Alrededor del año 1130, la Orden Premonstratense erigió cerca de Amberes (Bélgica) la Abadía de Tongerlo. Casi desde el principio de su existencia, los monjes que ahí habitaban se dedicaron a la fabricación de cerveza para su consumo propio, pues resultaba mucho más saludable tomar una bebida alcohólica fermentada que el agua natural, muchas veces altamente contaminada. Durante casi ocho siglos la producción de cerveza fue prácticamente continua, con algún pequeño paréntesis durante la Revolución Francesa, hasta que en 1914, en los albores de la Primera Guerra Mundial, todas sus calderas de cobre fueron requisadas durante la ocupación alemana.
Este contratiempo no supuso el fin de la marca aunque sí de la producción de la cerveza in situ en la abadía. Los derechos de producción de cerveza bajo el nombre de Tongerlo se vendieron primero a Brouwerij Van Milders y a partir de ahí fueron revendidos sucesivamente a varias cervecerías, hasta que en 1990 fue la famosa Haacht la que se hizo con la licencia para comercializar la marca.
La historia de Brouwerij Haacht se remonta a finales del siglo XIX, principios del XX. Por aquella época era una simple empresa de productos lácteos, hasta que en 1898 Eugène De Ro comenzó a producir las primeras cervezas de alta fermentación de la compañía. Cuatro años más tarde ya había empezado a experimentar con las de baja fermentación, y para 1913, Haacht ya era una de las cerveceras más importantes del país. Desde entonces ha continuado creciendo a un ritmo constante para mantenerse en la primera línea de un país cuya cerveza es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, pero siempre como una empresa familiar que ya va por su cuarta generación.
Como ya comentamos, fue en los años 90 cuando Haacht comenzó a fabricar las referencias de Tongerlo, añadiéndolas a su catálogo en el que ahora figuran cervezas de renombre como la gama Charles Quint o Super 8, y manteniendo su categoría de cerveza de abadía aunque ya no se fabrica ahí. Recordemos que para ser una cerveza de abadía -no confundir con cerveza trapense- no necesariamente tiene que elaborarse en los terrenos de un monasterio, sino simplemente fabricarse inspirada en la tradición cervecera monacal aunque sea por una empresa totalmente ajena a cualquier orden religiosa que solo busca su propio interés económico.
Logró esta licencia gracias a un acuerdo con la abadía por el que se comprometía a ayudar a mantener una de las comunidades monásticas más activas del país con un patrimonio cultural y artístico muy importante, incluyendo su museo dedicado a la figura de Leonardo Da Vinci que alberga una de las réplicas más espectaculares de La Última Cena pintada por el artista renacentista italiano Andrea Solari.
Tongerlo Blonde o Lux, la mejor cerveza del mundo en 2014
Brouwerij HaachtY qué mejor manera de observar y deleitarse con una obra de arte de tal magnitud que acompañado de una de las mejores cervezas del mundo. Porque en el catálogo de Tongerlo nos encontramos con la que fue nombrada la mejor cerveza del mundo del año 2014 en los famosos World Beer Awards, convirtiéndose en la primera cerveza belga en lograr tal distinción.
Mucho ha llovido desde entonces, de hecho, la Tongerlo Blonde ahora se comercializa bajo el nombre de Tongerlo Lux, aunque los más nostálgicos que llevan disfrutando de esta cerveza durante lustros seguirán llamándola por su nombre original, de la misma manera que siguen refiriéndose a la Tongerlo Nox como Tongerlo Brune. Siempre serán la Blonde o la Brune, por mucho rebranding que se haga desde Haacht.
Y a pesar de haber sido votado como mejor cerveza del mundo cinco años atrás no se ha convertido en un producto exclusivo, ni mucho menos, de hecho, de un tiempo a esta parte se ha convertido en una referencia permanente para muchos supermercados generalistas, lo que está ayudando a acercar esta cerveza de calidad a un público mucho más amplio y a un precio muy asequible teniendo en cuenta su palmarés.
Pero volviendo al tema, se trata de una Belgian Blonde Ale, es decir, una cerveza rubia de abadía belga de color cobrizo y de alta fermentación, refrescante y ligera, pero con una segunda fermentación en botella que logra darle un sabor y unos aromas más intensos, además de alargar su fecha de consumo óptimo. Para esa segunda fermentación se deja la cerveza reposar durante dos semanas a una temperatura de aproximadamente 22ºC. Gracias a este proceso se acentúan sobre todo los aromas afrutados y especiados proporcionados por los lúpulos empleados en su fabricación.
En cuanto a su sabor, esta cerveza con una graduación alcohólica del 6%, resulta algo dulzona con el primer trago, ayudado por un ligero aroma a miel, clavo y vainilla, aunque el final es algo más seco, pero en ningún caso demasiado amargo. Como la mayoría de cervezas belgas, tiene bastante cuerpo, aunque nada demasiado extremo, a pesar de su aspecto cristalino y carácter refrescante, lo que la hace ideal para maridar con carnes blancas y quesos suaves.