Cuando hablamos de las mejores cervezas del mundo solemos hacerlo en base a los numerosos y más actuales premios recibidos, ya sean los World Beer Awards, la World Beer Cup o el Barcelona Beer Challenge, entre los muchos galardones que se entregan cada año. Pero hay cervezas que no necesitan de medallas en concursos para saberse las mejores del mundo, sino que es el reconocimiento del público lo que les coloca en lo más alto del podio. Y la Westvleteren XII es un claro ejemplo: el Messi de las cervezas por mucho que otros se lleven los Balones de Oro.
Sólo hay que echar un vistazo a páginas especializadas en la materia donde millones de cerveceros de todo el mundo ponen a esta cerveza belga como la mejor del mundo. En Ratebeer, por ejemplo, considerada por muchos como la auténtica web de referencia en este asunto y que recoge valoraciones y opiniones sobre más de 200.000 cervezas, esta birra trapense lleva copando el top 10 desde su primera inclusión en el ránking en 2005, algo extremadamente meritorio para una cerveza europea por el carácter eminentemente norteamericano del portal, logrando batir a auténticas bestias del movimiento craft estadounidense como las recetas de Toppling Goliath, Russian River o Three Floyds.
Y es quizás el misticismo que rodea todo lo que tiene que ver con su producción y venta al público lo que la ha llevado a estar en tan alta consideración, con puntuaciones perfectas por parte de los supuestos entendidos cerveceros, ya que se antoja complicado que de verdad la haya probado tanta gente. Sobre todo, teniendo en cuenta que sólo se vende al público minorista (salvo una edición especial de 2012 con una comercialización más amplia) y lo complicado que resulta hacerse con un ejemplar.
Los orígenes de la mejor cerveza del mundo
Sea como fuere, la historia de Westvleteren se remonta a 1831, una fecha bastante reciente en comparación con otras cervezas de abadía belgas, cuando unos monjes trapenses procedentes de la Abadía de Mont des Cats en Francia fundaron la Abadía de Sint Sixtus en la población belga de Vleteren, al oeste del país. Ochos años más tarde ya había comenzado la producción de su cerveza, y en 1850 un grupo de esos mismos monjes cistercienses fundaron la Abadía de Notre-Dame de Scourmont, donde todavía se elabora a día de hoy la también famosa cerveza Chimay.
Sólo un pequeño paréntesis entre finales de la Segunda Guerra Mundial y 1992, obligado por la restauración de Sint-Sixtusabdij, paralizó la producción de cerveza en este monasterio, trasladándose la elaboración a las instalaciones de Brouwerij Sint Bernard, en la localidad cercana de Watou, en Poperinge, famosa por sus cultivos de lúpulo. Una vez terminadas las reparaciones, la fabricación de Westvleteren volvió a su ubicación original, mientras que los responsables de Sint Bernard continuaron con la producción de St. Bernardus, considerada desde entonces como una gran imitación de estas cervezas.
Desde 1946, la producción anual de cervezas Westvleteren se ha mantenido constante: durante 70 días al año, los monjes al cargo elaboran unos 475.000 litros, lo que supone unas 60.000 cajas de 24 botellas de 33cl. Viendo su gran demanda, podrían vender muchísimas más si quisieran, pero es una cantidad suficiente para mantener la cervecería en marcha y procurar los bienes necesarios para su subsistencia.
Cerveza trapense vs cerveza de abadía
La Westvleteren XII, y las demás variedades producidas en Sint Sixtus, es lo que se conoce como una cerveza trapense o trapista. Muchas personas confunden equivocadamente este concepto con el de una cerveza de abadía, ya que existen bastantes diferencias. Sólo hay 11 marcas de cervezas trapenses en todo el mundo: 6 en Bélgica (la ya mencionada Westvleteren, Achel, Westmalle, Orval, Rochefort y Chimay), 2 en Holanda (La Trappe y Zundert), 1 en Austria (Engelszell), 1 en Italia (Tre Fontane) y 1 en EE.UU. (Spencer). Y todas ellas se caracterizan por tres aspectos diferenciadores respecto a otras cervecerías:
- Todas sus cervezas se producen dentro de los muros de una abadía trapense, ya sea por los mismos monjes o empleados que trabajan bajo su supervisión.
- La producción de cerveza es una actividad secundaria de la abadía y nunca se concibe como una actividad empresarial con ánimo de lucro.
- Las ganancias se emplean para cubrir los gastos de la producción y las instalaciones, y cualquier excedente se dona para fines sociales y de caridad.
