Hoy en día nos pueden sorprender con la presentación de un plato en casi cualquier tipo de recipiente, pero ¡cuidado con replicar la idea! y utilizar uno de los azulejos de pizarra que nos sobró de la reforma del baño para presentar una tabla de quesos como en "aquel restaurante", o guardar y reutilizar repetidamente esos envases de un solo uno que venían con "aquel alimento".
Como norma general, no es recomendable utilizar un envase alimentario para un uso distinto para el que ha sido concebido, más aún si desconocemos la aptitud del envase para contener alimentos. El motivo de esto es que, antes de salir al mercado, los envases de uso alimentario deben pasar una serie de pruebas para garantizar que son seguros para los consumidores, entre las que se encuentran las necesarias para determinar la cantidad de sustancias del propio envase que pueden ser cedidas al alimento. Es lo que se llama migración.
Para la cuantificación de esta migración, que puede ser específica (para sustancias concretas) o global (que es la suma de sustancias liberadas de un material al alimento) se emplean una serie de simulantes que son definidos, en cada caso, en función de las características del propio envase y del alimento que el envase va a contener. Por esta razón, y aunque previsiblemente no tenga por qué haber problemas, si se usa un envase alimentario para un uso distinto para el que ha sido concebido o si se le da un uso no especificado, se le estará dando un uso para el cual el envase no ha sido probado y por tanto, no habrá datos previos que abalen la seguridad del envase para ese uso.
¿Cómo podemos saber entonces si un envase es apto para uso alimentario y cómo podemos usarlo de forma segura?
Todos los envases y objetos de uso alimentario, deben cumplir con lo definido en el Reglamento (CE) Nº 1935/2004 sobre materiales y objetos destinados a entrar en contacto con alimentos, además de la reglamentación específica según el tipo de material del que se trate, de acuerdo al anexo I de este reglamento, como puede ser el caso de los envases de plástico, de vidrio, de cerámica o silicona entre otros.
Según este reglamento, todos los materiales y objetos destinados a estar en contacto con alimentos, exceptuando aquellos objetos que por sus características estén destinados claramente a entrar en contacto con alimentos, cuando se comercialicen, indicarán en una lengua fácilmente comprensible para los compradores, que estos son aptos para estar en contacto con alimentos. Esta indicación puede realizarse mediante términos como "para contacto con alimentos" con indicaciones sobre su uso, o con el símbolo de la copa y el tenedor que ilustra este artículo. Además, los recipientes llevarán indicaciones sobre el fabricante, transformador o vendedor así como una identificación adecuada que permita la trazabilidad del material.
Por otra parte, en caso necesario, los materiales y objetos destinados a contener alimentos, irán acompañados de las instrucciones que deban seguirse para un uso adecuado y seguro. Esto incluirá por ejemplo, si el envase se puede utilizar en el microondas, si hay una temperatura máxima a la que el alimento contenido pueda estar, si se puede lavar en el lavavajillas... etc. Y estas indicaciones, si son necesarias para un uso seguro del recipiente, vendrán claramente indicadas.
De modo que, para usar un envase o recipiente de forma segura dentro de un uso razonable, solamente debemos tener en cuenta dos cosas: fijarnos si el envase es apto para uso alimentario, ya sea por mención específica o porque el envase muestra el símbolo que ilustra este artículoy, además, debemos usarlo siguiendo las indicaciones que figuren en su etiqueta, o en el propio envase. Teniendo estas dos consideraciones en cuenta, podemos estar tranquilos de que el envase es seguro, pese a lo mucho que nos puedan haber contado sobre ciertos materiales.