Lo cierto es que con la inundación de alimentos funcionales, a veces se nos pasa que estos, los alimentos probióticos, en realidad estaban ahí desde hace mucho tiempo. Hemos evolucionado casi a la par que los microorganismos que forman parte de estos alimentos (y nuestra microbiota). Ahora, sin embargo, estamos aprendiendo a usarlos en nuestro beneficio.
Origen y naturaleza de los alimentos probióticos
Como ya hemos comentado en otras ocasiones, llamamos alimentos funcionales a aquellos que, además de sus características nutricionales, poseen una serie de funciones específicas "para mejorar la salud". Entre los alimentos funcionales más conocidos se cuentan los probióticos. Se llaman así por contener agentes vivos. Los alimentos pueden ser naturalmente probióticos, debido a su naturaleza, como puede ocurrir con el yogur y otros alimentos fermentados; o pueden ser de origen artificial si se le añaden microorganismos con tal fin.
Efectivamente, contienen microorganismos potencialmente beneficiosos para nuestra salud. En concreto Lactobacillus y Bifidobacterium, que son prácticamente los únicos microorganismos vivos cuyos beneficios han sido probados. Y es que, para considerarse verdaderos probióticos, los alimentos tienen que:
- Proporcionar una ventaja y efectos positivos.
- Añadirse vivos en un alimento funcional.
- Adherirse al tracto digestivo sin morir.
Por eso solo estas familias de bacterias participan activamente en la digestión, que sepamos con seguridad, proporcionando protección al sistema digestivo. Actualmente solo estas tres propiedades ayudan a definir firmemente si un alimento es un probiótico o no. Sin embargo, no existe una definición más clara o concisa, ni una legislación fuerte. Por ello, podremos encontrar definiciones poco claras o directamente contradictorias dependiendo de la fuente a la que nos refiramos.
Diferencias entre probióticos y prebióticos
Es fácil confundir los alimentos prebióticos con los probióticos pero, aunque relacionados, no son lo mismo. Mientras que el probiótico tiene organismos vivos y buenos para la salud, el prebiótico contiene fibras y otras sustancias beneficiosas para este tipo de microorganismos, lo que ayuda a que proliferen.
El secreto lo encontramos en el prefijo que los determina: "pro" y "biótico", que proporciona "beneficios para la vida"; o, por el contrario, "pre", anterior, y "biótico" indica que son elementos que promueven el crecimiento de la microbiota intestinal. Un probiótico puede y suele llevar prebiótico para ayudar a los organismos presentes en el alimento, sin embargo, un prebiótico pasa a ser un probiótico en el momento en el que le añadimos organismos vivos.
Propiedades nutricionales de los alimentos probióticos
Más allá de las propiedades nutricionales que puedan poseer los alimentos por sí mismo, los probióticos, los lactobacilos y bifidobacterias participan activamente en la digestión: ayudan a descomponer y procesar ciertos alimentos; colaboran en la absorción de nutrientes y generan un ambiente protector contra patógenos y oportunistas.
Qué alimentos contienen probióticos naturales
Aunque llevan con nosotros milenios, en realidad no son tantos los alimentos con probióticos naturales. Estos son, básicamente, lácteos fermentados como los yogures, el kéfir, cuajadas y otros similares o derivados.
Aunque también existen otros productos fermentados a los que se les atribuyen propiedades probióticas, lo que suelen contener estos productos, en realidad, son restos de levaduras que ayudan a la microbiota intestinal, pero no organismos vivos, por lo que jamás podrían considerarse probióticos.
Qué propiedades saludables tienen los alimentos probióticos
La relación de la microbiota intestinal con nuestra salud es cada vez más evidente y conocida, aunque compleja. Los microorganismos de los probióticos ejercen un rol importantísimo en nuestra digestión. Así, algunos organismos científicos les atribuyen todo tipo de propiedades saludables a estos alimentos funcionales:
- Algunos estudios han demostrado que tomar probióticos durante el embarazo y la infancia podría reducir el riesgo de desarrollar dermatitis atópica y disminuir la gravedad de los síntomas de la dermatitis.
- Algunos estudios han demostrado que los probióticos acortan los episodios de diarrea aguda pediátrica aproximadamente un día.
- Algunas cepas probióticas, como LGG y Saccharomyces Foulard podrían ayudar a reducir el riesgo de diarrea relacionada con los antibióticos en personas menores de 65 años, pero no en personas mayores.
- Tomar probióticos con los medicamentos podría reducir levemente los síntomas de la colitis ulcerosa, pero esto no parece ayudar a quienes tienen la enfermedad de Crohn.
- Algunos estudios han demostrado que los probióticos, como lactobacilos y acidófilos, reducen ligeramente las concentraciones de colesterol total y de lipoproteína de baja densidad (LDL o colesterol “malo
- Algunos estudios han demostrado que los probióticos pueden reducir ligeramente el peso o la grasa corporal.
Y esto son solo algunas de las afirmaciones. Pero, como suele decirse, no es oro todo lo que reluce.
La cara oculta de los probióticos: ¿realmente funcionan?
Como hemos visto, esta es una de las ramas de alimentos funcionales más alabadas. Pero, también es de las más polémicas. Esto se debe a que, a nivel científico, existen dudas fundamentadas sobre si realmente cumplen con las tres características que mencionábamos al principio. Desde comienzos del año 2000, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (la EFSA), ha estado revisando con mucho celo la veracidad y evidencia científica relacionada con las sustancias prebióticas y probióticas.
Por el momento la conclusión es que, mientras que sobre los prebióticos sí hay evidencia científica para avalar sus beneficios, sobre los probióticos existen numerosas inquietudes y pocas pruebas claras y concisas. Al igual que antes citábamos la existencia de estudios que afirman cosas buenas, existen otros tanto que deniegan dichos beneficios o, incluso, apuntan a efectos negativos.
Una de las principales dudas es si realmente los microorganismos pueden llegar a sobrevivir al paso por el estómago e implantarse en el intestino, una condición sine qua non para que puedan considerarse probióticos. Esto, ya lo hemos explicado, solo puede ocurrir con los lactobacilos y bifidobacterias. Sin embargo, por la dificultad de los estudios, no existen evidencias claras de que ocurra.
Por otro lado, eso no quiere decir que no lo haga. Es más, está claro que se han identificado beneficios pero, ¿están directamente relacionados en forma y causa con lo que creemos saber de los probióticos? Parece que la cuestión queda todavía en el tintero, mientras la ciencia sigue desentrañando la realidad que los rodea.