¿Es bueno el consumo de vino? ¿Pueden existir componentes beneficiosos en los antioxidantes, taninos y otros compuestos procedentes de estos caldos? Hay estudios que dibujan, tímidamente (a nivel científico) la promesa de beneficios para la salud. En la práctica, sin embargo, la gran mayoría de evidencia científica nos habla justo de lo contrario: todos los posibles beneficios de una copa de vino se ven totalmente eclipsados por sus perjuicios.
Qué efectos tiene una copa de vino en el cuerpo
En resumidas cuentas, cuando tomamos una copa de vino en nuestro cuerpo se pone en marcha una serie de mecanismos relacionados con las sustancias de la copilla ingerida. Cuantas más copas, más acentuados son los siguientes efectos, que pueden pasar de inapreciables a realmente molestos o peligrosos.
- En la boca, la combinación de etanol con los taninos y otros pigmentos va oscureciendo el esmalte dental. El alcohol cambia radicalmente la microbiota, ayudando a la aparición de caries y la irritación gingival. También afecta al esófago y garganta, ayudando a la aparición de halitosis.
- El alcohol, además de irritar el tejido del digestivo, por diversas cuestiones, estimula la segregación de ácido clorhídrico (que usamos para digerir). Por otro lado, muchas de las sustancias de la copa de vino resultan astringentes y poco digestivas. Más adelante, en el intestino, todo esto, que además pasa rápidamente si no hay comida que retenga el vino, cambia la microbiota intestinal, generando diversísimos cambios que van desde una mala digestión a problemas metabólicos o incluso neurológicos.
- El alcohol, a través del intestino, pasa rápidamente a la sangre. Esto provoca una serie de reacciones metabólicas casi inmediatas. Entre las más conocidas está la inhibición de la de la vasopresina, encargada de la recaptación de agua, lo que nos da muchas ganas de orinar. La alcohol deshidrogenasa (ADH) se encarga de metabolizar el alcohol, pero no es perfecta. Esta enzima produce algunas moléculas que pueden ser dañinas. Primero, la ADH metaboliza el alcohol a acetaldehído, una sustancia altamente tóxica y carcinógeno bastante conocido. Luego, el acetaldehído se convierte en otro subproducto menos activo llamado acetato, que luego se descompone en agua y dióxido de carbono para una fácil eliminación. Este es el fin del alcohol en nuestro cuerpo. Una pequeña parte, muy muy pequeña, se irá por la orina (aparte del agua resultante, se entiende) o incluso por el sudor.
- ¿Y qué ocurre con estas sustancias antioxidantes, el resveratrol y otras moléculas que tienen supuestos beneficios para la salud? No existen evidencias de que se asimilen o que lleguen a tener efectos en nuestro cuerpo. Lo que podemos decir con bastante seguridad es que terminarán o bien asimiladas en otros procesos fisiológicos o bien en las heces.
¿Qué pasa si tomo una copa de vino todos los días, ¿es malo? Riesgos
Fisiológicamente hablando, y en muy resumidas cuentas, sí, es malo. A diferencia de los supuestos beneficios, que son siempre un poco vagos a la hora de su descripción, existen numerosas evidencias que apuntan a los perjuicios del alcohol:
El alcohol y su relación con el cáncer
La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) establece una relación directa, y más que comprobada, entre el consumo continuado de bebidas alcohólicas y el aumento en el riesgo de padecer:
- Cáncer de colon y recto
- Cáncer de mama
- Cáncer de ovario
- Cáncer de laringe
- Cáncer de hígado
- Cáncer de esófago
- Cáncer de la cavidad oral y faringe
Esta investigación, por ejemplo, concluye que un 10% de los casos de cáncer en varones son atribuibles al consumo de bebidas alcohólicas, mientras que en mujeres las cifras rondan el 3% de las pacientes afectadas. En términos más claros, este metaanálisis (un tipo de investigación que analiza los datos de decenas o centenas de otros estudios) apunta a que al menos 741.300 casos de cáncer en el mundo se deben al consumo de alcohol, siendo 568.700 de hombres y 172.600 de mujeres. De todos los detectados, la gran mayoría son cánceres de esófago, seguido de cerca por los de hígado y mama.
El alcohol aumenta la posibilidad de sufrir una enfermedad metabólica
Además, otras revisiones científicas nos muestran que el alcohol también se asocia con la aparición y el empeoramiento de enfermedades metabólicas de todo tipo:
- Cetoacidosis alcohólica
- Cirrosis
- Daños hepáticos (del hígado) varios
- Obesidad
- Diabetes
El síndrome metabólico, que es el nombre de un grupo de factores de riesgo de enfermedad cardiaca, diabetes y otros problemas de salud (y que se denomina síndrome porque nunca vienen solos, sino en conjunto), está directamente asociado con el consumo de alcohol. Muchas veces este aparece no solo por su consumo sino por el estilo de vida asociado a este.
El alcohol se asocia con problemas de corazón
Aunque el dicho "una copita de vino al día es buena para el corazón" está muy extendido, lo cierto es que el consumo continuado de alcohol, como veíamos, se asocia a problemas metabólicos, algunos de los cuales se relacionan directamente con problemas cardiovasculares importantes. En otras palabras, si bien el alcohol no afectara directamente al corazón, las enfermedades que provoca sí que lo harían. Pero es que, además, sabemos que el alcohol sí que afecta al corazón.
