La asociación Alaska Seafood es un organismo interprofesional de la industria pesquera encargada de difundir y promover el consumo de los productos de mar de Alaska. Este mes de enero se celebra el Alaska Seafood Month, una iniciativa a nivel global para dar a conocer los pescados y mariscos de esta región y especialmente el llamado salmón rojo salvaje de Alaska o sockeye, un pez perteneciente al género Oncorhynchus que se captura desde finales de junio hasta finales de septiembre. Este tipo de salmón del Pacífico, distinto a los salmones que podemos encontrar en otros lugares del planeta, posee unas características únicas que lo convierten en un apreciado ingrediente de cocina, pero también en uno de los motores de la economía de Alaska.
El salmón rojo de Alaska o salmón sockeye tiene un tamaño aproximado de unos 60 centímetros, un dorso libre de manchas y una base de la cola estrecha. Nace y vive en aguas dulces durante sus cuatro primeros años de vida, tras lo cual se desplaza hasta el Golfo de Alaska durante otros tres años. Allí es capturado utilizando artes de pesca tradicionales como el cerco o el enmalle que además evitan la pesca de otras especies. Después, regresa a su lugar de nacimiento para desovar. El color de su carne se debe a su alimentación basada en plancton y krill, rico en astaxantina, un poderoso antioxidante natural.
A nivel gastronómico, el salmón rojo se puede encontrar en distintas presentaciones que van desde entero y limpio al fileteado y posee una textura firme y un sabor acentuado sin importar el tipo de cocinado al que sea sometido. Es un pescado que se adapta perfectamente a los horneados, la plancha, la cocción al vapor, las preparaciones salteadas, los ahumados tanto en caliente como en frío o las presentaciones en crudo, manteniendo además su característico color rojo intenso, por lo que su versatilidad está fuera de toda duda. A todo ello se suman sus propiedades nutricionales, entre las que destaca su importante aporte de ácidos grasos omega-3 DHA y EPA de origen marino y el de proteínas, cerca de 25 g por cada 100 g de pescado que consumimos. Para distinguirlo del salmón de piscifactoría, basta tener en cuenta que este es principalmente de origen atlántico mientras que el rojo procede en su gran mayoría de la FAO 27 (una zona de pesca que comprende el Pacífico Norte y la zona de Alaska), y que el de piscifactoría posee un veteado intramuscular de grasa no presente en el rojo de Alaska.
Una de las principales características de la industria pesquera de Alaska es su normativa y regulación. Se trata del único estado de los Estados Unidos donde la constitución establece de forma expresa desde 1999 que todo el pescado y el marisco, incluyendo el salmón rojo de Alaska, se pesca, procesa y comercia siguiendo los principios de producción sostenible. Y es que, no por nada, Alaska y sus recursos naturales son ejemplo de sostenibilidad y desarrollo económico de forma equilibrada. Es referente mundial con su modelo de gestión responsable de la pesca gracias a su política de sostenibilidad y de explotación económica basada en cinco pilares fundamentales y en los estudios científicos de expertos en biodiversidad y conservación marina.
El tejido laboral está conformado por familias que han heredado de generación en generación el arte de la pesca del salmón y que con ello han logrado vertebrar un sólido tejido económico y empresarial que es la principal fuente de ingresos para quienes viven en los pueblos de la costa de Alaska. Ellos son los primeros interesados en preservar los recursos naturales. Las estrictas leyes de pesca actúan aquí de forma responsable y cuentan con el firme compromiso de una industria pesquera limitada y controlada que evite la sobrepesca.
Las estrategias y políticas de pesca que se emplean están basadas en la ciencia y tienen un enfoque preventivo para asegurar el futuro del ecosistema siguiendo el Principio de rendimiento sostenible, por lo que nunca el nivel de capturas sobrepasa los límites que aseguran la regeneración de las especies, dando absoluta prioridad a esta cuestión. Instituciones, pescadores y grupos están alineados y comprometidos con las medidas de gestión responsable.
Alaska SeafoodEl producto se aprovecha al máximo y nada se descarta: la lecha, el estómago o las huevas por ejemplo, que podrían parecer inservibles, son un manjar gastronómico en distintos mercados internacionales; las espinas se emplean en la elaboración de alimentos para mascotas; la piel y las escamas se utilizan en distintas industrias de producción de materiales; el aceite resulta ser una importante fuente de omega-3…
Los objetivos de la gestión pesquera en Alaska no se limitan solamente a la propia pesca, pues otro de sus pilares está en la responsabilidad social y el papel dinamizador de su industria. En este sentido, se busca garantizar unas condiciones laborales seguras y justas regidas por las leyes y reglamentos federales, que priorizan el cumplimiento de las medidas de seguridad y velan para ello en todo momento a través de inspecciones. Para el tejido socioeconómico de Alaska la industria de los productos pesqueros es un elemento clave, de ahí el rigor de sus prácticas y comportamientos también en lo que respecta a su mercado laboral.
A todo ello cabe sumar los dos sellos de certificación diferentes con los que se asegura en el marcado que los productos comercializados son fruto de esa pesca sostenible siguiendo el modelo de buenas prácticas, El Responsible Fisheries Management (RFM) y el Marine Stewardship Council (MSC) son certificaciones externas e independientes que sirven al consumidor para detectar claramente los productos de Alaska.