Notaresco es una pequeña localidad italiana de apenas 7.000 habitantes perteneciente a la provincia de Teramo (Abruzzo) en la región más central de la península itálica. Se trata de un pueblo de aspecto medieval, construido sobre una colina, que destaca sobre todo por sus monumentos religiosos. Pero desde 2009 los visitantes de este municipio tienen otra atracción más para contemplar que nada tiene que ver con sus iglesias, conventos, palacios y museos. Porque ese fue precisamente el año en el que Luigi Recchiuti, graduado en Ciencias Agrícolas por la Facultad de Bolonia y enamorado de la cerveza artesanal, fundaba Microbirrificio Opperbacco.
Ubicada en un entorno idílico entre viñas, huertos y campos de olivos, y rodeada por un lado por el macizo montañoso del Gran Sasso y por el otro, por el Mar Adriático, la fábrica de Opperbacco está construida sobre unas antiguas caballerías y establos restaurados y adaptados para la elaboración de cerveza. Desde ahí Luigi y sus compañeros son capaces de producir unos 3.000 hectolitros anuales de algunas de las mejores birras transalpinas que poco a poco están llegando y asentándose en otros mercados más allá del italiano.
El nombre del birrificio, Opperbacco, viene a ser un pequeño juego de palabras referido a la expresión perbacco, una interjección italiana que denota estupor o sorpresa. El mismo estupor o sorpresa que produce encontrarse con una fábrica de birra artigianale de la más alta calidad en una tierra tan conocida y famosa por sus vinos. Y la misma exclamación que los responsables de la empresa desean escuchar de los labios de sus clientes al degustar una de sus cervezas.
Ellos mismos explican que el concepto sobre el que se asienta Opperbacco es el de ofrecer una mezcla polifacética de tradición e innovación que se refleja en sus productos que se inspiran en los estilos cerveceros más clásicos, pero reinterpretados de manera audaz, evitando parecer banales o aburridos. Su objetivo principal es el de permitir a sus clientes acceder a toda una nueva gama de sabores a través de sus IPAs, sus Barley Wines, sus Witbiers o sus Porters.
TriplIPA: un encuentro entre lúpulo americano y tradición belga
Microbirrificio OpperbaccoY precisamente una de sus cervezas más famosas, la TriplIPA, es un ejemplo claro de su filosofía vital, pues se trata de un cruce de un estilo belga clásico, como es el tripel, con el toque moderno americano de las IPAs venidas del otro lado del Atlántico. Una auténtica adelantada a su tiempo, pues la fabricación del primer lote de esta variedad coincide con la puesta en marcha de la fábrica de Opperbacco, allá por 2009, en una época en la que no abundaban las tripels lupuladas o las doble IPAs belgas que se estilan hoy en día.
Para crear este híbrido cervecero cuasi perfecto, emplean las maltas base tradicionales usadas habitualmente en el estilo tripel belga (incluyendo algo de trigo), además de levaduras procedentes de la región de Las Ardenas, pero adicionan lúpulos americanos para darle su sabor, amargor y aromas tan característicos. En este caso hablamos de lúpulos de las variedades Columbus, Willamette, Simcoe, Chinook y Amarillo, añadidos tanto durante la cocción como en frío siguiendo la técnica del dry hopping.
El resultado es una cerveza rubia de color cobrizo y espuma persistente, muy contundente, con una graduación alcohólica del 7,8%, y bastante amarga (en torno a los 60 IBUs, aunque hay ediciones especiales que llegan hasta los 85 IBUs) pero también perfectamente bebible a pesar de su fortaleza. De aromas que nos recuerdan a frutas maduras y tropicales, sus ingredientes de orígenes tan dispares se combinan perfectamente para dotar a esta cerveza de un sabor único, de toques picantes y especiados, que aúna lo mejor de las cervezas belgas clásicas y las IPAs americanas.
Este hoppy tripel en toda regla se comercializa tanto en botellas de 33 como de 75cl, ambas decoradas con el emblemático logotipo de la marca: una reinterpretación personal del famoso cuadro de Caravaggio que representa al dios romano del vino y la vegetación, Bacco, pero esta vez sosteniendo una copa de cerveza en lugar de un vaso de vino. Una auténtica obra de arte a la altura de la birra producida por Opperbacco.