La glasa es una herramienta esencial en la repostería decorativa. Con ella se pueden lograr decoraciones muy vistosas y detalladas que transforman cualquier postre en una obra de arte. Su preparación es sencilla y con práctica, permite hacer decoraciones impresionantes. Su versatilidad permite hacer desde líneas finas y delicadas hasta coberturas completas y figuras en relieve.
Para hacer una glasa casera hay que mezclar clara de huevo con azúcar glas. La clave está en que esta mezcla se endurece cuando se seca, manteniendo así la decoración formada. También se puede utilizar para su elaboración merengue en polvo. Posteriormente, se le añade agua o zumo de limón para conseguir la textura deseada según su uso final.
La glasa blanca que vamos a hacer con esta receta se puede colorear con colorantes alimentarios, preferiblemente en gel o pasta, para conseguir colores vibrantes y que no estropeen la textura de la glasa.

Se suele utilizar en tres texturas diferentes: espesa o firme, ideal para escribir, hacer detalles en relieve o bordes definidos; media o de delineado, para contornear galletas o dibujar figuras; fluida o de relleno, para cubrir superficies grandes con acabado liso.
Para conseguir una glasa perfecta, tamizaremos muy bien el azúcar glas para evitar grumos en la mezcla. Cubriremos la glasa con un paño húmedo o film transparente para que no se seque mientras trabajamos con ella. Una vez la hayamos utilizado, dejaremos secar las decoraciones al aire durante al menos 6 horas antes de manipularlas.

Información de la receta
- Tiempo de preparación: 10 minutos
- Tiempo total: 10 minutos
- Raciones: 4
- Categoría: repostería
- Tipo de cocina: internacional
- Calorías por ración (kcal): 253
Ingredientes de la glasa casera
- 30 g de clara de huevo pasteurizada
- 250 g de azúcar glas tamizado
- Agua (si fuera necesario para ajustar la textura)

Cómo hacer glasa casera
Comenzamos poniendo 30 gramos de clara de huevo pasteurizada en un bol y añadimos aproximadamente la mitad de 250 gramos de azúcar glas tamizado. Batimos a velocidad baja con unas varillas mientras el azúcar se va integrando con la clara.

Añadimos el resto del azúcar glas y batimos a velocidad baja.

Seguimos batiendo a velocidad baja hasta que esté todo integrado y consigamos una glasa blanca, brillante y con una consistencia que no caiga de las varillas.

Seguidamente, si fuera necesario, añadimos agua hasta conseguir la textura deseada en función del uso que le vayamos a dar según explicamos en la introducción.

Una vez tengamos la glasa con la textura adecuada, ya podemos usarla para decorar nuestros postres favoritos.

Resumen fácil de preparación
- Mezclamos la clara con la mitad del azúcar glas, batimos a velocidad baja mientras se va integrando
- Añadimos el azúcar restante
- Batimos a velocidad baja hasta conseguir una glasa brillante
- Ajustamos la textura con agua
- La usamos para la decoración deseada