Además de cumplir con todos estos preceptos, de las once cervecerías trapenses en el mundo, Westvleteren es la única en la que toda la producción de cerveza la realizan los monjes de la abadía. Concretamente, 5 de los 26 residentes de Sint Sixtus se dedican a la fabricación, mientras que otros 5 ayudan en el proceso de embotellado. Sólo se contrata a tres empleados no monásticos para tareas logísticas.
En cambio, las cervezas que se denominan de abadía pueden pertenecer a marcas comerciales con ánimo de lucro, pueden ni siquiera fabricarse dentro de unas instalaciones monásticas o pueden llevar el nombre de abadías que ya no existen o que nunca han existido. Digamos pues, que las cervezas de abadía vienen a ser una versión comercial y de mentirijilla de las auténticas cervezas trapenses que se distinguen de éstas últimas por llevar en su etiquetado el sello de Authentic Trappist Product.
Las tres variedades de cervezas Westvleteren
Lo cierto es que la cerveza que nos traemos entre manos está por encima de sellos y logos que certifiquen su denominación de origen. Básicamente porque las tres variedades producidas en la Abadía de Sint Sixtus no llevan ningún tipo de etiquetado. Desde 1945, su botella se caracteriza por ser totalmente limpia, sin ningún tipo de etiqueta y la única referencia a su carácter trapense lo encontramos en su cuello en el que está grabada la palabra trappistenbier sobre un anillo en relieve muy parecido al que portan las botellas de Westmalle.
Westvleteren BeersDe hecho, la única manera de distinguir las tres variedades de cerveza Westvleteren es mediante el código de colores de su chapa:
- Westvleteren Blond, la de la chapa verde, una cerveza rubia de estilo Belgian Blonde Ale con una graduación alcohólica del 5,8%.
- Westvleteren 8, la de la chapa azul, una cerveza de color tostado de estilo Belgian Strong Ale, con una graduación alcohólica del 8%.
- Westvleteren 12, la de la chapa dorada o amarilla, una cerveza oscura de estilo Quadrupel, con una graduación alcohólica del 10,2%.
Antes de 1999, los responsables de Westvleteren fabricaban otras dos variedades: una cerveza oscura pero de graduación alcohólica media (6,2%) y una cerveza de baja graduación, sólo 4%, concebida para su consumo por parte de los monjes. En eso retiraron la producción de ambas, sustituyéndolas por la Westvleteren Blond.
Westvleteren 12, la joya de la corona de las cervezas trapenses
La que es considerada por muchos como la mejor cerveza del mundo es la más fuerte de las tres variedades producidas en Westvleteren, aunque hay que decir que las otras dos no tienen nada que envidiar en calidad a su hermano mayor. Como ya hemos comentado, se trata de una cerveza de estilo quadrupel, una variedad también conocida simplemente como quad o abt. Se trata de una versión más alcohólica y con más cuerpo y, por lo tanto, el siguiente paso en la clasificación general de cervezas belgas de estilo dubbel y tripel. Las cervezas de este estilo suelen ser oscuras y densas, como es el caso, con una graduación alcohólica entre 9 y 13%. En este caso, la Westvleteren 12 tiene 10,2%.
Pero cuando hablamos de cerveza oscura no nos estamos refiriendo a una cerveza negra de la que suele tener aromas a chocolate, café o regaliz. No, en este caso se trata de un marrón oscuro, y aquí las notas son afrutadas (pasas, higos, ciruelas y quizás cerezas) y algo caramelizadas. Se trata, por lo tanto, de una cerveza algo dulzón a pesar de su alta graduación y de gran complejidad, con un retrogusto ligeramente amargo. Hay que tener en cuenta que es una cerveza refermentada en botella, que tarda entre 1 y 2 años en alcanzar su plenitud de sabor y aroma, y que incluso se potencia con la guarda, siempre que ésta se haga en posición vertical.
Una auténtica delicia que hay que probar por lo menos una vez en la vida pero, ¿de verdad es la mejor cerveza del mundo? Es complicado no subirse al carro del hype que hay alrededor de esta birra, pero siendo objetivos tampoco hay tanta diferencia con otras cervezas de su estilo a las que no se les da tanto bombo, como la Rochefort 10 o la St. Bernardus Abt 12, por ejemplo.
¿Dónde y cómo comprar cervezas Westvleteren?
Esa podría ser la pregunta del millón y una de las razonas por la que Westvleteren XII y sus hermanos menores son cervezas tan preciadas y míticas: la dificultad por hacerse con alguna de ellas. En España, por ejemplo, a día de hoy no hay una distribuidora oficial que las comercialice, aunque hasta hace algunos años Cervebel ofrecía sus packs en nuestro territorio. Sí que es posible encontrarlas en tiendas especializadas pero debido esencialmente a la devoción cervecera de sus dueños que las traen directamente desde Bélgica, y por lo tanto no se venden a precios demasiado asequibles.
