Las botellas de tequila no tienen un gusano en su interior, al grano y sin rodeos. La bebida mexicana que sí se puede vender con un gusano en su interior, aunque no es algo imprescindible ni mucho menos, es el mezcal. Similar al tequila, sí, pero no es lo mismo. Mientras que el primero está sujeto a unas firmes regulaciones controladas por el Consejo Regulador del Tequila (CRT), que se asegura de la calidad de la producción, el mezcal se elabora como cada productor considera.
El surgimiento del mito ha venido produciéndose por la habitual confusión a la hora de diferenciar entre mezcal y tequila más allá de las fronteras de México. En ocasiones se cree que el mezcal es poco más que un tipo de tequila o que es directamente tequila con otro nombre. Pero no. El tequila exclusivamente emplea en su elaboración agave azul, siendo una de las variedades más habituales la del agave azul Weber, cultivado en la región de Jalisco, sometido siempre al control del CRT como decíamos más arriba.
El mezcal, por su parte, emplea más de una docena de especies de agave diferentes, sin requerir utilizar unas u otras en particular aunque sí tenga una denominación de origen obtenida en 1995, siendo uno de los más empleados el agave angustifolia. También, el proceso de elaboración varía y en el mezcal se cambian los hornos de mampostería de los tequilas por hornos cónicos de piedra.
Esta libertad mayor a la hora de elaborar el mezcal propició que un productor, Jacobo Lozano Páez, decidiese introducir un gusano en sus botellas. Era un modo de diferenciarse de la competencia y pensaba que así sus mezcales serían más sabrosos. La ocurrencia la tuvo tras descubrir en el interior de una piña de agave, alimentándose de esta, una larva de este animal. Tuvo éxito y, con el tiempo, más productores se sumaron a la costumbre uniendo los gusanos con esta otra bebida nacional mexicana.