sea casi fundente.
El de Alicante sin embargo destaca por su textura crujiente y firme. Las almendras enteras y tostadas no solo ofrecen una mayor resistencia al morderlas, sino que aportan un sabor más robusto y tostado, que se intensifica al entrar en contacto con el caramelo formado por la miel y el azúcar. El contraste entre el crocante de las almendras y la suavidad del caramelo crea una sensación más intensa y compleja, con un toque menos dulce que el turrón de Jijona, permitiendo que el sabor de las almendras sea el principal protagonista en cada bocado.
El turrón de Alicante dura más tiempo que el de Jijona
El turrón de Jijona, por su textura más húmeda y suave, tiene una vida útil más limitada que el turrón de Alicante. Debido a su mayor contenido de almendra molida y la humedad que retiene, es recomendable consumirlo dentro de un par de meses desde su compra para disfrutar de su sabor y frescura. Para conservarlo adecuadamente, una vez abierto debe guardarse en un lugar fresco y seco, lejos de la luz directa y de fuentes de calor. También se puede envolver en papel de aluminio o guardarlo en un recipiente hermético para evitar que se reseque.
En cambio, el turrón de Alicante, al ser más seco y firme, puede mantenerse en buen estado por más tiempo, incluso hasta seis meses, sin perder calidad. Su estructura sólida y la capa de caramelo lo hacen menos susceptible a la humedad. Para conservarlo, es importante almacenarlo en un lugar fresco, seco y oscuro, preferiblemente en su envoltorio original o en un recipiente hermético para evitar que se exponga al aire, lo que afectaría su textura crujiente.
El turrón blando o de Jijona es más versátil a nivel culinario
El turrón de Jijona, por su textura suave y pastosa, es un ingrediente ideal para incorporar en postres y dulces, ya que se puede desmenuzar o mezclar fácilmente con otros ingredientes. Es comúnmente utilizado para rellenar pasteles, tartas o incluso en helados, proporcionando un sabor profundo a almendra y un toque cremoso. Además, es popular como base para cremas y mousses, aprovechando su consistencia que se funde al contacto con el calor o al mezclarlo con otros ingredientes.
El turrón de Alicante, por su textura crujiente y firme, es más comúnmente consumido tal cual, en pequeñas porciones, como un dulce de sobremesa o como snack. Sin embargo, su versatilidad no termina ahí; debido a su robustez, también se utiliza en repostería para decorar tartas y pasteles, añadiendo una capa crujiente y un contraste de texturas. En algunos casos, se puede triturar para agregar a helados o usarse como base para galletas de turrón.