Westvleteren BeersObviamente la opción más sencilla de comprar esta cerveza es visitar directamente Bélgica. En cualquier ciudad grande, especialmente Bruselas, podremos encontrar tiendas de cervezas que las venden como recuerdo cervecero a los turistas incautos que osan preguntar precio por cualquiera de estas variedades. Lo que seguramente no sepan es que un viaje de apenas 1 hora y 40 minutos en coche desde la capital belga a Vleteren, con parada intermedia en Gante para disfrutar de otras delicias cerveceras, les acercará al origen de esta leyenda. En cualquier caso, todo lo que no sea comprar las cervezas directamente a sus fabricantes no está oficialmente permitido, ya que en el ticket de compra de estas birras se especifica claramente que no se pueden revender.
La Abadía de San Sixto
Dicho esto, existen dos métodos oficiales para adquirir Westvleteren XII y ambos nos llevan a las afueras de Vleteren, unos 5 km al sur del centro de la ciudad por la N321. En menos de 10 minutos podremos llegar a las inmediaciones de la Abadía de Sint Sixtus. Se trata de un edificio imponente, de altos muros y de ladrillos, que a primera vista dan más la sensación de delimitar una cárcel más que una abadía, posiblemente porque nos hacemos la imagen mental de un monasterio medieval de la época románica o gótica, pero hay que recordar que estas instalaciones no se construyeron hasta bien entrado el siglo XIX.
Comprar sus cervezas directamente a los monjes de la abadía es extremadamente complicado. Ponen a disposición del público un número de teléfono de atención que sólo contestan durante ciertas horas del día, a través del cual se puede concertar una cita para la compra de un máximo de dos cajas de 24 cervezas, que los mismos monjes depositarán en el vehículo del cliente en la fecha y hora fijada de antemano, y tras haber pagado por tarjeta de crédito y haber dado nuestro número de teléfono y matrícula de coche. Además, deben pasar dos meses para que el mismo vehículo pueda volver a efectuar una compra. Como veis, una auténtica odisea y más si tu idea es alquilar un coche en Bélgica, sin saber su matrícula hasta el mismo día de su recogida.
Más allá de la puerta de recogida de las cajas de cerveza, el monasterio está cerrado a cal y canto, sin aceptar ningún tipo de visita. Como mucho, los visitantes y curiosos que peregrinan hasta el lugar pueden acceder a una pequeña y muy humilde capilla cerca de la puerta de entrada, pero sin acceder al interior de sus instalaciones. El hermetismo que desprende la abadía ayuda a aumentar su misticismo.
In De Vrede Café
Por suerte, justo en frente de la fachada principal del Sint Sixtus, y cruzando una pequeña carretera, encontramos el centro de visitas de la abadía y su cafetería oficial, In De Vrede, un restaurante/tienda de aspecto muy moderno que parece casi un anacronismo delante de la abadía, cuyas puertas abren de sábado a jueves, de 10am a 9pm. Aunque las horas puntas suelen ser a media tarde, a cualquier hora que entremos en ella encontraremos amplias mesas de madera ocupadas por personas de todas las nacionalidades y edades tomando una Westvleteren en su típica copa de cáliz y alguna caja de 12 sobre la mesa para llevársela de recuerdo.
El restaurante sirve tres variedades de esta cerveza, todas ellas en botella (no existen grifos de cerveza en la cafetería), y ofrece una extensa carta de sándwiches y tostadas, fiambres, sopas, y quesos y patés trapenses fabricados en la misma abadía, además de un curioso helado hecho con la misma cerveza Westvleteren, la Coupe In De Vrede.
En un pequeño rincón de la cafetería encontramos el lugar más visitado de las instalaciones: la tienda oficial de la marca, donde podremos adquirir diferentes recuerdos y productos de la abadía, además de cajas de 12 cervezas de este néctar de los dioses que suelen venir con un par de vasos de la marca de regalo y que los visitantes suelen llevarse a casa a pares, ya sea en coche o atadas al portaequipajes de su bicicleta, uno de los medios de transporte más populares por estos lares.
Además, justo en la esquina contraria a la tienda, se encuentra otro de los puntos de mayor interés turístico del lugar, el Claustro, un espacio a modo de museo donde podemos visitar un exhibición y sala de vídeo donde se proyecta contenido multimedia sobre el proceso de fabricación de las Westvleteren, con diferentes objetos expuestos y algún que otro elemento interactivo para conocer un poco más de cerca la leyenda detrás de la mejor cerveza del mundo. Sin duda, una visita obligada para cualquier amante de la cerveza que se acerque a Flandes.