Por ejemplo, en los bebedores de cerveza (diaria) se puede producir una hipertrofia cardíaca idiopática. El Alcohol Group of the Global Burden of Disease (GBD) atribuye al alcohol la muerte estimada de unos 2.8 millones de personas anuales.
El alcohol, un riesgo para el sistema neurológico y la nutrición
También existen evidencias de que el consumo de alcohol puede incrementar las consecuencias de enfermedades de origen neurológico como la demencia, el alzhéimer o incluso provocar neuropatía axonal periférica, entre otras cosas. Esto se debe a la acción de las sustancias que describíamos. Por otro lado, el alcohol es de las pocas sustancias capaces de atravesar la barrera hematoencefálica en un 90%, así que va directo al cerebro donde puede provocar numerosos cambios y daños.
Por otro lado, aunque una copa de vino al día no es razón para que aparezcan problemas de nutrición, lo cierto es que es la puerta para un alcoholismo suave que vaya incrementándose con el tiempo. Y el alcoholismo está asociado con la malnutrición. Esto se debe en gran parte a que cambia profundamente la naturaleza de la microbiota intestinal, necesaria para procesar gran parte de las sustancias que pasan por el intestino. También produce daños a nivel de tejido, y arrastra nutrientes, lo que provoca una pérdida de nutrientes significativa. Debido a su naturaleza, así como a los cambios de hábito que provoca, el alcohol es capaz de generar una malnutrición que puede derivar en nuevos problemas o agravar los existentes.
¿Qué beneficios tiene tomar una copa de vino al día?
Si el alcohol es tan malo, ¿por qué existe gente, incluyendo dentro del estamento científico, que defiende los beneficios del alcohol moderado? En realidad, hay estudios que "demuestran" ciertas propiedades beneficiosas. La cuestión es que no vale con un par de estudios, hechos solo en ratas, con unas pocas personas o con conflicto de intereses, para que cambie el consenso sobre lo que sabemos del alcohol. En otras palabras, hay muchos más estudios, más serios, más completos, probados en humanos (en decenas o cientos de miles de humanos) y llevados a cabo por laboratorios sin intereses que demuestran los perjuicios del alcohol.
Eso no quiere decir que el vino, en concreto, no contenga sustancias nutricionalmente activas. Incluso, algunas de las mismas pueden estar asociadas a ciertos aspectos beneficiosos concretos y aislados (como las propias sustancias). Lo que hay que dejar claro es que sus efectos, en cualquier caso, y según lo que sabemos hasta la fecha, no cambian en ningún caso el impacto negativo del alcohol.
Vino tinto, ¿es bueno para la salud?
En concreto, el vino tinto siempre ha sido fuente de supuestas bondades. Los principales beneficios que se le atribuyen están relacionados con los antioxidantes. Esto, a su vez, es la base que sirve para decir que ayuda a un buen envejecimiento. También, como hemos comentado, se le ha atribuido un cierto potencial cardioprotector (asociado muchas veces a estos antioxidantes). Sin embargo, ya hemos visto que no es correcto. Si bien sí que existen sustancias antioxidantes en el vino tinto, no hay evidencias de que estas lleguen a tener efectos en la salud.
Por otro lado, algunos estudios modernos apuntan a que en cierta cantidad podría tener algunas ligeras repercusiones positivas en ciertas circunstancias. En concreto, por ejemplo, algunos relacionan una mejora ligera en la prevalencia de la demencia con un consumo moderado. Otros hacen referencia a su efecto prebiótico, aumentando la calidad de la microbiota intestinal. Como estos, hay bastantes pequeños estudios que le atribuyen ciertos beneficios muy concretos y asociados a circunstancias demasiado específicas. ¿Se puede decir, a través de estos, que suponen algo bueno para la salud? No. La ciencia no funciona así. Existen muchos más pasos, muchos más estudios y mucho más trabajo detrás de una decisión de consenso científico. En estos momentos, dicho consenso está marcando la respuesta: no, no es bueno para la salud.
Cuántas copas de vino es recomendable tomar al día
Dicho todo lo anterior, la respuesta adecuada a esta pregunta es clara: ninguna. Sin embargo, esta cuestión no es tan sencilla. Los seres humanos somos nuestras decisiones, en gran medida. Teniendo en cuenta todo lo expuesto, todo el mundo puede decidir que beber una copa de vino al día sigue siendo bueno para él o ella. Esto tiene relación con el impacto social o psicológico de una actividad lúdica, pero no con su composición, claro. Por tanto, esta decisión está asociada a la voluntad de cada persona.
Alternativas más saludables al vino
Básicamente, cualquier otra bebida sin alcohol ya gana muchos puntos. Esto, por supuesto, sin incidir en las bebidas azucaradas que son un problema en sí mismo. Lo curioso es que existen alternativas específicas al vino para poder disfrutar de su palatabilidad sin la presencia de este. Por ejemplo, se están poniendo de moda, con un éxito moderado, las bebidas de vino pero sin alcohol (que son lo que indica su nombre, básicamente).
Otra opción, más tradicional, aunque menos popular tal vez, es catar el vino... y escupirlo. Esta técnica lleva usándose siglos por los catadores profesionales, que necesitan tener la mente despejada. Así el alcohol se queda fuera, pero el aroma y el sabor, que son sensaciones, se quedan dentro. Por otro lado, existen un sinfín de zumos y jugos que pueden sustituir la sensación de "novedad" en la boca. Un sucedáneo bastante usado es el "tinto de verano 0%", que da bastante el pego, aunque no deja de ser un combinado.
Y, por supuesto, siempre nos quedará la bebida panacea: el agua.