Para las personas comprometidas con la conservación del medio ambiente y el trato digno a los animales, la carne de laboratorio puede convertirse en la opción oportuna. Por ello, conviene una explicación clara acerca de su origen y sus características, los detalles de su fabricación, sus beneficios y contraindicaciones, la ley al respecto, si es apta para vegetarianos y veganos y dónde puede comprarse (si es que puede hacerse).
¿Qué es la carne cultivada en laboratorio?
La llamada carne artificial, sintética, cultivada o de laboratorio es un producto que se consigue a través del cultivo minucioso de células madre musculares que han sido extraídas de cerdos, pollos, terneras y demás con una biopsia y sin herirlos.
No se obtiene directamente del cuerpo de un animal, troceándolo en las granjas y mataderos tradicionales. La carne de laboratorio acabada nunca ha formado parte como tal de su anatomía, sino que su desarrollo es in vitro, en biorreactores y placas de Petri. Tampoco se la debe confundir con las propuestas sustitutivas que se elaboran a partir de la proteína vegetal para consumidores no carnívoros.
¿Quién inventó la carne cultivada en laboratorio?
En diciembre de 1931, un inspirado Winston Churchill aseguró en un artículo para Strand Magazine: "… escaparemos al absurdo de criar un pollo entero para comer la pechuga o las alas, cultivando estas partes separadas en un medio adecuado". Y el agudo primer ministro inglés no erró mucho el tiro.
La carne de laboratorio constituye otra innovación sobresaliente que agradecer a la exploración cósmica, como los sistemas de filtración de agua o las cámaras digitales de los móviles: procede de los experimentos que realiza la NASA desde 2001 con células de pavo para mantener a los astronautas en viajes espaciales.
Ese mismo año, el dermatólogo neerlandés Wiete Westerhof y dos compatriotas suyos, el doctor Willem van Eelen y el empresario Willem van Kooten, solicitaron una patente global de un proceso independiente para la preparación de carne sintética. Y otro tanto hizo luego, por su parte, el estadounidense Jon F. Vein.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) había aprobado la técnica de cultivar estas proteínas animales en febrero de 1995. Pero no fue hasta junio de 2005 que se publicó el correspondiente artículo revisado por pares, en la revista Tissue Engineering, que certificaba científicamente esta prometedora tecnología.
Carne de laboratorio en España: su legislación
Al pertenecer España a la Unión Europea, el tratamiento legal de la carne de laboratorio depende en gran medida de las leyes comunitarias. Pero, considerando lo novedoso de este producto y si no hay oposición estatal, lo más probable es que se aplique la regulación sobre nuevos alimentos (Reglamento 2283/2015).
Su artículo 3 habla de "alimentos derivados del cultivo de células o del cultivo de tejido derivado de animales", con lo que encaja muy bien. Y, si todavía no existen directrices específicas, las futuras deberán "garantizar un alto nivel de protección de la salud humana y de los intereses de los consumidores".
Cómo se produce y se obtiene la carne de laboratorio
Las células extraídas de los tejidos animales, como exponemos, crecen in vitro, es decir, en el interior de un medio biológico artificial y controlado que imita con gran exactitud el del cuerpo vivo del que proceden. Su replicación no necesita ninguna clase de manipulación genética y ocurre de forma natural.
Lo hacen de dos maneras diferentes: el cultivo de células musculares aisladas, para las que se fusionan las que se especializan en este tejido, y de un músculo con su estructura completa, que requiere un sistema como el torrente sanguíneo y otro de desecho, lipocitos, mensajeros químicos y que se lo ejercite.
¿Qué beneficios tiene la carne de laboratorio?
Los nutrientes de la carne de laboratorio se pueden modular, seleccionando los que potencian una buena salud y eludiendo los que la reducen. El entorno bajo control impide las infecciones, y desaparecen los pagos por la alimentación animal y por las revisiones veterinarias, y disminuyen los de almacenamiento y transporte.
Por otro lado, los números varían en distintos análisis sobre el dióxido de carbono por kilo en la producción de esta carne frente a la normal. Le hace falta muchísima menos tierra, agua y antibióticos, pero preocupan los costes medioambientales de los nutrientes y la energía para el proceso.
Purificar los ingredientes imprescindibles con el estándar de nivel alimentario y no el farmacéutico, mucho más estricto y engorroso, conseguiría que fuese un 80% más ecológica que la de vacuno habitual en el mejor de los casos. Y siempre se evita el sacrificio de los animales, una incuestionable ventaja.
Desventajas de la carne de laboratorio
El dinero preciso en investigación y desarrollo es descomunal y el precio para adquirirla se aleja mucho de lo asequible, lo que, como con cualquier otro producto nuevo, debería cambiar en el futuro al generalizarse. Y el objetivo de fabricación masiva pasa por las plantas industriales y su gasto energético.
Además, aún no se dispone de una regulación europea para su comercialización; los sabores y las texturas distan de aquello a lo que estamos acostumbrados, y las segundas resultan limitadas por ahora. Sin olvidar la incertidumbre sobre sus valores nutritivos, seguridad alimentaria y consecuencias para la ganadería y su entorno.
¿La carne de laboratorio es apta para vegetarianos y veganos?
La respuesta a esta pregunta depende del umbral de tolerancia que cada uno de los vegetarianos y veganos se imponga a sí mismo. La carne de laboratorio es de origen animal, sin duda alguna, de modo que, en principio y en rigor, ni los primeros ni los segundos querrían comerla.
Sin embargo, el bienestar de los cerdos, las vacas y los pollos de los que provienen las células musculares para este alimento artificial está garantizado por completo; no sufren ni se pone fin a su vida. Y las personas a las que les interese eso quizá estén dispuestas a transigir.
Dónde comprar carne de laboratorio o carne cultivada
A pesar de que en España conocemos empresas dedicadas a la elaboración de carne in vitro, como la vasca BioTech Foods, y de que al menos otros siete laboratorios se encuentran en ello con subvenciones públicas, todavía no podemos ir al supermercado y meter un paquete asombroso en el carrito.
A día de hoy, Singapur ha decidido regular su venta con la compañía Eat Just y sus nuggets de pollo sintéticos. Y, mientras que Italia y Uruguay la han prohibido, la FDA le ha dado luz verde a las empresas californianas Good Meat y Upside Foods para que la comercialice.
Todavía queda un largo camino para poder obtener este producto de forma asidua y asequible en nuestros supermercados. Sin embargo, en la última década, la concienciación, la tecnología y la necesidad han impulsado su desarrollo hasta puntos insospechados, por lo que muy probablemente podamos encontrarla más fácilmente de lo que pensamos.