¡Hola, holita mis queridísimas Viniloquis! Como ya sabéis a mí el tema Sparkling me chifla, pero si hay algo aparte de los espumosos que me vuelve to’loquer son los rosados. Sí, sí cariños míos, porque si habéis seguido la trayectoria de servidor, el primer vino que publiqué en este nuestro rinconcito líquido fue el estupendo rosado de Bàrbara Forés. Poco me prodigo en ellos, todo cabe decir, pero es que también me lo ponen difícil. Aquí somos de cosas cool, nada de rosé chic*, que para eso ya están las mamarrachas de Instagram y su postureo. Aunque en este caso Espantaburros es un clarete, ¿y qué es un clarete? Vamos a explicarlo y, con ello, el vino en cuestión mis Vinis.
Nuestro vino de cabecera es Espantaburros, con un nombre tan molón no se puede ser menos en contenido. Espantaburros en términos coloquiales es como se define a un tipo de Salvia, esta suele crecer como matojo y suele ser muy molesta para el ganado. Es de suponer pues que el nombre lo recibe por ello. Nos situamos en Peñaranda de Duero, en esa tierra es donde nacen los varietales de los que se compone nuestro estimado rosado clarete. Parcelas de unos 50 años compuestas por Bobal, Tempranillo y Albillo Mayor. Con estas tres castas son con las que César Fernández hace un clarete de aúpa. Teniendo esto claro, desenmascaremos el rollo ese del clarete.
Un clarete se diferencia en poco del rosado, pero como hay legislaciones y normativas, hay que cumplirlas. El tema da para confusión, ya que un rosado y un clarete se pueden hacer ambos con varietales tintos y blancos. Una de las grandes diferencias es que al rosado se le obliga a tener una mayor parte de varietal tinto, siendo este un mínimo del 50%. En el clarete es la blanca la mayoritaria. Entonces con este mini lío hablado, la otra diferencia sobre todo reside en su forma de hacer. Los rosados se hacen por el método de sangrado, es decir, se puede macerar el vino con los hollejos (pieles) de la uva tinta, pero solo fermentar el mosto limpio. Luego dependiendo del tiempo de exposición en la maceración el color resultante será mas suave o intenso. En el clarete se puede macerar y fermentar con los hollejos, vamos que es como si hiciéramos un vino tinto de siempre. Al existir una mayor cantidad de varietal blanco sobre el tinto, el resultante siempre será un color mas pálido. Luego todo aquello de que unos sirven para guarda y los otros no, son cuñadismos de las denominaciones que no nos llevan a nada. Cada viticultor hace lo que le sale de la brenca, claro es el caso de César con Espantaburros.
César Fernández es un joven viñador en la Ribera del Duero y quiere realmente expresar este paisaje: “Tengo claro que quiero hacer mis vinos con un estilo más borgoñón o de Jura, me gustan más en reductivo, no oxidativo. La oxidación me lleva a vinos más amplios y corpulentos. Esos son los vinos de la DO, para mí no son los vinos de Ribera del Duero, si no los que quiere la DO” y Espantaburros clarete es un claro ejemplo de ello. Los claretes son un tipo de vino que hoy día está bastante denostado. En sí es fácil, era un vino destinado al Popolo, vino de fresqueo que las bodegas y la misma denominación han ido dejando de lado. “Cuando planteo mi proyecto, tengo tres viñedos en Ribera. En Peñaranda, tengo uno de viñas viejas en suelo arcillo calcáreo. Con ellas lo que quiero es volver a los orígenes, hacer los vinos que me gusta beber a mí y el clarete es esto, es un todoterreno que permite picotear o comer un lechazo con él”.
Para esto juega con los tres varietales que ya comentamos, Albillo real, Tempranillo y Bobal. Las macera entre 24 y 36 horas y las fermenta y cría en barrica. Ahí reside gran parte de su éxito. Retomar una identidad como son los vinos de una zona, pero con atino. Varietales de cepas viejas y no cualesquiera, la Abillo real ha ido demostrando de un tiempo atrás hasta aquí que es un blanco a respetar y mucho. Sus comparsas no son menos, luego ese trabajo en barrica ensalza el vino y lo lleva a cotas superiores. Lo de Cesar es de aúpa, chicas. Un viñador con las ideas claras y un concepto de bodega muy establecido. Espantaburros clarete se ha convertido ya en un vino de cabecera, lo tiene todo, la frescura para un momento informal entre winelovers, el poder para aguantar comidas pesadas como más de un amigo y la facilidad de crear un buen momento a cualquier hora. Ya sabéis, corred prestas a las estanterías de vuestros dealers más cools, y llevad la palabra al mundo; Clarete is the new Rosé.
*Si no os ha venido a la cabeza la cancionzaca Le Freak de Chic, es que estáis muert@s por dentro. Ah, freak out! Le Freak, c’est chic. Freak out!